martes, 19 de julio de 2016

Memoria flamenca. JUAN CARMONA “HABICHUELA” (II)

"A LOS DIECISIETE AÑOS ME BUSCABA LA VIDA CON ANTONIO EL DE LA CALZÁ."

Refería Juan Carmona “Habichuela” en la entrevista que le realicé en el año 1986, como los artistas después de sus actuaciones se reunían en los cuartos de cabales de las ventas y se cantaban y tocaban unos a otros, especificando que se escuchaban entre ellos y cada uno cogía lo que más le interesaba o le gustaba del otro, lo acrisolaba con su creatividad y se engrandecían las escuelas flamencas. Solamente una vez Juan no estuvo de acuerdo con el comportamiento que un gran maestro de la guitarra flamenca como Manolo de Huelva, y este fue relato:

- “Tan solo te voy a contar una anécdota que me paso con Manolo de Huelva. Yo creo que ha sido el único que nos dio portazo. Estaba entonces en el final de su carrera y tocaba en la Venta de Manzanilla, en Madrid, en la carretera de Barcelona. Fuimos un día allí Juan Maya “Marote” y yo, y le dije ¡Juan, no digas na! Porque sabíamos lo raro que era. Nos metimos en el cuarto y me dice, Juan ¿Qué cantaor hay? A mí no me importa, el que haya que entre, yo vengo a escuchar a Manolo de Huelva. Entró el “Cojo de Madrid” que era el que había, nos sentamos, se nos queda mirando… ¡Claro! Manolo de Huelva no nos conocía, nosotros a él sí. Como en aquella época tocábamos también pa bailar, teníamos en las uñas ese pegamento que se echa cuando se toca en estas circunstancias. Se nos queda mirando las uñas y nos dice ¿Qué venís a copiarme? Lo que yo hago se lo va a comer la tierra. Cogió su guitarra, la metió en el estuche y nos dejó allí con el cantaor. Entonces, cogió la guitarra Juan Maya y estuvimos escuchando al “Cojo Madrid”. Esto es una excepción porque Manolo era muy raro. Pero, hoy hay más malicia que antes. Antes me decían ¡Juan, haz una falseta que te guste! O yo le decía, por ejemplo, a Melchor de Marchena, Melchor toca esa falseta por soleá otra vez que me ha gustao mucho ¡Ahora mismo! Y la hacía. ¿Pero hoy? Hoy está cantando un cantaor y hay otro escuchándolo y dice que  eso no es así. Y me pregunto yo ¿Cómo es entonces…?”

La casa de los “Habichuela” hoy en día es muy numerosa. Sin lugar a dudas, tú has sido el que les ha dado popularidad ¿Se puede decir que los “Habichuela” han creado escuela?

Habichuela con Juan Manuel Rodríguez Sarabia "Chano Labato"
- ¡Bueno, en algunas cosas quizás te pueda decir que sí! Por ejemplo, en el acompañamiento ahí está lo que he hecho. Hoy en día hay mucha gente que se come la guitarra, que la toca fenomenalmente, pero a la hora de acompañar el guitarrista tiene que pararse, escuchar al cantaor y ayudarle, sobre todo cuando tiene la voz rozada. No meterle variaciones largas, hacerle cosas raras para dejarlo más afónico, sino ayudarle para que se tranquilice y pueda salir de lo que está haciendo porque está físicamente mal. Eso es lo que tiene que hacer un guitarrista que acompaña. Y hoy, que me perdonen muchos guitarristas que hay que tocan muy bien, están locos porque el cantaor termine la salía, para empezar a picar y hacer cosas que arranquen el aplauso. Yo lo hago también algunas veces, pero no es eso. Cuando el cantaor termina su cante se le hace una variación cortita y entra otra vez. Se le ayuda a respirar y a entonar de nuevo.”

¿Se subordina la guitarra así, o mantiene su papel esencial de acompañamiento a la vez que adquiere un protagonismo similar al del cantaor?

 –  ¡Hombre! Si es un guitarrista responsable, ahí está su labor. Nosotros hemos tenido mala suerte en eso, porque la figura es el cantaor y nosotros somos la segunda figura, si se le puede llamar así. Entonces, si hay un guitarrista que le acompaña bien, es otra figura. Ahora, si se quiere destacar por encima del cantaor, ya no lo es. Y hay muchos que quieren sobresalir. Yo conozco a bastantes que les pegan más aplausos que al cantaor. El cantaor es el mataor y el guitarrista el banderillero. Hay que dejarlos cantar y, si el guitarrista quiere sobresalir que haga después dos solos para que el público sepa que también es figura. Pero mientras el cantaor está actuando, el guitarrista tiene que estar supeditao a lo que hace el cantaor.”

Por aquellas fechas, los festivales eran numerosos y ciertamente que había tocaores que querían sobresalir por encima del cantaor. Los aficionados considerábamos las actitudes y, aunque siempre valorábamos las virtudes del guitarrista, el duende nos lo despertaba mayormente el cantaor.

El aspecto señalado por Juan Carmona significaba mucho para mí, entre otras cosas porque existían algunos colectivos que se inclinaban por resaltar más al guitarrista y a veces me reprochaban que en mis críticas periodísticas y radiofónicas no estuviera de su parte. Pienso que Juan dejó bastante claro el tema poniendo a cada uno en su lugar.

Volví nuevamente a que Juan Carmona “Habichuela” me hablara de sus correrías y sus compañeros de Granada:

- “Con los cantaores he tenido muchas vivencias. El que más me gustaba en Granada era Juanillo el Gitano. Aún estando en Madrid, en Torre Bermeja, ganaba por aquella época quinientas cincuenta pesetas y todos los días ahorraba quince o veinte duros, y cuando juntaba diez o doce mil pesetas, eso es muy importante en el aficionao –yo voy a hablar ahora como aficionao-, cogía este dinero y me montaba en el tren por la noche y amanecía en Graná. Llevaba en mi mente lo que me iba a gastar, que me quedara dinero para el viaje de vuelta. Luego, dos mil pesetas para Juanillo el Gitano, otro tanto para el guitarrista y a tirarme todo un día entero con Juanillo. ¿Qué me cantaba…? ¡Magnifico!, ¿Qué me hablaba…? ¡Mejor! Nos comíamos nuestros pollos con ajos en la venta, hasta que solo me quedaba dinero para la vuelta a Madrid. Eso lo he hecho muchas veces por escuchar a ese gitano granaíno.

Luego tengo otras vivencias en Graná con muy buen sabor. Allí llegó uno que le decían Enrique el Gitano, que ya murió, y cantaba por tarantas muy bien, pero que muy bien. Yo iba detrás de él como un perrillo. Me decía “¡Niño que siempre estás…!” Yo tenía quince o dieciséis años. Y se acompañaba solo. Luego estuvo "El de la Calzá" y con él me buscaba yo  ya la vida”.
Rafael Valera Espinosa
(presidente de la Peña Flamenca de Jaén y flamencólogo)

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