Sobre las nueve y
media de la noche del sábado pasado, 23 de septiembre, y en la Caseta Municipal
de Bedmar repleta por más de seiscientas personas, comenzó la Trigésimo Primera
Edición del Festival ‘Miga Flamenca’, con un cartel de prestigiosas figuras actuales
de nuestro arte como el gaditano Antonio
Reyes, Pedro Heredia Reyes ‘El Granaíno’, el de la Plazuela jerezana Jesús Méndez, y la malagueña Virginia Gámez, los cuales estuvieron
acompañados por las guitarras de Diego
Amaya, Antonio Luque ‘Patrocinio hijo’ y Manuel Valencia. La coreografía bailaora corrió a cargo de la
ubetense Amparo Navarro y su grupo
Flamenco.
La noche flamenca
la abrió Virginia Gámez con melódico melisma por granaína-malagueña. En los
tientos-tangos recordó al gaditano Manolo
Vargas con inclinaciones a Morente
para derivar a los tangos acordándose de Pastora
Pavón, y copla de Las Grecas por
el estilo y recuerdos de su maestro Naranjito
de Triana. En las soleares se centró por las del Zurraque con matices de ‘El
Arenero’ y Olivé de Triana.
Continuó por cantiñas gaditanas para derivar a las de Córdoba con buena
cadencia y volver a la Tacita de Plata
con adecuado compás. Finalizó con fandangos de Enrique ‘El Almendro’ y matices de su alumno y sobrino Manolo Caracol, continuando por José Cepero y rematar por ‘El Niño Gloria’.
Uno de los
artistas más esperados fue el chiclanero Antonio Reyes por su proyección como
figura actual del escalafón flamenco. Su recital lo inició por
cantiñas-alegrías con evocaciones tonales de ‘Chiquitete’ para centrarse en las cadenciosas de Córdoba, volver a
su tierra por la de ‘La Contrabandista’ de Ramón
Medrano, realizadas con fuerza y personalidad. Caracol fue el protagonista de su repertorio solearero por los
personalismos de ‘Curro Frijones’, Enrique ‘El Mellizo’ y Tomás Pavón. Abordó seguidamente una
zambra caracolera que le sirvió para enlazar los tangos con resonancias copleras y matices
‘acamaronaos’, finalizándolos con un fandango de ‘El Gloria’ por el compás del estilo. Fueron sus siguiriyas donde
constató su arte de primera figura actual, realizadas con pellizco y ‘jondura’
por Tomás ‘El Nitri’, sentimiento y precisión
en la evocadora de Joaquín ‘Lacherna’ por Manuel
Torre, y prestante y sentido remate por la cabal de ‘El Fillo’. En línea reposada y recuerdos de ‘Camarón’ se lució por bulerías con dominio del compás. Finalizó por
fandangos de Manolo Caracol.
Amparo Navarro
evidenció medida del escenario y prestante juego de brazos en su baile por
soleá y muy concretamente en las partes lentas, para apoyarse en el taconeo
durante la derivación a las bulerías con buena composición de figura. Estuvo
arropada por la profesionalidad en estos menesteres de las voces del linarense
Agustín Navarro y la del cordobés Miguel del Pino, así como con la guitarra de
su paisano ‘El Pérez’, el cual supo darle los arropos necesarios.
Jesús Méndez nos
trasladó nuevamente a las tierras de Cádiz, concretamente a Jerez, su tierra,
con unos iniciales tientos que nos recordaron las personalidad de ‘Fernando Terremoto’, así como la
creatividad de ‘La Niña de los Peines’.
En las soleares se apoyó en Manuel Torre por el localismo de Alcalá de
Guadaira, también en Juan Talega,
para continuar con una entremezcla entre el iliturgitano José Yllanda y la jerezana María
‘La Andonda’, para rematar por ‘Paquirri
el Guanté’. Por cantiñas se acercó a la escuela gaditana de Aurelio Sellé con precisión y
conocimiento, continuando por alegrías con matices de Pericón de Cádiz. Prestante y con potencial tonalidad fue su oferta
de las bulerías con reminiscencias de los ‘Sordera’,
influencias de ‘La Paquera de Jerez’
y Manolo Caracol, para finalizar por la creatividad de ‘El Gloria’ y su hermana
‘La Pompi’. Remató por fandangos con
evocaciones de ‘Caracol’ por ‘Terremoto
de Jerez’ y por Francisca Méndez ‘La Paquera’.
Cerró la ‘31 Miga
Flamenca’ de Bedmar Pedro Heredia Reyes ‘El Granaíno’, iniciando su puesta en
escena con soleares de Enrique ‘El Mellizo’ y aires personales, recordando
posteriormente la estructura de las de Alcalá por Juan Talega, las apolás de Antonio
Fernández ‘Fosforito’ y ciertos
recuerdos de Morente. Quiso rendir homenaje a su paisano Enrique y lo
estableció con una creación del granaíno a través del cante por tientos.
Seguidamente, utilizó una nana flamenca para derivar a los cantes mineros,
desarrollando con conocimiento los personalismos de Fernando el de Triana, del ‘Cojo
de Málaga’ por los ecos de ‘Porrina
de Badajoz’ y de Pastora Pavón a
través de la conocida como ‘La Gabriela’. Bien estructuradas y melódicamente
tratadas fueron sus granaína y media granaína, las cuales remató con fandango
abandolao que recordó el eco de ‘El
Carbonerillo’. Amplias y bien acompasadas fueron sus bulerías con recuerdos
y homenaje a ‘Camarón’ y sus trabajos con Raimundo
y Rafael Amador, redondeando con
prestancia su apuesta con un final siguiriyero por el compás del estilo
evocativo de la escuela de ‘Cagancho’,
a través de Tomás Pavón. Finalizó con fandangos.
Rafael Valera Espinosa
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