martes, 26 de julio de 2016

Memoria flamenca. JUAN CARMONA “HABICHUELA” (III)

"LE DIJE A MAIRENA ¡QUE BIEN HAS CANTAO, CON QUE PERFECCIÓN!"


 En el relato de sus vivencias, Juan Carmona Carmona “Habichuela”, me fue estableciendo el ejemplo del guitarrista flamenco de mediados del siglo pasado: honesto, trabajador, profesional y eminentemente artista. Como ha venido especificando a través de sus respuestas, Juan ha tenido siempre la certeza de ocupar el lugar que su arte atesoraba, el de primera figura de la guitarra flamenca para engrandecer a sus acompañantes. Tarea responsable, difícil, significada y prestante a pesar de ser el segundo de la fila con las suficientes garantías y calidades para sobresalir como el verdadero protagonista. Son muchos los que se han apoyado en su toque flamenco para alcanzar la fama.

La pasada semana Juan “Habichuela” recordaba como con diecisiete años empezó a ganarse la vida acompañando al sevillano Antonio el de la Calzá:

Estuve con él cinco años. En aquellos tiempos un monstruo cantando por fandangos. Pa mi ha sio el mejor que ha cantao por fandangos de toos los que yo he escuchao. También estuve con Antonio el Gitano, que entonces también se estaba buscando la vida en Graná. El mencionado “Gandinga” que cantaba, como he dicho, muy bien por soleá. Ellos tenían cuarenta o cincuenta años y yo dieciocho. Y siempre escuchando y aprendiendo. Insisto, modestia aparte, toque mejor o peor, lo que si he sio es un buen aficionao desde que tenía babero. Me ha gustao y me gusta mucho el flamenco.”

“Cuando llegaban a Graná las troupes, me cogía mi padre -que en paz descanse- y nos íbamos a verlos. Allí llegaban Canalejas de Puerto Real, José Cepero, la Niña de la Puebla, Luquitas de Marchena… que todos iban a la plaza de toros vieja de Granada. Me cogía de la mano mi padre y yo me quedaba embelesao escuchando a esa gente. Ramón Montoya… ¡como tocaba la guitarra…! Entonces no había esa megafonía que hay hoy.”

“Luego me casé en mi tierra y me fui con Gracia del Sacromonte, una bailaora de mi tierra que estuvo con “José El Greco” en América y que era también sobrina del que me enseñó a tocar la guitarra, el Juan el Ovejilla, que antes te dije. Estuve con ella como un año o un año y medio, y después, Mario Maya –en Graná- me dijo que me fuera con él, que por aquella época debutaba en “El Duende”, en Madrid. Debutamos en el tablao de Pastora Imperio hace casi treinta años. Posteriormente, nos pasamos a Torre Bermeja, pues con Mario estuve bastante tiempo. Después me fui a la mili y cuando me licencie grabé mi primer disco con Rafael Farina, el famoso disco de la grabación “Por Dios que me vuelvo loco”, en Barcelona. Volví a Madrid y al poco tiempo grabé el disco de Manolo Caracol, que por aquél tiempo estaba bastante tocao de la voz por la edad, pues tenía sesenta y algo de años, que por cierto estuvo muy bien y ahí está el disco. Luego, comencé a acompañar a Fosforito, que por cierto, hicimos una tourné por América, la cual recorrimos de punta a punta. Volvimos a España y comenzamos los festivales flamencos. Por aquella época los pioneros de los festivales eran Fosforito, Jacinto Almadén, Jarrito, Terremoto de Jerez… y los guitarristas Melchor de Marchena, Juanito Serrano, El Poeta y yo.”

En aquellos tiempos, aunque la entrevista se la realicé en 1986, me remití a los festivales anteriores, ya que eran el tipo de espectáculos que nos concentraban a los aficionados, pues las peñas que entonces no eran tan numerosas carecían de economía suficiente para contratar a las figuras, y tenía curiosidad por conocer los entresijos de los mismos, y le solicite que me hablara de aquellas sesiones artísticas:

“Yo tengo un recuerdo de Antonio Mairena –que en paz descanse- en un festival de Granada que no le cogió bien de voz. No estuvo bien. Allí estaba Juan Talega y el hijo de Manuel Torre. Y Mairena dice ¿Aquí no hay nada que beber? Y Manuel Martín Liñán -¡qué gran aficionao!- dice, ¿Qué quieres? ¡Tráete dos botellas de whisky! Y el hombre –se refería a Mairena- con too el miedo que tenía porque aquello estaba hasta los topes, con cerca de cuatro o cinco mil personas… se bebió casi media botella en poco tiempo y no cantó bien. Repito que no estaba bien de voz pero no cantó malamente porque Mairena no sabía cantar malamente. Antonio era un cantaor que todo lo sabía cantar. Pero físicamente no estaba bien de la voz. Total, que se termina el festival y me voy al hotel a dormir, y a los diez minutos viene Manuel Martín Liñán… ¡Venga, hombre, que estamos ahí en “El Alamo” Antonio Mairena, Meneses…! Y allí fue una de las mejores veces que yo he escuchao cantar a Mairena en todo el tiempo que llevo de artista. Cantó lo menos quince palos, por soleá, ocho o diez letras por siguiriyas, cantó por alegrías… ¡Bueno, yo que sé lo que canto! Y le digo a Mairena ¡Qué bien has cantao, con qué perfección! Yo hubiera querio que hubieras cantao así en el Paseo de Los Tristes ante esa gran cantidad de aficionaos que hubieran disfrutao escuchándote así. Y me dice… ¡Cuanto sabes! Qué diferencia de cantar en el Paseo de Los Tristes y aquí. Y es que a Mairena –a veces- le daba miedo de cantar ante un público tan numeroso.

Y como esos recuerdos muchos de los festivales. La primera vez que yo le toqué a Jacinto Almadén en Granada fue en un festival. En los ensayos me dijo ¡Juan, no me vayas a sonar mucho la guitarra! Pues no le hice casi ná, hasta el punto que me dijo ¡Bueno, Juan, suena ya!”

Como a los cantaores casi siempre les preguntaba en que cante se encontraban más cómodos, más felices, a Juan Carmona le inquirí si existía para él un toque perfecto:

“Perfectos son casi todos los toques. Para hacerlos bien todos son bonitos. A mí me gusta mucho la soleá, siguiriyas… El taranto me encanta, la bulería también. Si se hacen con el corazón todos los toques son bonitos. La soleá es lo que más me gusta.”

Esta fue una pregunta muy significativa por lo que después declaró Juan Carmona Carmona “Habichuela” en las siguientes sobre la guitarra flamenca, el toque antiguo y el moderno de aquellos tiempos, los añejos maestros y las nuevas figuras.
Continuará.


Rafael Valera Espinosa    

lunes, 25 de julio de 2016

Por soleá. Innovaciones en Pepe Justicia y José Mercé.


A pocos aficionados he de referirles quienes son estos dos magníficos artistas del flamenco. El jerezano José Mercé es bien conocido por su arte y sus evoluciones flamencas tras una amplia trayectoria con los mejores de esta música. El de Mancha Real, José Moreno Justicia “Pepe Justicia”, es uno de los mejores guitarristas flamencos de los últimos tiempos, con más categoría artística que bastantes de los que hoy suenan como primeras figuras del instrumento. Y ambos protagonizan la columna de hoy por sus comedidas declaraciones e interesantes trabajos.

Pepe Justicia es desde el año 2007 profesor de Guitarra Flamenca en el Conservatorio Superior de Danza de Málaga. De trayectoria netamente flamenca desde que se diera a conocer como ganador del Concurso de Guitarra Flamenca de la jerezana Peña “Los Cernícalos” a comienzos de los ochenta, su prestigio se fue incrementando con premios como los Internacionales de Guitarra Flamenca de Jerez en 1987 y 1999, o el Nacional de la Crítica al mejor disco de Guitarra Flamenca en 2003. Lo referido le sirvió para, tras su época de acompañamiento a figuras como Morente, Chocolate, Gabriel Moreno, Capullo de Jerez, Joaquín Grilo, La Tati, Carmen Cortés, etc., triunfar como concertista en Reino Unido, Francia, Holanda, Alemania, Portugal, Italia, México, Yugoslavia, Estados Unidos, Suiza, Venezuela, Montecarlo, Marruecos, etc.

Dice la noticia que “El jiennense acaba de publicar 'Goldberg', un disco en el que por primera vez ha adaptado al flamenco dieciséis de las históricas treinta variaciones del músico Juan Sebastián Bach”. En sus declaraciones Pepe Justicia expresa la laboriosidad que le ha supuesto el trabajo: “Primero había que desbrozar una partitura para teclado barroco, comprenderla, sacar todas las notas y luego darle el sentido flamenco. Y, ¿qué tiene el flamenco que no tenga el clásico? El ritmo. En el flamenco el ritmo es más importante, siempre hablando grosso modo. He transformado la partitura para piano en dos guitarras y le he dado el punto flamenco con las intenciones rítmicas y la aportación de palmas, castañuelas, percusiones de las que se usan hoy día.”. Trabajo de genio del jiennense.


Por su parte, José Mercé ha manifestado recientemente en Ceuta que: “En el flamenco hay que innovar, pero lo que no se puede hacer es engañar a nadie…” “…es muy importante la innovación en todas las músicas y hay que arriesgar aunque te equivoques, respetando siempre nuestra base y nuestra raíz.” Ante estas manifestaciones hay que descubrirse, porque esa es la verdadera cuestión, mantener la defensa de nuestra cultura andaluza, arriesgar con categoría y precisión creadora como hicieran Chacón con las malagueñas, Pastora Pavón con las bulerías, Luis López “Niño de las Marianas” con las marianas, o Pepe Marchena con las colombianas. 

José Mercé con Habichuela
Por aquí va el tema y no por atacar a quien disienta de sus trabajos y lo menosprecie con el calificativo de “purista”. Bien claro lo dejó El Lebrijano cuando expresó que “si no tienes ortodoxia no sabes”.

Rafael Valera Espinosa

jueves, 21 de julio de 2016

Por soleá. Concurso de tarantas de Linares.

El Ayuntamiento de Linares tiene ya bien programando el LII Concurso Nacional de Tarantas,  certamen que da prestigio y nombre a la cuna de los cantes mineros, el cual se desarrollará en dos fases, la de selección, que se celebrará en este mes julio, concretamente a partir del próximo viernes día 15, y cuyas sesiones se desarrollarán en el auditorio municipal del Pósito. Por su parte, la Fase Final del Concurso de Cantes de Libres Elección se llevará a cabo el día 19 de agosto,  y la Final de Tarantas al siguiente día 20 de agosto de 2016, ambas en el Teatro Cervantes, de Linares. El Concurso sigue teniendo una alta  popularidad, ya que han sido cuarenta las solicitudes de artistas que expondrán sus méritos cantaores para alcanzar los tan deseados y prestigiosos premios.
La apuesta del concejo linarense es interesante y, por los premios, lucrativa, pues el primero de tarantas está dotado con 6.000 euros, y el segundo con 3.000. Por su parte, los correspondientes a los del grupo de los cantes libres tienen una cuantía de 3.000 y 2.000 euros, respectivamente. Existe igualmente una dotación de 800 euros para el galardón Fernando Medina, al cual optaran los concursantes menores de 25 años. La persona que resulte ganadora del Primer Premio de Tarantas se compromete a dar un recital en el lugar y fecha que acuerde con la Organización.
Como bien dicen los apartados de las bases 3.1.c. Es obligatoria la inscripción en los dos grupos: Tarantas y Cantes de Libre Elección. Las personas que queden finalistas en las dos modalidades deberán presentarse obligatoriamente a la fase final de ambas; y el 3.2., Que quienes ganaran el Primer Premio por Tarantas en anteriores ediciones no podrán optar al premio en esta misma modalidad hasta que no hayan transcurrido tres años desde la obtención del premio. Estas precisiones tienen un carácter muy formal para el prestigio del Concurso, ya que puede darse que un participante solo sepa cantar magníficamente por tarantas y tendría la posibilidad de llevarse el premio varias veces, lo cual sería legítimo pero reduciría la brillantez del mismo y por tanto su popularidad.
Y una observación final desde el punto de vista personal. No me parece necesario conceder aspectos culturales propios de la cultura primigenia flamenca de Linares, porque no son tales, cuando en la presentación del Concurso se especifica que: “…sino también del llamado cante de Levante, en el que está incluida la Taranta Minera.” La taranta es el cante original de los denominados “cantes mineros” y de ahí progresan y se derivan a otras comarcas. Cuando se cita “Cantes de Levante”, desde mediados de 1850 se refieren al levante flamenco de Andalucía la Baja, Cádiz, Sevilla, Málaga y Córdoba señalaban y señalan a Jaén, y muy concretamente Linares, porque ese es su levante cantaor y geográfico. El de España es Castellón, Valencia, Alicante y Murcia. En estas provincias hay poco flamenco, el que llevaron los linarenses.
Rafael Valera Espinosa

martes, 19 de julio de 2016

Memoria flamenca. JUAN CARMONA “HABICHUELA” (II)

"A LOS DIECISIETE AÑOS ME BUSCABA LA VIDA CON ANTONIO EL DE LA CALZÁ."

Refería Juan Carmona “Habichuela” en la entrevista que le realicé en el año 1986, como los artistas después de sus actuaciones se reunían en los cuartos de cabales de las ventas y se cantaban y tocaban unos a otros, especificando que se escuchaban entre ellos y cada uno cogía lo que más le interesaba o le gustaba del otro, lo acrisolaba con su creatividad y se engrandecían las escuelas flamencas. Solamente una vez Juan no estuvo de acuerdo con el comportamiento que un gran maestro de la guitarra flamenca como Manolo de Huelva, y este fue relato:

- “Tan solo te voy a contar una anécdota que me paso con Manolo de Huelva. Yo creo que ha sido el único que nos dio portazo. Estaba entonces en el final de su carrera y tocaba en la Venta de Manzanilla, en Madrid, en la carretera de Barcelona. Fuimos un día allí Juan Maya “Marote” y yo, y le dije ¡Juan, no digas na! Porque sabíamos lo raro que era. Nos metimos en el cuarto y me dice, Juan ¿Qué cantaor hay? A mí no me importa, el que haya que entre, yo vengo a escuchar a Manolo de Huelva. Entró el “Cojo de Madrid” que era el que había, nos sentamos, se nos queda mirando… ¡Claro! Manolo de Huelva no nos conocía, nosotros a él sí. Como en aquella época tocábamos también pa bailar, teníamos en las uñas ese pegamento que se echa cuando se toca en estas circunstancias. Se nos queda mirando las uñas y nos dice ¿Qué venís a copiarme? Lo que yo hago se lo va a comer la tierra. Cogió su guitarra, la metió en el estuche y nos dejó allí con el cantaor. Entonces, cogió la guitarra Juan Maya y estuvimos escuchando al “Cojo Madrid”. Esto es una excepción porque Manolo era muy raro. Pero, hoy hay más malicia que antes. Antes me decían ¡Juan, haz una falseta que te guste! O yo le decía, por ejemplo, a Melchor de Marchena, Melchor toca esa falseta por soleá otra vez que me ha gustao mucho ¡Ahora mismo! Y la hacía. ¿Pero hoy? Hoy está cantando un cantaor y hay otro escuchándolo y dice que  eso no es así. Y me pregunto yo ¿Cómo es entonces…?”

La casa de los “Habichuela” hoy en día es muy numerosa. Sin lugar a dudas, tú has sido el que les ha dado popularidad ¿Se puede decir que los “Habichuela” han creado escuela?

Habichuela con Juan Manuel Rodríguez Sarabia "Chano Labato"
- ¡Bueno, en algunas cosas quizás te pueda decir que sí! Por ejemplo, en el acompañamiento ahí está lo que he hecho. Hoy en día hay mucha gente que se come la guitarra, que la toca fenomenalmente, pero a la hora de acompañar el guitarrista tiene que pararse, escuchar al cantaor y ayudarle, sobre todo cuando tiene la voz rozada. No meterle variaciones largas, hacerle cosas raras para dejarlo más afónico, sino ayudarle para que se tranquilice y pueda salir de lo que está haciendo porque está físicamente mal. Eso es lo que tiene que hacer un guitarrista que acompaña. Y hoy, que me perdonen muchos guitarristas que hay que tocan muy bien, están locos porque el cantaor termine la salía, para empezar a picar y hacer cosas que arranquen el aplauso. Yo lo hago también algunas veces, pero no es eso. Cuando el cantaor termina su cante se le hace una variación cortita y entra otra vez. Se le ayuda a respirar y a entonar de nuevo.”

¿Se subordina la guitarra así, o mantiene su papel esencial de acompañamiento a la vez que adquiere un protagonismo similar al del cantaor?

 –  ¡Hombre! Si es un guitarrista responsable, ahí está su labor. Nosotros hemos tenido mala suerte en eso, porque la figura es el cantaor y nosotros somos la segunda figura, si se le puede llamar así. Entonces, si hay un guitarrista que le acompaña bien, es otra figura. Ahora, si se quiere destacar por encima del cantaor, ya no lo es. Y hay muchos que quieren sobresalir. Yo conozco a bastantes que les pegan más aplausos que al cantaor. El cantaor es el mataor y el guitarrista el banderillero. Hay que dejarlos cantar y, si el guitarrista quiere sobresalir que haga después dos solos para que el público sepa que también es figura. Pero mientras el cantaor está actuando, el guitarrista tiene que estar supeditao a lo que hace el cantaor.”

Por aquellas fechas, los festivales eran numerosos y ciertamente que había tocaores que querían sobresalir por encima del cantaor. Los aficionados considerábamos las actitudes y, aunque siempre valorábamos las virtudes del guitarrista, el duende nos lo despertaba mayormente el cantaor.

El aspecto señalado por Juan Carmona significaba mucho para mí, entre otras cosas porque existían algunos colectivos que se inclinaban por resaltar más al guitarrista y a veces me reprochaban que en mis críticas periodísticas y radiofónicas no estuviera de su parte. Pienso que Juan dejó bastante claro el tema poniendo a cada uno en su lugar.

Volví nuevamente a que Juan Carmona “Habichuela” me hablara de sus correrías y sus compañeros de Granada:

- “Con los cantaores he tenido muchas vivencias. El que más me gustaba en Granada era Juanillo el Gitano. Aún estando en Madrid, en Torre Bermeja, ganaba por aquella época quinientas cincuenta pesetas y todos los días ahorraba quince o veinte duros, y cuando juntaba diez o doce mil pesetas, eso es muy importante en el aficionao –yo voy a hablar ahora como aficionao-, cogía este dinero y me montaba en el tren por la noche y amanecía en Graná. Llevaba en mi mente lo que me iba a gastar, que me quedara dinero para el viaje de vuelta. Luego, dos mil pesetas para Juanillo el Gitano, otro tanto para el guitarrista y a tirarme todo un día entero con Juanillo. ¿Qué me cantaba…? ¡Magnifico!, ¿Qué me hablaba…? ¡Mejor! Nos comíamos nuestros pollos con ajos en la venta, hasta que solo me quedaba dinero para la vuelta a Madrid. Eso lo he hecho muchas veces por escuchar a ese gitano granaíno.

Luego tengo otras vivencias en Graná con muy buen sabor. Allí llegó uno que le decían Enrique el Gitano, que ya murió, y cantaba por tarantas muy bien, pero que muy bien. Yo iba detrás de él como un perrillo. Me decía “¡Niño que siempre estás…!” Yo tenía quince o dieciséis años. Y se acompañaba solo. Luego estuvo "El de la Calzá" y con él me buscaba yo  ya la vida”.
Rafael Valera Espinosa
(presidente de la Peña Flamenca de Jaén y flamencólogo)

lunes, 18 de julio de 2016

Por soleá. Juan Peña Fernández "El Lebrijano".

Nuevamente el flamenco se viste de luto. Como todo en la vida, en nuestro arte sucede igualmente. Mas, como las vivencias han sido intensas, y numerosas en el tiempo, estos acontecimientos luctuosos nos parecen de más intensidad y nos van confirmando que “Todo pasa y todo llega”. Ha muerto Juan Peña Fernández “El Lebrijano”. Otro entrañable amigo que ha venido llenando de música flamenca nuestra existencia con una trayectoria jalonada de méritos e intentos de contrastar –generalmente con aciertos- musicalmente culturas que han podido mantener alguna afinidad con su arte, lo cual le permitió ocupar un lugar preferente en el escalafón histórico de los artistas andaluces, nacionales e internacionales.

Juan “El Lebrijano” supo  mediatizarse en sus comienzos con el arte de su entorno familiar y artístico, el que hubieran deseado innumerables figuras flamencas. En su día me refirió en relación con el protagonismo que tienen los artistas aficionaos que “Es muy importante conocer a esta gente y recuerdo con mucho cariño –como buena cantaora sin ser profesional- a Fernanda La Pinini; también al “Borrico de Jerez”, al cual he escuchao como creo que no había escuchao antes a nadie; y puedo seguir enumerando así a muchos artistas como a Tía Anica “La Piriñaca”, a Tío Bacán, a mi padre, a mi tío Bastían, a mi tío Perrate, a Juaniquí, al Chozas…”

Recuerdo con especial emoción sus discos “La palabra de Dios a un gitano”, de 1972, y “Persecución”, de 1976, en colaboración con el también desaparecido poeta Felix Grande, en el que incluyó sus cantes por “galeras” y “caravanas”, y que posteriormente me las definió así: “La galera es una música nueva que tiene la influencia de lo que tú quieras, pero que no se le parece a nada” y, “Para mí el cante por caravanas es mejor que las galeras. Lo que pasa es que el tema de la caravana no está terminao y el de la galera sí, pero como tengo cuarenta años (risas) ya lo terminaré”. Después publicaría entre otros, trabajos de la talla de  Ven y sígueme,  con Rocío Jurado y el Manolo Sanlúcar. Encuentros, con la Orquesta Andalusí de Tánger y Paco Cepero. Tierra, con letras de  Caballero Bonald. Casablanca. Lágrimas de cera. Sueños en el aire. El Lebrijano con Manolo Sanlúcar y Pedro Peña. Puertas abiertas. Cuando Lebrijano canta se moja el agua,  con su sobrino Dorantes y letras de Gabriel García Márquez, etc.

Fue un artista valiente que abordó cualquier idea que tuviera algunos visos flamencos para poder cuadrarla en los ritmos y los compases de nuestra universal música, mas siempre con un criterio firme y netamente musical: “La ortodoxia es la ortodoxia, pero la ortodoxia sin la heterodoxia tampoco sería tan…” (Sic) Y más adelante: “Lo que quiero decir es que la ortodoxia está muy bien, porque si no sabes la ortodoxia como te vas a salir, estás pecando, no sirves”.

            Descansa en paz.

Rafael Valera Espinosa

lunes, 11 de julio de 2016

MEMORIA FLAMENCA. Juan Carmona Carmona “HABICHUELA” (I)

- “ACTUÉ CON LA PAQUERA, FOSFORITO, BAMBINO, EL GÜITO, JARRITO…”

Corría el comienzo del verano de 1986, y mis impresiones sobre la guitarra flamenca tras la entrevista realizada dos meses antes a Paco de Lucía estaban a flor de piel. La subyugación por el uso del instrumento para la fase de solista o interprete de  concierto que Paco me había establecido, y mi convencimiento tras algunas de sus respuestas sobre la idoneidad de aprender acompañando para luego establecer la propia personalidad, las tenía muy presentes. Dialogar después a uno de los maestros sinceros, humildes y conocedores de los entresijos del acompañamiento como Juan Carmona Carmona “Habichuela”, fue un colofón en mis expectativas de aficionado flamenco. Ahora, tras su muerte, mi memoria se acrecienta, sufre… mas, igualmente se emociona y disfruta al evocar los memorables momentos vividos con este legendario guitarrista, amigo de sus amigos, y también entrañable amigo con el que disfruté en muchas reuiones de cabales flamencos.

La primera pregunta fue muy clásica: ¿Cuándo y de donde tu afición?

– “Antes de tocar la guitarra bailaba. Fui bailaor. No es que fuera un fenómeno, pero bailaba bastante regular y eso que no me gustaba el baile. Mi padre me tocaba y cada vez que bailaba, notaba que a mí no me gustaba esta faceta flamenca. Veía a Mario Maya que entonces empezaba… Bueno, empezamos los dos juntos a bailar con Juan Maya “Marote” en las cuevas de Graná. Y cuando yo veía a ese niño bailar, decía pa mí que iba a ser un monstruo. Claro, cada vez que me tocaba mi padre, yo estaba loco por termina y entonces le cogía la guitarra a él. Apenas alcanzaba a subirme a unos taburetillos que había en un bar que le decían “El Mesón”, y allí ponía el pie y comenzaba a tocar. Mi padre me decía ¡Niño, tu a lo tuyo, a bailar! Y me quitaba la guitarra, Yo le decía “¡Papá… Tú me perdonas pero a mí no me gusta bailar!  Así que en aquellos años, después de terminar de bailar me sentaba y cogía la guitarra.

Por aquella época había en Granada un monstruo –vocablo muy habitual de Juan para describir a sus admirados- que se llamaba “Juan El Ovejilla”, que, por cierto, no lo ha conocido nadie. Su verdadero nombre era Juan Hidalgo López y tocaba la guitarra muy bien. Llegaba Ricardo –se refería a Manuel Serrapí “Niño Ricardo”- con Valderrama (en la troupe flamenca montada por el torrecampeño para actuar en Granada)  y preguntaba por él para escucharlo. Era un monstruo. Ese fue el que me enseñó a tocar la guitarra. Así empecé y hasta ahora.”

-¿Y lo de “Habichuela?

– Por mi padre. El era bajito como yo. Vestía muy bien y decían: ¡Míralo, parece una habichuelita! De ahí el apodo. También por la forma de acompañar que tenía cierto parecido con Juan Gandulla “Habichuela”. Porque mi padre ha acompañado a mucha gente”. Yo conocía por conversaciones y tertulias tabernarias y festivaleras con Juan que había igualmente otro guitarrista de bastante calidad en la familia y era muy apreciado por nuestro protagonista. ¿Y tu tío Miguel? –Mi tío Miguel tocaba en la danza (la danza significaba  y significa que acompañaba al baile). Ahora no toca porque está malillo, pero casi siempre ha estao dedicao a la danza. Pero es un buen aficionao a la guitarra y al cante”

En aquellos tiempos, cuando Juan y yo dialogamos hacía treinta años, lo cual son sesenta al día de la fecha, los tocaores para el baile no eran tan significativos como los que acompañaban al cante. Eran algo así como los banderilleros del flamenco. Bien está demostrado, como me dijo Paco de Lucía, que para ser buen guitarrista había que pasar por el acompañamiento al baile –lo que propiciaba un perfecto dominio del compás y el ritmo- y también al cante. Y continuó Juan Carmona “Habichuela” recordando a su tío Miguel “Tengo una cinta de Juanillo “El Gitano”, que me regaló Luis de la Rosa Galán, y en ella le acompaña mi tío Miguel. Mi tío es más aficionao al cante que a la guitarra.”

De Izquierda a derecha: Juan Carmona Habichuela, Luis de la Rosa, Joaquín Sánchez, Juan Antonio Ibáñez, Enrique Morente y Rafael  Valera.
¿Cómo era el flamenco del Albaicín? ¿Había afición entre los artistas…?

– “Yo recuerdo muchas de las cosas y de las circunstancia que hacían que el flamenco se viviera mejor en aquella época que en esta. Ahora el flamenco es más monótono. Antes íbamos a escucharnos unos a otros. Por ejemplo. Una vez vino a mi tierra –la entrevista se la realicé en la Peña Flamenca de Jaén- uno que le decían “Gandinga” que cantaba por soleá fenomenalmente bien. De chiquitillo le he tenío mucho amor  al cante. Terminábamos en la danza, en las cuevas…  y nos íbamos a una venta que le decían “Zoraida” a escuchar a este “Gandinga”. Te estoy hablando de hace treinta o treinta y cinco años (en la actualidad sesenta o sesenta y cinco). Ponía cada uno quince o veinte duros, pedíamos de beber y comer, cogía yo la guitarra, cantaba Juan “El Gitano” y bailaba Mario Maya. Esto es lo bonito, nos escuchábamos unos a otros. Hoy es distinto. Estamos en un festival y –sálvese el que pueda- nos comportamos como locos por entrar, coger el dinero y largarnos. Y no nos importa si hay alguien que cante o toque bien y quieras escucharlo. Modestia aparte, soy un buen aficionao al flamenco… me gusta mucho el flamenco. Entonces, yo voy a los festivales y pienso a veces ¡Hay que ver este hombre que ha salió nuevo lo bien que canta!, me gustaría escucharlo en un cuarto. Y no lo puedo escuchar. Antes si se podía escuchar a ese alguien en un cuarto.

No solo sucedía esto antes en Granada, también en Madrid. Estaba yo en el tablao “Torre Bermeja” y allí había una baraja de artistas: La Paquera, Bambino, Fosforito, Jarrito, El Güito, Mario Maya… Y pasaba lo que en Granada. Poníamos veinte duros, alquilábamos dos o tres coches, nos íbamos a una venta y nos escuchábamos unos a otros y además sin ninguna malicia. Tan solo te voy a contar una anécdota que me pasó con Manolo de Huelva…"

Pero, esta la dejaremos para la semana que viene. 

Rafael Valera Espinosa

miércoles, 6 de julio de 2016

Por soleá. VICKY ROMERO, CANTAORA.

Aunque su nombre no suene como debiera, en Jaén tenemos una prestante cantaora que responde al nombre de Vicky Romero, la cual viene estableciendo su maestría flamenca no solo cantando, también impartiendo señaladas clases de nuestro arte a todas aquellas y aquellos que se interesan y aman nuestra música en la Universidad Popular Municipal de nuestra capital.

Dice su biografía que nació en  Sardañola del Valles (Barcelona) y que comenzó sus estudios de flamenco en 1984 en la Peña Flamenca A.C.R Casal de Cerdanyola como seguidora de la escuela de José de la Vega en el baile. En 1988 recibe en Cerdanyola el Diploma de Honor de la “Mostra de Dança Popular”. En abril de 1989, con 13 años obtiene el Primer Premio de Cante Flamenco, otorgado por la Generalitat de Catalunya en el concurso “El Arte Adelante” de Sabadell. A partir de ahí empieza su carrera artística que sabrá compaginar con diversos estudios autodidactas interesándose por la historia del flamenco. Vicky Romero se define como “una cantaora con una apertura musical grande que no está encasillada en la rigidez estricta del flamenco”, mezclandolo con otras músicas. Su arte se conoce en ciudades como Viena (Austria), Roma (Italia), y en países como Francia y Suiza, compartiendo cartel con los mejores cantaores flamencos de España: “Fosforito”, Mayte Martín, Joselito de Lebrija, José de la Tomasa, Rancapino, Carmen Linares, o Miguel Poveda, etc.

Posiblemente mi opinión más certera se defina con precisión en dos de las críticas que le hice en uno de los Festivales Flamencos “Pepe Polluelas”, y en una Semana de Estudios Flamencos de Jaén: “El espectáculo lo abrió la cantaora local Viky Romero con alegrías, en una línea cadenciosa, con fuerza y determinado gusto. En las soleares mantuvo la misma tónica reposada del compás del tres por cuatro, evocando sonoridades alcalaínas, las trianeras del Zurraque, algo de Utrera con visos de La Serneta, y un remate por Juaniquín de Lebrija. Para desarrollar las malagueñas eligió en primer lugar la granaina aureliana, la cual enlazó con la de Juan Reyes “El Canario” matizada de fuerza y adecuado melisma, para finalizar por aires abandolaos. Su admiración sobre Pastora Pavón la canalizó por bulerías y entonaciones de lo que La Niña denominó “lorqueñas”, para continuar por coplas y ecos de Jerez.”

Y en la otra: “Más tarde, la cantaora Vicky Romero, de cuna catalana y ascendencia jaenera, fue mostrando sus cualidades artísticas a través de cantiñas con buen compás y determinado acercamiento a Chano Lobato, para continuar con soleares  y establecer un adecuado seguimiento de la creatividad de Fernanda de Utrera, rematando el estilo con entrega y conocimiento por Juaniquín de Lebrija. (.,.) Reivindicando su origen jiennense y familiar, entonó cantes de trilla que me recordó la escuela de Bernardo el de los Lobitos. Retomó el compás flamenco para realizar tangos con buen ritmo y algunas resonancias de La Niña de los Peines…”

Este es el buen arte de Vicky Romero.

Rafael Valera Espinosa

Por soleá. MANUEL MORENO JIMENEZ “MORAO DE JEREZ”.

El pasado mayo se cumplieron quince años desde que la Peña Flamenca de Jaén le rindiera homenaje a Manuel Moreno Jiménez “Morao de Jerez” con la celebración de la XVI Semana de Estudios Flamencos de la Peña Flamenca de Jaén. Y catorce del debate establecido dentro del jurado del premio “Compás del Cante” de la Fundación Cruzcampo, en el que los criterios flamencos de nuestro representante, Ramón Porras González, hicieron que el veredicto se inclinara hacia la figura del eminente guitarrista. Hace unos días me enteré que en su tierra, a veces tan olvidadiza de sus grandes figuras, le van a reconocer sus méritos artísticos con el ciclo “LA OBRA DEL PATRICARCA MANUEL MORAO”. Encuentro con su conocimiento. Jerez, del 23 al 25 de Junio 2016.
Ya lo expresé en su día. Pocas son las figuras flamencas en vida que acumulan un bagaje artístico tan extenso como el de Manuel Moreno Jiménez “Morao de Jerez”. Incluso me atreví a reafirmar que, en la actualidad, solo él se encuentra en esas condiciones. Es más, pienso que rebuscando entre las figuras desaparecidas de nuestro arte en los dos últimos tercios del siglo XX y lo que va del XXI, época a la que Manuel pertenece por nacimiento y derecho propio, no muchas han tenido un historial profesional tan extenso como el del guitarrista de Jerez.
A sus prometedores inicios de zagal bajo la batuta de Javier Molina, hay que sumar su afianzamiento como guitarrista creativo de una escuela que ha tenido a Jerez y a su personal como bandera, la cual se fue puliendo con perfección junto a grandes figuras como Juan Junquera, Tío José de Paula, Tío Cabeza, Juanichi el Manijero… -no olvidemos que nació en 1929- y que la posterior salida de su ciudad le hace erigirse en perfecto acompañante de resonados nombres como El Gloria, La Pompi, Manolo Caracol, La Niña de los Peines, Pepe Pinto… y más, muchos más hasta llegar a ser el primer guitarrista de “Antonio el Bailarín”, estableciendo aquí una dualidad flamenca con Antonio Mairena, las cual sumada a la perfección bailaora de Antonio, se convirtió en uno de los espectáculos más brillantes de nuestra música.

Manuel ha sabido desarrollar una personalidad que acrisola las enseñanza del mítico Molina, con un sentir netamente jerezano, significativas identidades de un músico que ejerce su sensible, artística y jonda maestría ante las avasalladoras huestes de la fuerza, los interminables picaos y otros aditamentos sonoros en los que anteponen la técnica al sonido “jondo” y a la estética flamenca. Mas, al margen de sus cualidades profesionales, “Morao de Jerez” reúne en su persona el afán por patentizar siempre y bien documentada la tradición oral que se ajusta a lo verdaderamente creado y vivido por los artistas –tanto aficionados como profesionales- de su Jerez de la Frontera, constatando así la auténtica creatividad de las mujeres y hombres jerezanos que han marcado un hito en la historia de nuestra música.
            Enhorabuena amigo y maestro Manuel.

Rafael Valera Espinosa

lunes, 4 de julio de 2016

JUAN CARMONA CARMONA "HABICHUELA".

Pocos han sido los tocaores que han mantenido una raíz y escuela flamenca propia en la que se adivinaban determinadas influencias de “Juan el Ovejilla”, y también de Manuel Serrapí “Niño Ricardo”, acrisoladas con creatividad y el regusto de un gitano elegante y granaino. La tristeza nos inunda estos días por la desaparición del eminente guitarrista y amigo Juan Carmona Carmona “Habichuela”.

Dicen los cronistas y estudiosos de nuestro arte que es en la década de los noventa cuando se comienza a reconocer su prestigioso magisterio tocaor. Sion embargo, en mi memoria habita aún el recuerdo de una figura flamenca que en la de los sesenta tenía cierta aureola de consagrado artista, la cual se dilataba en el escenario con la prestancia de un humilde pero sabio conocedor de los caminos por el encauzar el arte de un mítico cantaor como Antonio Fernández Díaz “Fosforito”.

Más tarde vendría nuestra amistad, y mi admiración por su arte y su persona me produciría la sentimental y convencida satisfacción de que contaba con el aprecio de uno de los más generosos, honestos y virtuosos guitarristas flamencos de los últimos sesenta años. Todo esto desembocó en que él no tuviera ningún impedimento o cortapisa para que le acompañara en bastantes de sus actuaciones por la provincia de Jaén, y que nuestra relación se estructurara como si nos hubiéramos conocido desde pequeños a pesar de la diferencia de edad. Pienso que la reafirmación de nuestra entrañable amistad se estableció cuando me vio en el auditorio Manuel de Falla en el homenaje que se le rindió a su fallecida hermana. Recuerdo nuestros encuentros para programar la Semana de Estudios Flamencos que la peña jiennense le dedicó en la primavera del año 2000, nuestras conversaciones…

Pero, lo que siempre me ha llamado la atención y marcado mi disfrute con su toque flamenco, es que por su magistral arte no pasaba el tiempo. Juan ha tenido la añeja herencia de los grandes maestros de la Epoca de Oro del Flamenco como  Ramón Montoya, Luis Molina, Manolo de Badajoz, Miguel Borrull, Luis El Pavo…  la perfección de la generación puente a la que han pertenecido artistas de la creatividad de Manolo el de Huelva, Niño Ricardo, Sabicas, Melchor de Marchena o Manuel “El Morao”, y el virtuosismo innovador (en este caso con clasicismo flamenco) de las figuras de la guitarra.

Su quehacer humilde y honesto por el mundo del flamenco, su mundo, le configuró una personalidad entrañable a la vez que le dotó de unas cualidades artísticas difíciles de superar. Su asumido y reiterado papel de segundo protagonista –el cual le catapultó hasta desempeñar a la vez el mismo que su acompañado-, su sabiduría sobre los estilos flamencos, sus falsetas y arropos al cantaor a tiempo, o las creativas y virtuosas variaciones con que adornaba su toque, han propiciado que su profesionalidad y su calidad de figura de esta música se alabe por todos.

            Descansa en paz, amigo Juan.

Rafael Valera Espinosa (presidente de la Peña Flamenca de Jaén y flamencólogo).

            

MEMORIA FLAMENCA. Fernanda de Utrera (y III).

"AL ESCUCHAR TOCAR POR SOLEA ME DESCOMPONGO."

Establecida su opinión sobre si antes se cantaba mejor y expresada con rotundidad en el artículo del lunes pasado refiriéndose a los sellos propios de artistas como José Cepero, Antonio el de la Calza, El Sevillano, El Gloria… yo insistí sobre el tema para que Fernanda de Utrera siguiera exponiendo sus criterios, y le argumenté que posiblemente hoy se estudiara más el cante. “¡”Pó” sí! Porque hoy se coge un disco y se aprende cante, pero hay que tener algo aquí (señalándose el corazón), porque el cante no se aprende. Se puede, si quieres  puedes aprender un tercio, un cambio, pero hay que tener algo aquí –vuelve a señalarse el corazón- porque a un cantante de ópera se le educa la voz, se tiene que limitar a una circunstancia vocalistíca… en fin…

Fernanda, ya que estamos hablando del flamenco del flamenco de hoy y has nombrado en varias ocasiones a Caracol y Mairena ¿Se puede hablar de escuelas…?

“¿Qué? ¿Cuál es la escuela de Antonio Mairena? ¡Si no hay más que él, hombre…! Porque su hermano Francisco canta más gitano, pero muy cortito; Manuel canta lo mismo que Antonio y a su vera nada tiene que hacer. Entonces, todavía Caracol, en esa familia de los toreros que ha habido muchos artistas, ha “destacao” como cantaor flamenco. Como digo, en esa familia ha habido muchos artistas como Gabriela Ortega, que ha sido un fenómeno de la poesía… en fin… varios. Pero Mairena no está nada más que él y tampoco tiene “na” suyo. ¿Entonces qué escuela es la de Mairena…? ¡A ver, dime tú! Lo que pasa es que Antonio Mairena es un cantaor científico. Caracol no. Caracol tenía un temple de artista que Mairena no, pero… ¡Fíjate! Yo veo más artista a Caracol  y por otra parte más cantaor a Mairena. Por ejemplo. Tú estás escuchando cantar a Antonio y dices ¡qué bien!, como canta, que bien mide… y sin embargo, el cantaor que te ponía el vello de punta ese era Caracol. Lo que hay que reconocer es que Mairena ha sacado cantes a flote como las tonás, los del Piyayo y los romances

No quise insistir más en un aspecto que Fernanda venia dejando claro. Su pasión por Mairena era mucha, mas no comulgaba con todos los aditamentos que rodeaban a la figura del mairenero. Así que cambié el tercio y le pregunté qué opinaba sobre la masificación en la que estaban inmersos los festivales.

- “Yo creo que en los festivales mandan muchas circunstancias. Un festival con exceso de artistas resulta bastante pesao. Influye también el comportamiento del público y los organizadores. Porque a las cinco de la mañana que terminan muchos festivales como El Potaje, pues no se sale a un escenario con un ambiente propicio para cantá. Se dio un caso en que eran las siete de la mañana y empecé yo a cantá ¿Imagínate? Esto fue en un festival que se hace al lao del puente de Triana.

Yo creo que debe haber una organización que obligue a los artistas a no hacer su actuación larga, porque así se hace pesao para los artistas y para el público. Si tú te tiras hasta las siete de la mañana en un camerino “pa ca y pa ya” ¡Imagínate! Entonces el público, que también está cansao, ni te escucha ni na. Porque el espectáculo debe de ser pa escucharte. Si un artista quiere inspirarse a esas horas, no, que no, que no puede. Otro caso se me dio en Chiclana. Yo fui a cantar y al salir al escenario había unos chiquillos dando porrazos en el tablao… ¡Claro… Yo no me podía concentrar y le dije a mi amigo Paco que me los quitara de ahí. ¡Jesús… Que de chiquillos hay en Chiclana!

¿Qué importancia le das a las letras dentro del flamenco?

- ¡Hombre…! Las letras son casi lo más importante, porque si no dices letras adecuadas ¿Cómo puedes expresar lo que sientes, aunque se pueda expresar el quejio? Porque sin las letras no saben si estás triste por amor, por dinero, o por qué se yo. Mira lo que decía Manuel Torre: “Era un día señalao de Santiago y Santa Ana / Yo le pedí a mi Dios / que le aliviara a la madre de mis entrañas…” Eso son fatigas que él veía en su madre. Se dice, a veces, que los sentimientos que sentía un cantaor al decir una letra que le afectaba, los demás no podemos sentir lo mismo. Y digo yo que sí. Mira, yo tengo un fandango grabao, eso de “a mis niños no me los abandones…” pues desde que murió una hermana mía eso no lo “pueo” ya cantar, porque me acuerdo de mi hermana que dejó a sus hijos solos. Me lo pide la gente y forzá la canto, pero me entra un repeluzno y una descomposición de cuerpo que no pueo, ea, que no puedo… A Bernarda le pasa lo mismo con el romance de la Reina Mercedes. Ella no ha vivido es época, pero cuando dice “Te vas camino del cielo / sin un hijo que te herede…” ella se pone a llorar. ¿Por qué? Pues porque lo vive. Son los sentimientos de cada persona los que se identifican con las letras. Mira, también en Utrera murió una gitana mocita prima de mi madre que le decían “La Tapia”. Antiguamente a esas mujeres las vestían como una novia y dicen que La Serneta la amortajó y, en vez de quedarse con ella en la habitación, se salió a la calle y se cogió a los “yerros” de la ventana de ver aquella muerta y se le vino la inspiración y cantó “Que dolor de La Tapia /tan bonita como era/que se le parecía a la Virgen/de Consolación de Utrera”. También me acuerdo de escuchar a una tía mía que se peleó con un novio: “La sangre me la freíste/como Dios no lo remedie/ andaremos al desquite”.

Al final de la entrevista y como habíamos retomado lo del cante por soleá, volví a preguntarle dónde había aprendido con tanta enjundia el cante por soleá y que  emociones sentía cuando lo cantaba.

- “Ya te he dicho que a mi casa venían todos los espectáculos que llegaban a Utrera. He escuchao a Tomás Pavón, Caracol, Pepe Torres estaba a cada instante también, en fin… Yo he escuchao a mi tío por siguiriyas, a mi gente, pero como dije, con ocho años me cogí a ese palo de la soleá y ahí sigo. Y de las emociones ahora lo voy a hablar, y lo juro por mi madre, que na más escuchar tocar por solea me descompongo”.

Rafael Valera Espinosa
Publicado por Diario IDEAL-Jaén

MEMORIA FLAMENCA. Fernanda de Utrera (II).

Finalicé el primer capítulo de la serie sobre Fernanda de Utrera con el relato que la “Dama de las soleares” me hizo de algunos de las anécdotas de su abuelo Fernando Peña Soto “Pinini de Utrera”. Y con el recuerdo del personaje en boca de Fernanda Jiménez Peña “Fernanda de Utrera” voy a continuar, no sin antes aclara un pequeño error del capítulo pasado, el de que “La Feonga” no era comadre sino prima de Fernanda.

“Mi abuelo, sobre “too”, cantaba. ¡Fíjate! Mi tía me contó que una vez fue Enrique el Mellizo a su casa. Y claro, estaban “toos revolucionaos” porque entonces El Mellizo era un cantaor que no veas… Pues llegó mi abuelo, El Pinini, y le dijeron que cantara, y como cantaría que El Mellizo no quiso abrir su boca.” Mas como siempre, yo tenía curiosidad por las entonces atractivas y raras cantiñas de su abuelo para los aficionados que teníamos poco vivido en el flamenco, y le pregunté si alguna vez se las había escuchado: “Sí, y también a mi tía (no llegó a especificar si era Luisa o Pepa Peña Vargas). Mi abuelo tenía más alegría en el cante, pero mi tía tenía una voz… ¡Josú que voz! No como la mía que es aguardientosa, era más fina, más laína… ella cantaba los cantes de su padre, mi abuelo. Con más pureza él y con más alegría. Mi abuelo además, con esa alegría que tenía cantando hacía bailar al que no sabía. Eso que canta Bernarda “La calle nueva sal’borotao / porque El Pinini se ha emborrachao…” Y es que El Pinini se iba al matadero –porque era matarife- y se ponía ciego de aguardiente, y cuando volvía “pa” su casa iba cantando y bailando… y al entrar por la calle nueva “toas” las vecinas se asomaban al balcón y ese era el alboroto, porque salían “pa” escucharlo.”

Sabido el magisterio que tuvo Fernanda en los cantes por soleá y que mi ídolo por aquél tiempo era Tomás Pavón por sus formas de ligar y alagar los tercios de los cantes y muy especialmente las soleares, la pregunta no pudo ser otra, la de si había escuchado los cantes por soleá de Tomás Pavón: 

- “A Tomás lo he “escuchao” y le “cantao” “mu” chiquitita. Vino a casa, no me acuerdo si lo llevó Mairena o Caracol (se aclara después que fue Antonio) y le canté por bulerías. Luego me sentó encima de él, y Antonio Mairena me dijo que le cantara un poco por solea. ¡Ya verás…! Entonces tendría yo unos siete u ocho años, y le cante por solea a Tomás. Porque oye, yo me agarré por ese palo, como aquél que dice, casi desde que nací. Ya te he dicho que me puse a coser y no aprendí porque me iba a las fiestas flamencas.” Más yo insití y le inquirí si se acordaba de lo que dijo Tomás cuando la escucho: “Pues sí. Le dijo a Antonio Mairena que yo iba a cantar, que iba a cantar… con ese tonillo favorable.” Y de nuevo a la carga con la pregunta ¿Tú crees que los cantes por soleá de Tomás tienen alguna relación con los de La Serneta? A lo que Fernanda con bastante seriedad me respondiendo tajantemente: ¡No, no! Tomás cogió los cantes de Triana, o sea, a Tomás le pasó lo mismo que a Antonio Mairena. Mairena, como tienen sentencia aquí en Utrera, los cantes los cortó a la larga (quiso decir que los recortó) y Tomás alargó los cantes de Triana, los cantes de estos… “los alfareros”. Estos son cortos y Tomás los alargó.

Llegado a este punto, las respuestas no me acababan de convencer. Sabiamos o creíamos que Tomás Pavón había tenido influencias de La Serneta e incluso hubo inclinando también a su hermana Pastora hacia el citado personalismo, según después demostraron Luis y Ramón Soler en su libro “Antonio Mairena en el mundo de la siguiriya y la soleá”; Tomás Pavón sí que cantó soleares de Joaquín el de la Paula, Enrique el Mellizo y Frijones, mas también de “La Serneta”. Parecía que Fernanda quería establecer que toda la historia flamenca era eso, historia, y que gran parte de la importancia por esas fechas -finales de los setenta y comienzos de los ochenta- en los cantes por solea pertenecía a ella. Nuevamente insistí sobre el tema preguntándole si creía que Tomás tenía un cante muy especial: 

- “¡Hombre…! Bastante, aunque a mí me gustaba más La Niña; ¡mucho cuidao! A mí La Niña de los Peines. Los discos de Tomás no me han convenció. Pero la niña no era solearera ni siguiriyera, La Niña era festera… ya está”

Seguían sin cuadrarme las respuestas por las enseñanzas de mi amigo Angel García Cruz. En el citado libro de Luis y Ramón Soler figuran 65 cantes por soleá y 32 siguiriyas grabadas por Pastora, la cantaora que más grabaciones tiene con creatividad personal de la historia de nuestra música. No le satisfizo mucho a Fernanda las caras que pusimos los presentes con sus aseveraciones porque continuó diciendo: 

- “¡Bueno…¡ Por aquella época lo que pasaba es que se alternaba con todos en los espectáculos, con Centeno, Vallejo, Cepero… y ella era la única mujer, estaba sola, porque La Serneta no actuaba, La Trini, según dicen, no salió de Málaga… ¡Claro, había pocas mujeres, La Niña estaba sola y se llevaba la palma.”

Como era nuestra invitada y tras la entrevista tenía que dar un recital en la Peña Flamenca de Jaén –magnifico, por cierto- no quise más incomodos y cambie el tercio preguntándole si en esos años ochenta se cantaba mejor que en los anteriores, por la serie de nombres que había citado anteriormente: 

- “¡Oh! No, no, no, y que no. Y no me digas eso porque no “pueo” estar de acuerdo contigo. ¡Que no!” Perdón, solo preguntaba ¿Cuáles son tus razones para ser tan rotunda? “Te lo voy a explicar. Es muy fácil porque ninguno expone. Hoy todos son grandes artistas, pero ninguno expone ¡Ya está…! Mira a El Lebrijano la línea de Mairena clavá; Curro Malena también Mairena clavao; ¿Pepe Meneses…? Mairena clavao. ¡Coño! No too va a ser Mairena. Ahora los tocaores “toos” menean la mano como Paco de Lucía, y mira que hay tocaores buenos… Toos imitan hasta el meneíto de cabeza de Paco. ¡Coño! ¡Fijate! Está este chiquito de Melchor –se refería a Enrique de Melchor- que es un fenómeno. Están los “Habichuelas” que son toos fenómenos; Manolo Domínguez, de Sevilla, otro fenómeno; Cepero… toos. Pero mira, Paco Cepero ha metio el dedo –en referencia al poderío del pulgar- y ya lo mete too el mundo. Ahora quien se luce es el tocaor, y ese es el motivo de que antes se cantara mejor. ¿“El Carbonerillo”? Su sello propio. “El Niño de la Calza” también su sello propio. ¿El Sevillano, El Gloria…? Todos tenían su algo.

Rafael Valera Espinosa