Pocos han sido los
tocaores que han mantenido una raíz y escuela flamenca propia en la que se
adivinaban determinadas influencias de “Juan el Ovejilla”, y también
de Manuel Serrapí “Niño Ricardo”, acrisoladas con creatividad y el regusto de
un gitano elegante y granaino. La tristeza nos inunda estos días por la
desaparición del eminente guitarrista y amigo Juan Carmona Carmona
“Habichuela”.
Dicen los cronistas y estudiosos de
nuestro arte que es en la década de los noventa cuando se comienza a reconocer
su prestigioso magisterio tocaor. Sion embargo, en mi memoria habita aún el
recuerdo de una figura flamenca que en la de los sesenta tenía cierta aureola
de consagrado artista, la cual se dilataba en el escenario con la prestancia de
un humilde pero sabio conocedor de los caminos por el encauzar el arte de un
mítico cantaor como Antonio Fernández Díaz “Fosforito”.
Más tarde vendría nuestra amistad, y
mi admiración por su arte y su persona me produciría la sentimental y
convencida satisfacción de que contaba con el aprecio de uno de los más
generosos, honestos y virtuosos guitarristas flamencos de los últimos sesenta
años. Todo esto desembocó en que él no tuviera ningún impedimento o cortapisa
para que le acompañara en bastantes de sus actuaciones por la provincia de
Jaén, y que nuestra relación se estructurara como si nos hubiéramos conocido
desde pequeños a pesar de la diferencia de edad. Pienso que la reafirmación de
nuestra entrañable amistad se estableció cuando me vio en el auditorio Manuel
de Falla en el homenaje que se le rindió a su fallecida hermana. Recuerdo
nuestros encuentros para programar la Semana de Estudios Flamencos que la peña
jiennense le dedicó en la primavera del año 2000, nuestras conversaciones…
Pero, lo que siempre me ha llamado la
atención y marcado mi disfrute con su toque flamenco, es que por su magistral
arte no pasaba el tiempo. Juan ha tenido la añeja herencia de los grandes
maestros de la Epoca de Oro del Flamenco como Ramón Montoya, Luis Molina, Manolo de Badajoz,
Miguel Borrull, Luis El Pavo… la
perfección de la generación puente a la que han pertenecido artistas de la
creatividad de Manolo el de Huelva, Niño Ricardo, Sabicas, Melchor de Marchena
o Manuel “El Morao”, y el virtuosismo innovador (en este caso con clasicismo
flamenco) de las figuras de la guitarra.
Su quehacer humilde y honesto por el
mundo del flamenco, su mundo, le configuró una personalidad entrañable a la vez
que le dotó de unas cualidades artísticas difíciles de superar. Su asumido y
reiterado papel de segundo protagonista –el cual le catapultó hasta desempeñar
a la vez el mismo que su acompañado-, su sabiduría sobre los estilos flamencos,
sus falsetas y arropos al cantaor a tiempo, o las creativas y virtuosas
variaciones con que adornaba su toque, han propiciado que su profesionalidad y
su calidad de figura de esta música se alabe por todos.
Descansa en paz, amigo Juan.
Rafael Valera Espinosa (presidente de la Peña Flamenca de Jaén y flamencólogo).
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