“FUI MAESTRA DE
GUITARRISTAS PARA ENSEÑARLES LO QUE ERA EL BAILE.”
Tras explicarme
sus estudios flamencos en la academia de Pepe Ríos, en Sevilla, me resultó algo
extraño que Inmaculada Aguilar no hubiera
optado por otra ciudad para dicho aprendizaje, incluida su Córdoba natal o
Madrid. Por estos derroteros continuó nuestro diálogo del 15 de junio de 1994.
¿No había en Córdoba academias adecuadas?
- “Que
a mí me gustaran en ese momento no. Yo quería buscar algo distinto. Desde luego
no sabía lo que era, pues con diecisiete años, insisto, yo no conocía el
flamenco, y consideraba que Sevilla, con respecto a Córdoba era diferente,
ahora quizá no, pero antes Sevilla ha tenido siempre mucha más tradición en el
baile que nosotros, y además las grandes figuras han salido de allí. Lo que
había en Córdoba entonces no me gustaba. Y no es que fuera ni bueno ni malo, yo
no podía discernirlo en aquellos momentos, pero es que lo que había no me
gustaba y entonces me fui a Sevilla a buscarlo.”
¿Has formado parte de alguna compañía flamenca?
- “¡No!
Tuve oportunidad en más de una ocasión, y no solo de pertenecer a compañías
flamencas, sino de baile también, pero el tener que aislarme de mi familia me
retuvo muchísimo, y el hecho de haber aprendido flamenco me indujo a efectuar
mis pinitos sola, lo que me llevó a sostener que podía tener la posibilidad de
estar con mi gente y poder bailar flamenco a la vez, además de que cuando era
jovencilla mis padres no me dejaban y yo tenía edad para tomar una decisión,
con lo cual se me cerraron las puertas en ese sentido, de lo que tampoco me
arrepiento.”
¿No crees que la experiencia que se adquiere en una
compañía de baile podía haber mermado tu carrera?
- “Quizás
me he perdido cosas, aunque verdaderamente no me lo he planteado porque soy una
persona que nunca me quedo quieta, lo que me ha llevado a ver mucho baile.
Entonces he tratado, no solo de haber estudiado con Pepe Ríos, sino también de estudiar con todos los maestros posibles
que considero que me pueden enseñar algo, aparte de que todo lo que se hace en
el baile, Inmaculada Aguilar lo está viendo.”
¿Cómo se entiende para un aficionado que
generalmente se centra en el cante, lo que significa ser monitora de
guitarristas?
- “Eso
resultó una experiencia muy positiva que yo tuve en los cursos de Paco Peña. La tarea consistía en que
tenía que coordinar el trabajo de unos guitarristas y explicarles como era un
baile flamenco, de qué partes se componía dicho baile, donde tenían que entrar,
que salir, que cortar… Por ejemplo, en las alegrías, que es un baile muy claro
en su estructura, pues empezábamos por la salida o la entrada, dependiendo del
escenario, la llamada por bulerías… en fin, las cinco partes que tienen las
alegrías. En eso consistía mi trabajo, primero lo explicaba y luego lo bailaba.
Y la verdad es que la experiencia fue bastante buena, además de que a mí me
sirvió para aprender mucho más, ya que primero me tenía que estudiar el
planteamiento del baile, y las preguntas que ellos me realizaban me hacían
pensar mucho. Así que tanto ellos como yo aprendimos mutuamente.”
¿Cuesta trabajo hacerse un nombre en el baile
flamenco?
- “¡Mucho!
¿En
Córdoba más?
- “Tal
y como están las cosas, en cualquier parte. En Córdoba, en otros tiempos mucho
más, pues, como te decía antes, no existía tradición. Hemos tenido que ir
rompiendo muchas barreras, hemos tenido que competir con gente que a priori
tenía que ser mejor que nosotros porque no éramos de Sevilla, y bastantes cosas
más. Recuerdo que una vez me preguntó Juanita
Reina: “¿Niña tú de dónde eres? ¡Yo de Córdoba! ¿En Córdoba hay bailaoras?
¡Las mejores, poquitas pero muy buenas. Es que en mi tierra somos muy poquitos pa
too, pa l’arte también, pero cuando salimos arrasamos.” Nunca se me olvidará
esta anécdota porque viene a corroborar ese determinado encasillamiento que
generalmente existe con el baile y Sevilla.”
Como profesora de danza española que er es ¿crees que
a través del baile regional o folclórico se puede alguien meter en el flamenco?
Inmaculada Aguilar entrevistada por Rafael Valera (foto: Pepe Pamos) |
- “Yo
te voy a contar qué hacemos en el Conservatorio. En la escuela de danza
española la alumna o el alumno entra mentalizado a realizar una carrera en la
que tiene que conoces distintas disciplinas. Primero estudia unos cuatros años
que son muy duros, porque solamente es trabajo técnico y prácticamente se
carece de lo que es el baile propiamente dicho y no se entra en contacto con lo
que es la danza. A partir del quinto empieza a profundizar en los distintos
estilos, los cuales los conoce todos a la vez, el regional, la escuela bolera,
la danza estilizada y el flamenco. No le lleva un baile a otro, conoce las
cuatro disciplinas de golpe. Yo tengo alumnas/os a los que francamente se les
da muy bien el baile flamenco, y otros a los que se les da muy bien las
zapatillas, así como otros que prácticamente saben llevar las dos disciplinas.
En función de su dominio eligen el tipo de baile.”
¿Cuándo
empiezas a vislumbrar que podías conseguir algo en el concurso de Córdoba?
- “La
primera vez que me presenté es en el ochenta y con la intención de conocerlo,
de ver qué pasaba. Si mal no recuerdo, en esa edición creo que sólo estuvimos
dos cordobesas y las demás de Sevilla. Lo cierto es que ese año me sirvió de
mucho, ya que aprendí lo que era el concurso. En el ochenta y tres fui a por
todas y la verdad es que no lo conseguí, no tuve al jurado conmigo. Y en el
ochenta y seis ya sí estuvieron conmigo, llegamos a una misma conclusión.”
Después me hablaría de sus premios en Córdoba, su
opinión de los concursos y de los jurados, de Carmen Amaya, de Vicente
Escudero, de Pilar López… Mas, eso queda para la siguiente entrega.
Rafael
Valera Espinosa
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