lunes, 23 de octubre de 2017

Crónica flamenca. JUVENTUD, PRESTANCIA Y PROFESIONALIDAD FLAMENCA EN EL ‘PEPE POLLUELAS’.

Rafael Valera, presentando el Festival
Como en anteriores ediciones, el Teatro Darymelía se llenó de aficionados para disfrutar del arte flamenco que ofrecieron los componentes del cartel de esta XXVII edición del Festival Flamenco ‘Pepe Polluelas’, que patrocina el Excmo. Ayuntamiento de Jaén y organiza la Peña Flamenca capitalina, en el que figuraban el joven y promesa futura jiennense de nuestro arte, Darío Chica; la casi consagrada cantaora de Jerez a sus solo dieciocho años, María Fernández ‘María Terremoto’; la artista e intelectual flamenca jaenera de nacimiento catalán, Vicky Romero; y el avezado profesional de origen jerezano Vicente Soto Barea ‘Sordera’, los cuales estuvieron acompañados por las guitarras de ‘Paquillo Cortés’, ‘Nono Jero’, Juan Moreno y Juan Diego Mateos, respectivamente.

Con un ambiente cargado de expectación, Darío Chica comenzó su debut por cantiñas-alegrías de corte ‘camaronero’ con determinada solvencia y poderío tonal, adecuadas del necesario compás y con el ritmo pertinente. En las granaínas se ajustó a la melodiosidad y el melisma del cantaor de San Fernando, con algunas carencias en la estructura musical del estilo. Sus bulerías las estableció por la misma línea sonora de los estilos anteriores, mejorando conforme avanzaba en el desarrollo del cante. Finalizó con fandangos de ‘El Chato Méndez’ con las resonancias antes apuntadas y mucha entrega y fuerza tonal.

María Fernández Benítez ‘María Terremoto’ se aposentó con prestante seguridad en el escenario del Teatro Darymelia para ofertar el justo recital que esperaban los aficionados presentes para disfrutar de sus esencias flamencas. El mismo lo inició con entremezcla entre la soleá por bulerías y las bulerías por soleá (las primeras con un ritmo algo más lento que las segundas, aunque por el mismo compás), con evocación tonal de ‘La Paquera de Jerez’ en la salida, para seguidamente afianzarse en los ecos y los melismas de su casta cantaora, concretamente de su abuelo Fernando Fernández Monge ‘Terremoto de Jerez’, en tesituras ‘jonda’ y alta entrega vocal. Las virtudes cantaoras antes referidas las incrementó en su cante por siguiriyas con una extensa salida que conformó casi un cante para entremezclar la creatividad de Diego ‘El Marruro’ por los aires de Joaquín ‘Lacherna’, afianzarse en el conocimiento del eco de Tomás ‘El Nitri’, y finalizar con el inusual cambio de Manuel Torre con enduendadas evocaciones de su abuelo Fernando. Los tientos-tangos los ejecutó con acercamientos a su paisano Juanito ‘Mojama’, también a su abuelo y matices de ‘La Paquera’, para derivar a los tangos, meciendo con flamencura el compás festero, con influencias de Pastora Pavón y precisión esquematizada del compás del dos por ocho, acercándose después al localismo sevillano y retomar al final los ecos de ‘La Niña de los Peines’. Finalizó por bulerías en la línea más representativa de Jerez, con ritmo, gracias y compás, y algunas influencias camaroneras.

Con el conocimiento que se establece en una investigadora del cante como es Vicky Romero, la catalana-jiennense comenzó estableciendo su melodía y melisma flamenco, a través de la artífice de las malagueñas junto a Juan Breva, Trinidad Navarro Carrillo ‘La Trini’ con adecuada estructura melismática, enlazando por la ‘jonda’ creatividad por el estilo de Enrique Jiménez ‘El Mellizo’, derivar a la jabera del barrio de ‘La Triniá’ malagueño, y rematar con el prestante fandango averdialado del granaíno ‘Frasquito Yerbabuena’. En sus soleares ofertó el camino que va de Alcalá y Joaquín el de la Paula, con evocaciones de Fernanda de Utrera con marcado conocimiento y eco flamenco, al de Utrera por el jerezano Juaniquín asentado en Lebrija y su prestante soleá de remate. Posteriormente, revalorizó la creatividad de la linarense Carlota Carrillo ‘La Carlotica’, a través de la evocación de su hijo Gabriel Moreno en compás reposado. Finalizó por bulerías con certero ritmo, estructurando un acompasado cuplé por el estilo que enlazó con los aires de Jerez, para volver a la copla por el compás del tres por cuatro con los matices utreranos.

Cerró el festival con sabiduría, profesionalidad y duende el jerezano Vicente Soto ‘Sordera hijo’ con una puesta en escena por los cantes de fragua, con pellizco y enciclopedismo flamencos por toná y martinete. Sus cantiñas-alegrías fueron estructuradas en la más pura línea de su tierra con un matiz rítmico sosegado y amplio recuerdo de los maestros por el estilo. Pero fueron sus siguiriyas las que también establecieron su casta cantaora rememorando la creatividad de su antecesor Francisco Valencia ‘Paco La Luz’, con entrega y poderío tonal, para recordar después la creatividad de ‘Tío José de Paula’, y rematar con alta enjundia a través de la personalidad de Diego ‘El Lebrijano’. Finalizó con extensas bulerías en las que imperaron las entremezclas de Jerez-Utrera, con acercamiento a Juaniquín, estructura flamenca festera por el estilo de su padre Manuel Soto ‘Sordera’, determinadas modernidades como la adaptación de ‘La bien pagá’ por el compás festero, la popular ‘Tarara’, y un final al más estilo jerezano.

Resaltar los acompañamientos de las guitarras de ‘Paquillo Cortés’ a Darío Chica, con estilo y prestancia singular en sus falsetas; la de ‘Nono Jero’ a ‘María Terremoto’, con virtuosismo, personalidad, marcadísimo compás y solvencia flamenca; la compenetración de Juan Moreno con Vicky Romero demostrando sus buenos conocimientos de los estilos con variaciones creativas y dominio del instrumento; así como el toque de Juan Diego Mateos a Vicente Soto ‘Sordera’, pleno de musicalidad, ritmo, trabajo en el traste, y sonoros redondeos en los estilos festeros.

Rafael Valera Espinosa


Crónica sobre el XXVII Festival Flamenco "Pepe Polluelas", por #diarioJaen: Voces vestidas de flamenco. 

Reportaje fotográfico.


Darío Chica acompañado por Paquillo Cortés


María Terremoto (foto: Peragón)

María Terremoto



Vicky Romero
















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