viernes, 29 de septiembre de 2017

Crónica flamenca. JONDOS MOMENTOS EN LA ‘XXXI MIGA FLAMENCA’ DE BEDMAR.

Sobre las nueve y media de la noche del sábado pasado, 23 de septiembre, y en la Caseta Municipal de Bedmar repleta por más de seiscientas personas, comenzó la Trigésimo Primera Edición del Festival ‘Miga Flamenca’, con un cartel de prestigiosas figuras actuales de nuestro arte como el gaditano Antonio Reyes, Pedro Heredia Reyes ‘El Granaíno’, el de la Plazuela jerezana Jesús Méndez, y la malagueña Virginia Gámez, los cuales estuvieron acompañados por las guitarras de Diego Amaya, Antonio Luque ‘Patrocinio hijo’ y Manuel Valencia. La coreografía bailaora corrió a cargo de la ubetense Amparo Navarro y su grupo Flamenco.

La noche flamenca la abrió Virginia Gámez con melódico melisma por granaína-malagueña. En los tientos-tangos recordó al gaditano Manolo Vargas con inclinaciones a Morente para derivar a los tangos acordándose de Pastora Pavón, y copla de Las Grecas por el estilo y recuerdos de su maestro Naranjito de Triana. En las soleares se centró por las del Zurraque con matices de ‘El Arenero’ y Olivé de Triana. Continuó por cantiñas gaditanas para derivar a las de Córdoba con buena cadencia y volver a la Tacita de Plata con adecuado compás. Finalizó con fandangos de Enrique ‘El Almendro’ y matices de su alumno y sobrino Manolo Caracol, continuando por José Cepero y rematar por ‘El Niño Gloria’.

Uno de los artistas más esperados fue el chiclanero Antonio Reyes por su proyección como figura actual del escalafón flamenco. Su recital lo inició por cantiñas-alegrías con evocaciones tonales de ‘Chiquitete’ para centrarse en las cadenciosas de Córdoba, volver a su tierra por la de ‘La Contrabandista’ de Ramón Medrano, realizadas con fuerza y personalidad. Caracol fue el protagonista de su repertorio solearero por los personalismos de ‘Curro Frijones’, Enrique ‘El Mellizo’ y Tomás Pavón. Abordó seguidamente una zambra caracolera que le sirvió para enlazar los tangos  con resonancias copleras y matices ‘acamaronaos’, finalizándolos con un fandango de ‘El Gloria’ por el compás del estilo. Fueron sus siguiriyas donde constató su arte de primera figura actual, realizadas con pellizco y ‘jondura’ por Tomás ‘El Nitri’, sentimiento y precisión en la evocadora de Joaquín ‘Lacherna’ por Manuel Torre, y prestante y sentido remate por la cabal de ‘El Fillo’. En línea reposada y recuerdos de ‘Camarón’ se lució por bulerías con dominio del compás. Finalizó por fandangos de Manolo Caracol.

Amparo Navarro evidenció medida del escenario y prestante juego de brazos en su baile por soleá y muy concretamente en las partes lentas, para apoyarse en el taconeo durante la derivación a las bulerías con buena composición de figura. Estuvo arropada por la profesionalidad en estos menesteres de las voces del linarense Agustín Navarro y la del cordobés Miguel del Pino, así como con la guitarra de su paisano ‘El Pérez’, el cual supo darle los arropos necesarios.

Jesús Méndez nos trasladó nuevamente a las tierras de Cádiz, concretamente a Jerez, su tierra, con unos iniciales tientos que nos recordaron las personalidad de ‘Fernando Terremoto’, así como la creatividad de ‘La Niña de los Peines’. En las soleares se apoyó en Manuel Torre por el localismo de Alcalá de Guadaira, también en Juan Talega, para continuar con una entremezcla entre el iliturgitano José Yllanda y la jerezana María ‘La Andonda’, para rematar por ‘Paquirri el Guanté’. Por cantiñas se acercó a la escuela gaditana de Aurelio Sellé con precisión y conocimiento, continuando por alegrías con matices de Pericón de Cádiz. Prestante y con potencial tonalidad fue su oferta de las bulerías con reminiscencias de los ‘Sordera’, influencias de ‘La Paquera de Jerez’ y Manolo Caracol, para finalizar por la creatividad de ‘El Gloria’ y su hermana ‘La Pompi’. Remató por fandangos con evocaciones de ‘Caracol’ por ‘Terremoto de Jerez’ y por Francisca Méndez ‘La Paquera’.

Cerró la ‘31 Miga Flamenca’ de Bedmar Pedro Heredia Reyes ‘El Granaíno’, iniciando su puesta en escena con soleares de Enrique ‘El Mellizo’ y aires personales, recordando posteriormente la estructura de las de Alcalá por Juan Talega, las apolás de Antonio Fernández ‘Fosforito’ y ciertos recuerdos de Morente. Quiso rendir homenaje a su paisano Enrique y lo estableció con una creación del granaíno a través del cante por tientos. Seguidamente, utilizó una nana flamenca para derivar a los cantes mineros, desarrollando con conocimiento los personalismos de Fernando el de Triana, del ‘Cojo de Málaga’ por los ecos de ‘Porrina de Badajoz’ y de Pastora Pavón a través de la conocida como ‘La Gabriela’. Bien estructuradas y melódicamente tratadas fueron sus granaína y media granaína, las cuales remató con fandango abandolao que recordó el eco de ‘El Carbonerillo’. Amplias y bien acompasadas fueron sus bulerías con recuerdos y homenaje a ‘Camarón’ y sus trabajos con Raimundo y Rafael Amador, redondeando con prestancia su apuesta con un final siguiriyero por el compás del estilo evocativo de la escuela de ‘Cagancho’, a través de Tomás Pavón. Finalizó con fandangos.

Rafael Valera Espinosa

lunes, 25 de septiembre de 2017

Memoria flamenca. CAYETANO FERNANDEZ GONZALEZ ‘NANO DE JEREZ’ (II).

“PARA MI ANTONIO MAIRENA ERA EL MAESTRO DEL CANTE.”

Nano de Jerez (foto: Pepe Pamos)
Cayetano Fernández González “Nano de Jerez” siempre ha sido un gran defensor de Antonio Mairena. Casi todos los artistas jerezanos también han venido alabando la figura del maestro de los Alcores. ¡Casi todos, no todos! Sin embargo, mis apreciaciones establecidas en las numerosas visitas que a la comarca realicé me aconsejaron que no resaltara mucho mi admiración por el maestro de Mairena del Alcor, pues los colectivos de las diferentes peñas flamencas jerezanas de la década 1975-85 (‘Los Cernícalos, ‘La Buena Gente’, ‘Peña Fernando Terremoto’, ‘Peña Juan Vargas ’El Mono’, ‘La Bulería’, ‘Centro Cultural don Antonio Chacón’, ‘Peña Manuel Carpio ‘El Garbanzo’, etc., defendían más su idiosincrasia flamenca local que los grandes esfuerzos que Antonio Mairena había realizado por encumbrar el arte jerezano. Cuando ‘Nano de Jerez’ me detalló su pena por no tener presencia en su tierra como figura de nuestro arte, intuí que era por su defensa del arte de Mairena. Y por ahí continuó la entrevista de 1994.


Pregunta: ¿Era Antonio un cantaor de cerebro más que de corazón?

Respuesta: Antonio era un cantaor de cerebro, de corazón y garganta. A Mairena había que escucharlo en las fiestas, en las que pasábamos en Alcalá de Guadaira… porque Antonio era un enamorao del cante de Alcalá y muy especialmente de Joaquín el de la Paula. Cuando Antonio abría la boca destemplaba too lo que estaba alrededor suyo. Algunos dicen que Antonio era frio y yo digo que eso no es verdad, que escuchen la discografía de Antonio y lo comprobaran; y si, además, tienes la suerte de poseer grabaciones suyas de fiestas flamencas, creo que se reafirmará lo que yo digo. Tengo una cinta de la peña de Morón que, tras escucharla, te quedas pasmao. Pero no hace falta esto, solo con escuchar ‘Al calor de mis recuerdos’ te tienes que dar cuenta de la dimensión cantaora que tenía Antonio. Yo tuve la suerte de hacerle compás en ese disco y cuando cantó la soleá de ‘Charamusco’ nosotros nos quedamos como hipnotizaos de lo que nos entró en el cuerpo. Para mí Antonio era el maestro del cante.

P: ¿Te contó Antonio su encuentro con ‘Charamusco’?

R: A mí me dijo que ‘Charamusco’ era un gitano muy gracioso, que hacía unos cantecitos… Me decía que era un gitano con una forma muy especial de ser y que a él le gustaba juntarse con ese gitano. Tú sabes que Antonio era muy raro. A mí me costó mucho trabajo el que Antonio confiara en mi persona, tuve que demostrarle muchas veces mi amistad, y a pesar de ello algunos que otros desaires sufrí, hasta que ya confió en mí. Nos veíamos casi todos los días en Sevilla y yo le tenía un respeto enorme, hasta el punto de que a veces no podía tener conversación con él porque no me salían las palabras. Cuando quería verlo lo llamaba por teléfono, aunque él me decía que no lo hiciera, que fuera a su casa como si fuese mía. Recuerdo un día que vino mi padre a verme a Sevilla y fuimos a verle; estuvieron hablando de cante siete u ocho horas, porque Antonio todo lo que tenía en sus labios era cante. Antonio solo ha vivido pal cante, y creo que si algo tenemos lo que vivimos de esto actualmente se lo debemos a Antonio. El ha puesto el primer puntal para que tengamos un vivir los artistas, porque creo que estamos viviendo bien ahora los artistas.

P: Volviendo a tus andanzas artísticas, cuéntame qué eran ‘Los Jueves Flamencos’.
R: Aquello era como un festival para promocionar a los jóvenes valores de Jerez. Era un espectáculo que organizaba ‘El Morao’, y recuerdo que cuando yo despunté también lo hicieron ‘Ana Peña’ ‘El Gasolina’, ‘El Moneo’, ‘El Berza’… Muchos artistas que mostraban que tenían madera. Siempre actuábamos en la primera parte, luego, en la segunda ya cantaban los consagraos como ‘Chocolate’, ‘El Sordera’, ‘Agujetas’… Pienso que aquello estuvo muy bien montao porque se destacaba el que valía.

P: Como artista que has actuado en los tablaos ¿En ellos se canta para el aficionao o para el turista?

Nano de Jerez en la Peña Flamenca de Jaén
R: Actualmente para el turista, hace catorce años atrás cantábamos pa los aficionaos. Cuando yo actuaba en ‘Los Gallos’ recuerdo que allí iba toda la aristocracia de Sevilla que entendía de flamenco, la gente del toro y los buenos aficionaos de las provincias y de Madrid que iban de negocios. Y casi siempre salían muy contentos, porque había un plantel de bailaoras que todas tenían un premio en Córdoba. Allí bailaban Loli Flores, Carmen Albéniz, Merche Esmeralda… Y de cantaores te puedo decir que por ‘Los Gallos’ han pasao desde Mairena hasta ‘La Paquera’. Hoy, incluso en ‘Los Gallos’, todos los tablaos se llenan de turistas y te ponen en el escenario a una niña que la acaban de sacar de la academia tocando muy bien las castañuelas y ya está. Ese es el flamenco que allí se escucha.

El flamenco está repartío en dos o tres partes. Yo no le llamo flamenco a lo que hace ‘Ketama’, ni ‘Pata Negra’. Yo le llamo flamenco a un buen cante por soleá o siguiriya, con un buen acompañamiento solo de guitarra. El flamenco actualmente se puede escuchar con pureza en las peñas, porque gracias a ellas todavía se puede disfrutar un buen ‘palo’.

P: ¿Cómo se te ocurrió presentarte en Córdoba?

R: Porque me pincharon, me insistieron los amigos. Y tuve la suerte de traerme el premio de ‘La Niña de los Peines’ (tientos, tangos y peteneras). Aquél mismo año ‘Rancapino’ se llevó el premio por alegrías (el Enrique ‘El Mellizo’) y Luis de Córdoba el de don Antonio Chacón (granaínas, medias granaínas y fandangos). Tuve la suerte de que me cogió bien y gracias a Dios tengo ese recuerdo tan bonito.

Esclareciendo este último tema, ‘Nano de Jerez’ no ganó el citado premio en el Concurso Nacional de Arte Flamenco de Córdoba del año 1977, pues quedó desierto. Cierto que él obtuvo el único accésit del citado galardón, lo cual se puede considerar como el mejor intérprete por los estilos que el mismo englobaba en aquella época. Es decir, el ganador sin título.

Rafael Valera Espinosa

viernes, 22 de septiembre de 2017

Crónica flamenca. DIVERSIDAD FLAMENCA EN EL XLVI FESTIVAL DE JÓDAR.

ORTODOXIA EN ‘NIÑO’ JORGE Y PRESTANCIA DE MARINA HEREDIA, JOSÉ GALAN, ENCARNA ANILLO Y ‘PEDRO EL GRANAINO’.

Las circunstancias para la celebración del XLVI  Festival Flamenco de Jódar, el pasado día 30 de agosto, no se presentaban muy halagüeñas. La inestabilidad del tiempo con previsiones de tormenta, rayos y viento acongojaban a los patrocinadores, organizadores y aficionados. Además, celebrar un acontecimiento de esta índole un miércoles, sin ninguna fecha festiva alrededor –excepto la del pueblo galduriense-, supuso adquirir ciertos riesgos para completar el aforo del Auditorio Municipal de Palomares. Mas, como apunté en la previa del martes, los aficionados respondieron como  durante  los 46 años anteriores, con un aforo de más del setenta por cierto.

A la hora anunciada, el aficionado-artista local Manuel Sánchez ‘El Jopi’, con la prestante guitarra del joven Blas Mora (con popular academia del instrumento en Villacarrillo, su tierra) se aposentaron el escenario para establecer con cierta melodía la malagueña de ‘La Trini’. Cierto pellizco por las siguiriyas de Manuel Molina con matices recreativos de Manuel Torre, rematada con potencia tonal por el cambio del citado maestro de Jerez. En las peteneras se acercó a la personalidad de Pastora Pavón, con ciertas resonancias de Luis de Córdoba, finalizando con serie de fandangos personales.

Eduardo Martínez Redondo “Niño Jorge”, con el acompañamiento del maestro iliturgitano Antonio Gómez, estableció la ortodoxia de la noche flamenca con un repertorio serio y festero a la vez, el cual comenzó con toná por los ecos de Antonio Mairena, toná-carcelera, y debla de Tomás Pavón, con influencias de Rafael Romero, enlazando seguidamente con conocimiento por la siguiriya primera de Tomás ‘El Nitri’, la recreación de Manuel Torre por la de su paisano Juan Junquera, y un entregado remate de ‘El Loco Mateo’ con matices de ‘Sernita de Jerez’. En las cantiñas-alegrías se acomodó con buen compás por el personalismo gaditano de Manolo Vargas, los aires de Pericón con matices de ‘Beni de Cádiz’, para finalizar recordando a la ‘Niña de los Peines. Se templó por el difícil estilo de los tientos a través de los recuerdos de Juanito Mojama’ y recreación de ‘El Gallina’, para derivar a los tangos, con prestante compás y evocaciones de Pastora y ‘La Pirula’. Amplia resultó su serie de soleares con inicial recuerdo a Juan Breva con aires apolaos, para continuar con el iliturgitano José Yllanda y más ecos de Rafael Romero, trasladarse a Alcalá por ‘La Roesna’, continuar por el localismo con matices de Manuel Torre y redondear por ‘Paquirri el Guanté’. Ofertó con alto tono fandangos de ‘Antonio el de la Calzá’ y ‘El Carbonerillo’, finalizando con bulerías de Cádiz y acertados ecos de ‘Chano Lobato’ y ‘Canalejas de Puerto Real’.

Se adueñó Marina Heredia del escenario con su dominio de la coreografía flamenca iniciando su recital con milonga desarrollada con melancolía, para seguidamente estructurar una caña por soleá por bulerías con cadencias para el baile, algún recuerdo de Rafael Romero y remate por soleá apola. En las siguiriyas evocó a Manuel Molina por Manuel Torre, resonancias de Juan Junquera y un remate por Juanichi ‘El Manijero’ con acercamientos a ‘Fosforito’ y ‘Tía Aníca la Piriñaca’. Reivindicó su tierra con granaína-malagueña de corte ‘aureliano’ para derivar a la malagueña de ‘Gayarrito’ y rematar por el abandolado fandango de su paisano ‘Frasquito Yerbabuena’. En las siguientes bulerías se acordó de ‘Adela la Chaqueta’ y remató con tangos de su tierra, los del monte granaíno, arropada por el maestro ‘Curro Albaicín’, el cual –a pesar de sus años- evidenció su ancestral solera flamenca.

Aire nuevo estableció el sevillano José Galán por fandangos de Huelva, iniciados por el ‘cané’ de Alosno, para con poderío tonal finalizar por José Rebollo. Continuó con bamberas en la línea de Pastora Pavón, acercándose posteriormente a la línea primigenia folclórica del estilo que al final de los ochenta promocionó el lebrijano guitarrista Pedro Peña. En sus tangos ofertó conocimiento de los personalismos de Juanito ‘Mojama’, ‘La Niña de los Peines’ y la malagueña Dolores Campos ‘La Pirula de Málaga’, estos últimos con recreación personal. Reclamado por el público interpretó sus famosas colombianas con letras rocieras, finalizando con fandangos de ‘El Pichichi de Triana’, de ’Pepe Aznalcollar’ y José Cepero.

La gaditana Encarna Anillo ofertó su más genuino arte de la tierra por alegrías con resonancias de los viejos maestros de ‘La Tacita de Plata’; estableciendo seguidamente su melódico melisma por granainas-malagueñas de Aurelio Sellé y don Antonio Chacón, y bulerías con matices copleros de Lola Flores con expresiva gracia gaditana. Los tientos-tangos fueron desarrollados en los matices gaditanos, también con ciertos recuerdos de Carmen Linares y de la sevillana ‘Juana la del Revuelo’. Fiesta auténtica fueron sus bulerías por soleá con resonancias de los maestros gaditanos y del jerezano ‘El Chozas’, lo que le permitió dar entrada a la jovencísima bailaora Gema Moneo, la cual -en la línea de su tierra jerezana- fue desarrollando un baile preciosista con ‘pataita’ incluida, demostrando medida del escenario, poderío en el taconeo, dominio de la escobilla bailaora, adecuada y coreográfica composición de la figura, estructurado todo con armónico compás en sus quiebros bailaores.

Cerró la noche el popular Pedro Heredia Reyes ‘El Granaino’, comenzando por un recorrido de soleares apolás con influencias de ‘Fosforito’, aires de ‘Camarón’ y Enrique Morente con lenta resolución del estilo. En los tientos rememoró al gaditano Manolo Vargas por el largo melisma de Enrique Morente. Los fandangos los desarrolló con personalidad y recuerdos de ‘El Chato Méndez’ con entremezclas tonales de ‘Pansequito’ y ‘Camarón’, de ‘Antonio el de la Calzá’ en la misma tesitura, y unos finales en los que se adivinaban los ecos de Cepero-Caracol-Camarón. Sus cantes mineros evocaron la taranta-taranto de Manuel Torre, la taranta de “El Cojo de Málaga’ con resonancias de ‘Porrina de Badajoz’, y una última taranta de corte ‘camaronero’. Finalizó por bulerías en la que destacó la letra por siguiriyas de ‘Tío Manuel Cagancho’ que popularizara Tomás Pavón.

Rafael Valera Espinosa

jueves, 21 de septiembre de 2017

Por soleá. MANOLO SANLÚCAR. MÚSICO FLAMENCO (y II).

Comentaba en la columna anterior las influencias artísticas que Manolo Sanlúcar había recibido de Javier Molina a través de su padre, de Ramón Montoya, ‘Niño Ricardo’ o del autodidacta ‘Diego el del Gastor’. A  partir de aquí, la carrera artística de nuestro protagonista está jalonada de capítulos pedagógicos en los que sus acompañamientos –tras estructurar su singular personalidad- a sonoros cantaores de la historia del flamenco, en la segunda mitad del siglo XX, como La Paquera, El Chato de la Isla, Manuel Agujetas o Enrique Morente, sobre todo en los tablaos madrileños, van acrecentando su sabiduría, su dominio del instrumento, su musicalidad, y también su fama. Sin embargo, sus inquietudes no podían circunscribirse solo a estos menesteres, su intelecto creativo le exigía ir más adelante, a configurar en el pentagrama toda una enriquecedora obra musical y flamenca que aportara y demostrara a la humanidad toda la grandeza de esta universal cultura.

Y el ya maestro comienza a estructurar su pensamiento creativo a través de las cuerdas de su guitarra, de las orientaciones a otros músicos que le acompañan o le piden ayuda y opinión, y del estudio de la música, en general. Todo esto se inicia una vez que el éxito de su “Caballo Negro”, composición que precede a una obra en la que había marcado sus cualidades artísticas, como es “Mundo y formas de la guitarra flamenca”, le da la estabilidad en cierto modo emocional, pero sobre todo económica. Logra con su personal arte lo que otros adquirieron siendo contratados o becados por cardenales, príncipes y reyes.

Así, su “Fantasía para guitarra y orquesta” se erige en la obra donde la guitarra flamenca toma todo el protagonismo ante el resto de instrumentos de una orquesta sinfónica, y como han dicho algunos:

“Una obra de fusión sin esfuerzo aparente, con naturalidad y sin perder el equilibrio de dos corrientes musicales consideradas lejanas e incluso antagónicas”.

Después aparecería “...Y regresarte”, un sin par canto al genial poeta Miguel Hernández, en el que brilla con esplendor la pieza “Ruiseñor y mirlo”.

El tiempo pasa y su obra se va ampliando con “Al viento”; “Ven y sígueme”, con El Lebrijano y Rocío Jurado, y desarrollada sobre la base de una idea del cantaor; “Medea”, música compuesta para la representación de la obra por el Ballet Nacional de España, y en la que muestra su enorme capacidad musical para estructurar cualquier obra artística; “Trebujena”, “Testamento andaluz”, “Soleá”, etc. Mas es “Tauromagia” la obra emblemática de este sanluqueño, la más apreciada por todos los guitarristas flamencos, y por la que nuestro músico siente una especial predilección. Después vendrían más composiciones como “Aljibe. Sinfonía andaluza”, “De Triana a Sevilla”, “Viva la Blanca Paloma”, “Locura de brisa y trino”...

Ante todo, este inmenso caudal de arte ¿Quiénes pueden negar que Manuel Muñoz Alcón “Manolo Sanlucar” sea genial músico y flamenco? ¿Quiénes pueden dejar de sustraerse a su magisterio…? No temamos a la orfandad porque no la tenemos.


Rafael Valera Espinosa

Por soleá. MANOLO SANLÚCAR. MÚSICO FLAMENCO (I).

En este álgido tiempo en el que nuestro arte parece estar alcanzando cotas de popularidad a internacional como pocos podían imaginar, aunque sin alcanzar –por parte de las administraciones- las que esta música merece, la  triste y temprana muerte de ‘Paco de Lucía’ parece haber dejado algo de orfandad en el mundo de la guitarra flamenca y, aunque así lo consideren algunos, no debemos de caer en deprimentes lamentaciones, pues tenemos otros artistas que continúan trabajando con tanta pasión como el algecireño por el engrandecimiento del instrumento flamenco. Es el caso de Manolo Sanlúcar, y por tanto, quiero rememorar aspectos de su biografía.          

Se ha de considerar que la carrera de nuestro insigne guitarrista es una de las más brillantes de la historia de este arte. Su nombre alcanza el pedestal flamenco como uno de los más avanzados en la creatividad musical, en su virtuosa interpretación, en la necesidad de incrementar su versatilidad artística, en el afán de materializar una lucha por defender la categoría y el reconocimiento oficial y general del flamenco como otra disciplina musical a la altura de la que más, y en estructurar una escuela que prosiga su labor de engrandecimiento de esta nuestra cultura, como lo vienen haciendo Vicente Amigo, Rafael Riqueni, Niño de Pura, Juan Carlos Romero, Pedro Sierra o Paco Arriaga.

La vida de Manuel Muñoz Alcón “Manolo Sanlúcar”, va aconteciendo como la de los grandes genios de la música. No queremos hacer comparaciones con cualquier otro gran autor, mas si nos atenemos a lo que ha sido su existencia, la biografía del guitarrista de Sanlúcar de Barrameda, ha sido y afortunadamente es legendaria.

Se inicia bajo la batuta de su padre, el cual percibe la precocidad musical de su vástago –como otros progenitores de grandes artistas-, y porque la economía familiar no es muy preclara, su progenitor busca los adecuados padrinos que puedan interceder en el bonancible futuro artístico del infante. Y, como siempre, quienes mejor puede apoyar esta iniciativa y dotarla de las garantías suficientes, erigiéndose como si fueran mecenas musicales, son los artistas que están en la cumbre del  prestigio flamenco de la época, nada más y nada menos que Pastora Pavón Cruz “Niña de los Peines” y su marido José Torres Garzón “Pepe Pinto”. Estos en cierto modo retirados, apelan a la generosidad y fama de otro ídolo de las masas de aquél tiempo, Pepe Marchena, el cual como todos sabemos, le hace debutar en el malagueño pueblo de Campillos.

Y como en toda biografía de músico, sus inicios tienen inspiración en otras personalidades artísticas, es decir en otras escuelas de guitarra flamenca. La primera, por simpatía con los gustos paternos, la del jerezano Javier Molina. Las siguientes vendrían a través del estudio exhaustivo que ejerce sobre los recreadores del toque flamenco. Así, Manolo Sanlúcar descubre, entre otros, la musicalidad de Ramón Montoya, la creatividad de Manuel Serrapí “Niño Ricardo”, o la autodidáctica frescura de Diego el del Gastor.  Continuará.


Rafael Valera Espinosa

martes, 19 de septiembre de 2017

Memoria flamenca. CAYETANO FERNÁNDEZ GONZÁLEZ, ‘NANO DE JEREZ’ (I).



- ENTRE LOS AMIGOS DE MI PADRE SE ENCONTRABAN ‘EL CHOZAS’ ‘EL BORRICO’ Y ‘TERREMOTO’

Nano de Jerez con Rafael Valera durante la entrevista
Nano de Jerez’ es un cantaor redondo, de amplio repertorio, y con una virtud poco reconocida, la de haber entremezclado sus raíces jerezanas con las de la escuela sevillana de Antonio Mairena. Es, por tanto, un cantaor atípico para mi criterio personal, en función del gusto de los jerezanos. En ocasiones, se ha quejado –como tantos otros: José Mercé, ‘Los Sorderas’, ‘Sernita de Jerez’, ‘El Juanata’…- de no ser reconocido en su tierra, de no haber sido un cantaor reclamado por los organizadores de espectáculos (administraciones y entidades jerezanas) para poder constatar sus prestantes esencias flamencas de la tierra ante sus paisanos.

Le realicé la entrevista en 1993, cuando vino a la Peña Flamenca de Jaén acompañado por la guitarra de su paisano Fernando Moreno, y en Candil la prologué de la siguiente forma:

“Menudo, simpático y vitalista, claro de ideas y con un intenso bagaje cantaor que le circula por la sangre. ‘Nano de Jerez’ es consciente de cuál ha de ser su papel en el mundo del flamenco. Primero, se identifica como intérprete de Jerez de la Frontera y miembro del clan de ‘Tío Juane’, su padre, con todas las connotaciones que dicha filiación lleva consigo. Posteriormente, reconoce el magisterio que sobre su persona artística ha ejercido Antonio Mairena. Finalmente, saca la cara por la ortodoxia flamenca y aboga por una recreación basada en las claras raíces de nuestro arte.”

Pregunta: ¿Cómo surge lo de Nano de Jerez?

Respuesta: -“Pues eso surge porque me llamo Cayetano, Cayetano Fernández González y por mi abuelo. Trabajando de pequeño en la fragua todos me decían ‘Nano’ para llamarme. Cuando empiezo a cantar en los ‘Jueves Flamencos’ que organizaba ‘El Morao’ y a los que iba con pantalones cortos, todos me decían ‘Nano’ y me quedé con ‘Nano de Jerez’. Lo cierto es que nadie me conoce por Cayetano; tu preguntas en Sevilla o Jerez por Cayetano y nadie sabe darte razón, si preguntas por ‘Nano de Jerez’, entonces sí.”

P: ¿Cuándo te apercibes de que tú podías ser artista flamenco?

R: -“Fue con catorce o quince años, pues como miembro de una familia gitana y fragüera yo siempre escuché el cante alrededor de la fragua. Oía a mi padre, a la familia de mi padre, y a los amigos de mi padre. Entre los amigos de ‘Tío Juane’ –mi padre- se encontraban ‘El Chozas de Jerez’. ‘El Borrico’, ‘Terremoto’… De ahí se me vino el cante al oído y al corazón, porque el cante se lleva dentro, y de tanto escuchar a estos grandes artistas me di cuenta de que yo también podía entonar los cantes. Así que lo hice en los bautizos, bodas y fiestas. A partir de aquí, le dije a mi padre que yo iba a tirar el martillo y que me iba a dedicar al cante. Por aquella época, Manuel Moreno ‘El Morao’ organizaba en la Plaza de Toros de Jerez un espectáculo que se llamaba ‘Los Jueves Flamencos’, el primero donde cobré por cantar. Posteriormente, me contrató ‘La Cañeta de Málaga’, con la que estuve un año trabajando, más tarde me fui a Japón y al volver, durante una estancia en Marbella conocí a una bailaora-cantaora con la que posteriormente me casé en Sevilla, ciudad de la que hice mi cuartel general, aunque todas las semanas me voy a Jerez para no perder su agua, pues sigo bebiendo en mi tierra.”

P: ¿Qué recuerdos mantienes de las reuniones de tu padre con ‘El Borrico’, ‘El Chozas’ y ‘Terremoto de Jerez’?

Nano de Jerez en la Peña flamenca de Jaén
R: “Sinceramente, lo que me queda en la memorias es un sentimiento de admiración hacia esos artistas. Y tengo que decirte que también tuve la suerte de trabajar con algunos de ellos como ‘El Borrico’, ‘Terremoto’ o ‘El Sordera’ en las fiestas que se organizaban en las bodegas de Jerez. Recuerdo que había una viña que le decían ‘El Majuelo’ donde se organizaban fiestas flamencas; en esas fiestas fue donde yo comencé a cantar junto a las figuras, porque entonces yo era como un novillero y ellos mataores ya consagraos, valga la comparación del cante con el toreo. En aquél tiempo había que esperar a que se acabara la cena para que los cantaores comenzáramos a cantar, teniendo a veces que esperar a que llegaran las cuatro de la madrugá antes de que empezara el cante. A mí no se me pueden olvidar las siguiriyas de ‘Terremoto’, las soleares del ‘Sordera’ y ‘El Juanata’, ni las bulerías cantás y bailás del ‘Borrico’. Luego también los buscaba por Jerez, no solo a ‘Terremoto’ o ‘El Borrico’, también preguntaba por el ‘Tío Agujetas’ y otros artistas de mi tierra. También se dio la circunstancia de que al lado de la fragua nuestra se fundó la Peña ‘Los Cernícalos’ y, claro, siempre que podía me escapaba a escuchar el cante porque nunca faltaba un quejío por siguiriyas ni un buen compás por bulerías.”

P: ¿Tu padre ha sido tu maestro?

R: “Mi padre me ha dao a mí la vida, el eco y el pellizco. Después, cuando yo empecé a despuntar, mi padre me dijo que podía volar solo. Luego tuve la suerte de estar ocho años junto a Mairena y mi cante tiene mezcla de Jerez y de Antonio. En los últimos años de su vida yo estuve muy vinculado con él, pues nos veíamos casi todos los días y fue mi maestro. Me aconsejó que no me saliera del camino de la pureza de los cantes. Nunca se me olvidará la semana que estuvimos juntos grabando ‘Al calor de mis recuerdos’. Soy mairenista hasta lo más profundo de mis huesos.”

En la siguiente entrega ‘Nano de Jerez’ me habló de los cantes de Alcalá, de ‘Joaquín el de la Paula’ y sobre todo de Antonio Mairena.
Rafael Valera Espinosa

viernes, 15 de septiembre de 2017

Crónica flamenca. CASTA Y SENTIMIENTO FLAMENCO EN ‘JOSE EL DE LA TOMASA’.


Alfonso Fernández Malo
Fueron y son amigos, y así se verificó el viernes en la Peña Flamenca de Jaén, durante el acto homenaje a José Giorgio Soto “José el de la Tomasa”, de la XXXII Semana de Estudios Flamencos que la entidad le ha dedicado al cantaor sevillano. Y fue otro sevillano de vivencias y medio crianza, de raíz torreperogileña, Alfonso Fernández Malo, el que supo expresar con sencilla prosa poética –la del pueblo, su pueblo- los aspectos más íntimos y señalados de la artística vida del abuelo jerezano de José, José Soto Loreto ‘Pepe Torre’, hermano del legendario ‘Manuel Torre’; de sus padres Manuel Giorgio Gutiérrez ‘Pies de Plomo’, y Tomasa Soto Díaz ‘La Tomasa’.

Muchas fueron las anécdotas y los recuerdos señalados en la glosa de Fernández Malo a ‘El Tomasa’. Bastantes los entresijos familiares artísticos relatados como el del apelativo ‘Pies de Plomo’, adjudicado de sopetón a su padre cuando pretendiendo a su madre subió a la azotea donde ‘Pepe Torre’ tenía gallos de pelea, y su futura suegra, al pisar el padre de José un pollo sin querer le espetó: ¡Lo pisastes, Pies de Plomo! Alfonso Fernández fue estableciendo las andanzas cantaoras de ‘Pies de Plomo’ por la Alameda de Hércules; los “jondos’ pellizcos siguiriyeros de ‘La Tomasa’, los avances flamencos del homenajeado tras su faceta de telonero del rock andaluz; sus éxitos y vicisitudes de recitales y estancias en los más ‘peregrinos’ lugares como la ciudad de Zamora, donde cantó en la Peña Amigos del Cante, con una temperatura exterior de siete grados bajo cero… Y, especialmente, los ratos vividos en comunión cantaora y tabernaria con gran número de famosos amigos, literatos, artistas del ramo, buscavidas y admiradores del flamenco y del creativo clan jerezano de ‘Los Torre’ afincado en Sevilla.

El de la Tomasa con Paco Cortés
En la contestación cantaora, ‘José el de la Tomasa’, con la prestante y virtuosa guitarra del granadino Paco Cortés, expuso por caña a compás de soleá por burlerías su admiración por el iliturgitano Rafael Romero “El Gallina”, rematada por soleá apola. En las soleares –por bulerías, a veces- José fue dejando la marca familiar de resonancias jerezanas por los aires del trianero Noriega, Alcalá por Juan Talega y la de Joaquín el de la Paula, para rematar con entrega tonal por Triana. Los cantes mineros los ofertó con recreación personal de la taranta-taranto de su tío abuelo Manuel Torre, musicalizando el estilo con alargamiento del melisma y manteniendo a la vez el sentimiento ‘jondo’ del cante. Donosura y gracia rítmica fueron los matices con los que desarrolló las cantiñas-alegrías con referencias de los grandes gaditanos como Enrique el Mellizo, Pericón o Manolo Vargas, estableciendo singularidad artística y aportaciones personales. En los fandangos –estilo que él defiende con pasión- mostró su enjundia y matices propios en el recuerdo de cantaores como Antonio el de la Calzá, José Méndez Bao ‘El Chato Méndez’, y principalmente por su tío-abuelo Manuel Torre.

Su lucimiento personal continuó por el estilo emblema con marca de la casta cantaora familiar como son las siguiriyas. Constatando su gran afición por el cante y su insistente estudio del mismo, José se metió directamente –sin salida, como suele ser habitual por el personalismo- con fuerza y entrega a recordar el tratamiento que de Tío Manuel ‘Cagancho’ ofertó en su día Juan Fernández ‘Talega’. En la misma tesitura serena y ‘jonda’ del cante nos recordó la personalidad del porteño Tomás Fernández Vargas ‘El Nitri’, para finalizar con el aire del gaditano ‘Curro Durse’. Finalizó con un amplio repertorio de bulerías, en las que su personalidad e influencias de su casta cantaora, fueron las mejores premisas para el disfrute de los aficionados.

Como sorpresa de la noche, su nieto Manuel Giorgio de diecisiete años, estableció prestancia, conocimiento, ‘jondura’ y reposo en las soleares de Alcalá por Joaquín el de la Paula y su sobrino Juan Talega, así como por las del trianero ‘Noriega’.


Rafael Valera Espinosa 

jueves, 14 de septiembre de 2017

Por soleá. A VUELTAS CON LA REIVINDICACIÓN FLAMENCA.

Cierto, soy cansinamente reiterativo. Mas, en función de las declaraciones de los artistas y de las actividades que se celebran fuera de nuestras fronteras andaluzas, no tengo más remedio que insistir. El flamenco no recibe el trato que debe en nuestra Comunidad autónoma. Existen demasiados ejemplos de que lejos de nuestro entorno se idolatra nuestra música, y aquí, en Andalucía, por medio de las ayudas autonómicas y provinciales se incentivan las programaciones de otras modalidades que acarrean costos económicos más elevados que los del flamenco. ¡Qué no basta organizar el clásico festival en las fiestas patronales! ¡No¡ Hay otras muchas épocas anuales en las que establecer más actividades flamencas.

Es curioso que en este verano de 2017 la ciudad de Pamplona se haya gastado 400.000€ en actividades flamencas, lo que dividido entre los 201.311 habitantes de la misma, el gasto por persona pamplonesa alcanza casi los dos euros (1,98 concretamente), y así lo viene estableciendo desde hace cuatro años con la puesta en marcha de su programación ‘Flamenco on Fire’, sin contar con otras actividades como por ejemplo la misa flamenca que cada año en la catedral se dedica al pamplonés guitarrista Agustín Castellón ‘Sabicas’.

Si se siguiera la misma pauta, en Jaén, el gasto de 1,98 euros por los 114.658 empadronados en nuestra capital alcanzaría la cantidad de 227.022 euros ¡Qué utopía¡ ¿No les parece? Pero, es que si establecemos el mismo cálculo para Sevilla, para contentar anualmente –insisto, anualmente y no cada dos años por lo de la Bienal- a sus habitantes con programaciones flamencas según el mismo parámetro, habría que invertir 1.383.406 euros. La cantidad para Córdoba se dispara a los 652.643 euros anuales para los 329.618 habitantes censados en la ciudad califal en 2013 (el Ayuntamiento no da cifras posteriores a la fecha). En Málaga, se alcanzaría la cantidad de 1.126.637 euros para los 569.009 pobladores censados. Por su parte, Cádiz necesitaría 235.459 euros para sus 118.919 censados. Y Jerez de la Frontera 421.403 para los 212.830 habitantes. Y para qué seguir.

María Pagés fotografiada por Victoria Hidalgo
Y lo más doloroso aún es que la Universidad Internacional Menéndez Pelayo haya organizado en Santander una actividad complementaria a sus Cursos de Verano: El flamenco, la literatura, el cine y la justicia centrarán la undécima semana de actividades culturales de la Universidad Internacional Menéndez Pelayo, por la que pasarán figuras como la bailaora María Pagés, y la Universidad Internacional de Andalucía ni por asomo ha programado nada de flamenco para sus cursos ni en la sedes Antonio Machado de Baeza, Campus Tecnológico de Málaga, Campus Santa María de La Rábida de Huelva, y Campus ‘La Cartuja’ de Sevilla.

No es extraño que Miguel Poveda se lamente con razón: En España hace falta que se tome conciencia de que el flamenco es una de nuestras músicas más universales, más bellas, más complejas y más emocionantes. Lo dice el público pero también los grandes músicos de todas las disciplinas. Es para sentirse orgulloso.

Rafael Valera Espinosa

miércoles, 13 de septiembre de 2017

Por soleá. BENITO RODRIGUEZ REY ‘BENI DE CADIZ’


No es necesario repetir que en el flamenco no siempre se hace justicia con los artistas. Algunos, por su amplia popularidad, han sido homenajeados –por sus méritos- hasta la saciedad y otros han quedado –quizás con más virtudes- en el olvido. Personajes de la talla del jerezano Juan Valencia ‘Juanito Mojama’, su paisano Manuel Fernández ‘Sernita de Jerez’, el iliturgitano Rafael Romero ‘El Gallina’, la sanluqueña Encarnación Marín ‘La Sallago’, o hasta el propio Tomás Pavón, hermano de ‘La Niña de los Peines’, por citar a los más populares, no han tenido a lo largo de la historia el reconocimiento debido a sus grandes logros artísticos.

Particularmente, considero que el gaditano Benito Rodríguez Rey ‘Beni de Cádiz’ ha padecido la misma injusticia, incluso en la fecha de su óbito acaecido en diciembre de 1992, y pienso que debido a la gran popularidad de José Monje Cruz ‘Camarón de la Isla’, por haber muerto tempranamente cuatro meses antes que su comprovinciano, lo cual considero lógico, mas no en la totalidad. ‘Beni de Cádiz’ ha sido uno de los artistas más completos que ha dado la segunda mitad del siglo XX. Quizás su comportamiento desenfadado y, en ocasiones cómico, le haya restado seriedad a su reconocimiento artístico.

Beni de Cádiz con Rocío Jurado
En su participación en el VI Concurso Nacional de Arte Flamenco de Córdoba, celebrado en mayo de 1971, ‘Beni de Cádiz’ fue el artista más premiado del mismo, consiguiendo el Diploma Especial ‘Silverio’ (él único cantaor de la historia del certamen que lo ganó), el ‘Manuel Torre’ por siguiriyas, y el Enrique ‘El Mellizo’ por alegrías, pudiendo haber conseguido más –según me comentó en su día el crítico y miembro del jurado Agustín Gómez- a lo que algunos miembros del jurado se opusieron porque podía ser escandaloso el resultado, ya que su hermano Amós Rodríguez Rey formaba parte del tribunal artístico. Quiero recordarle a los aficionados que en la fase final de opción a premio participaron también Francisca Méndez ‘La Paquera’, ganó el Pastora Pavón, ‘Curro Malena’ que consiguió el de ‘La Serneta’, ‘Naranjito de Triana’ que se alzó con el de ‘El Canario’, Pedro Lavado que dominó el don Antonio Chacón,  y sin premio otros conocidos y prestantes cantaores como Diego Camacho ‘El Boquerón’, Calixto Sánchez, Jesús Heredia, ‘Curro Fernández’, Alfredo Arrebola, ‘Coronel de Linares, ‘Curro Andrés’, Juan Navarro Cobos, etc.

Amplio de repertorio, ‘Beni de Cádiz’ cultivó con prestancia y conocimiento los cantes por siguiriyas y soleá por los aires del ‘Viejo la Isla’, ‘El Mellizo’ y ‘Curro Durse’. Fue igualmente uno de los primeros cantaores que adoptaron la creatividad de Rafael Romero por rondeñas. Dominaba con ritmo y compás las cantiñas-alegrías, los tientos-tangos, las bulerías, los cantes mineros, los fandangos y las zambras caracoleras, personalidad flamenca esta que fue su santo y seña por haber pertenecido a la compañía que el sevillano formó con Lola Flores.

Espero que en el veinticinco aniversario de su muerte sea homenajeado como demanda su arte.
     

Diario de Cádiz a Beni de Cádiz
              Rafael Valera Espinosa