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“ACTUÉ CON LA PAQUERA, FOSFORITO, BAMBINO, EL GÜITO, JARRITO…”
Corría el comienzo del verano de 1986, y mis
impresiones sobre la guitarra flamenca tras la entrevista realizada dos meses
antes a Paco de Lucía estaban a flor de piel. La subyugación por el uso del
instrumento para la fase de solista o interprete de concierto que Paco me había establecido, y mi
convencimiento tras algunas de sus respuestas sobre la idoneidad de aprender
acompañando para luego establecer la propia personalidad, las tenía muy
presentes. Dialogar después a uno de los maestros sinceros, humildes y
conocedores de los entresijos del acompañamiento como Juan Carmona Carmona
“Habichuela”, fue un colofón en mis expectativas de aficionado flamenco. Ahora,
tras su muerte, mi memoria se acrecienta, sufre… mas, igualmente se emociona y
disfruta al evocar los memorables momentos vividos con este legendario
guitarrista, amigo de sus amigos, y también entrañable amigo con el que
disfruté en muchas reuiones de cabales flamencos.
La primera pregunta fue muy clásica:
¿Cuándo y de donde tu afición?
– “Antes de tocar la guitarra bailaba. Fui bailaor. No es que fuera un fenómeno, pero bailaba bastante regular y eso que no me gustaba el baile. Mi padre me tocaba y cada vez que bailaba, notaba que a mí no me gustaba esta faceta flamenca. Veía a Mario Maya que entonces empezaba… Bueno, empezamos los dos juntos a bailar con Juan Maya “Marote” en las cuevas de Graná. Y cuando yo veía a ese niño bailar, decía pa mí que iba a ser un monstruo. Claro, cada vez que me tocaba mi padre, yo estaba loco por termina y entonces le cogía la guitarra a él. Apenas alcanzaba a subirme a unos taburetillos que había en un bar que le decían “El Mesón”, y allí ponía el pie y comenzaba a tocar. Mi padre me decía ¡Niño, tu a lo tuyo, a bailar! Y me quitaba la guitarra, Yo le decía “¡Papá… Tú me perdonas pero a mí no me gusta bailar! Así que en aquellos años, después de terminar de bailar me sentaba y cogía la guitarra.
– “Antes de tocar la guitarra bailaba. Fui bailaor. No es que fuera un fenómeno, pero bailaba bastante regular y eso que no me gustaba el baile. Mi padre me tocaba y cada vez que bailaba, notaba que a mí no me gustaba esta faceta flamenca. Veía a Mario Maya que entonces empezaba… Bueno, empezamos los dos juntos a bailar con Juan Maya “Marote” en las cuevas de Graná. Y cuando yo veía a ese niño bailar, decía pa mí que iba a ser un monstruo. Claro, cada vez que me tocaba mi padre, yo estaba loco por termina y entonces le cogía la guitarra a él. Apenas alcanzaba a subirme a unos taburetillos que había en un bar que le decían “El Mesón”, y allí ponía el pie y comenzaba a tocar. Mi padre me decía ¡Niño, tu a lo tuyo, a bailar! Y me quitaba la guitarra, Yo le decía “¡Papá… Tú me perdonas pero a mí no me gusta bailar! Así que en aquellos años, después de terminar de bailar me sentaba y cogía la guitarra.
Por aquella época había en Granada
un monstruo –vocablo muy habitual de Juan para describir a sus admirados- que
se llamaba “Juan El Ovejilla”, que, por cierto, no lo ha conocido nadie. Su
verdadero nombre era Juan Hidalgo López y tocaba la guitarra muy bien. Llegaba
Ricardo –se refería a Manuel Serrapí “Niño Ricardo”- con Valderrama (en la
troupe flamenca montada por el torrecampeño para actuar en Granada) y preguntaba por él para escucharlo. Era un
monstruo. Ese fue el que me enseñó a tocar la guitarra. Así empecé y hasta
ahora.”
-¿Y lo de “Habichuela?
– Por mi padre. El era bajito como yo. Vestía muy bien y decían: ¡Míralo, parece una habichuelita! De ahí el apodo. También por la forma de acompañar que tenía cierto parecido con Juan Gandulla “Habichuela”. Porque mi padre ha acompañado a mucha gente”. Yo conocía por conversaciones y tertulias tabernarias y festivaleras con Juan que había igualmente otro guitarrista de bastante calidad en la familia y era muy apreciado por nuestro protagonista. ¿Y tu tío Miguel? –Mi tío Miguel tocaba en la danza (la danza significaba y significa que acompañaba al baile). Ahora no toca porque está malillo, pero casi siempre ha estao dedicao a la danza. Pero es un buen aficionao a la guitarra y al cante”
– Por mi padre. El era bajito como yo. Vestía muy bien y decían: ¡Míralo, parece una habichuelita! De ahí el apodo. También por la forma de acompañar que tenía cierto parecido con Juan Gandulla “Habichuela”. Porque mi padre ha acompañado a mucha gente”. Yo conocía por conversaciones y tertulias tabernarias y festivaleras con Juan que había igualmente otro guitarrista de bastante calidad en la familia y era muy apreciado por nuestro protagonista. ¿Y tu tío Miguel? –Mi tío Miguel tocaba en la danza (la danza significaba y significa que acompañaba al baile). Ahora no toca porque está malillo, pero casi siempre ha estao dedicao a la danza. Pero es un buen aficionao a la guitarra y al cante”
En
aquellos tiempos, cuando Juan y yo dialogamos hacía treinta años, lo cual son
sesenta al día de la fecha, los tocaores para el baile no eran tan
significativos como los que acompañaban al cante. Eran algo así como los
banderilleros del flamenco. Bien está demostrado, como me dijo Paco de Lucía,
que para ser buen guitarrista había que pasar por el acompañamiento al baile
–lo que propiciaba un perfecto dominio del compás y el ritmo- y también al
cante. Y continuó Juan Carmona “Habichuela” recordando a su tío Miguel “Tengo
una cinta de Juanillo “El Gitano”, que me regaló Luis de la Rosa Galán, y en
ella le acompaña mi tío Miguel. Mi tío es más aficionao al cante que a la
guitarra.”
De Izquierda a derecha: Juan Carmona Habichuela, Luis de la Rosa, Joaquín Sánchez, Juan Antonio Ibáñez, Enrique Morente y Rafael Valera. |
¿Cómo
era el flamenco del Albaicín? ¿Había afición entre los artistas…?
– “Yo recuerdo muchas de las cosas y de las circunstancia que hacían que el flamenco se viviera mejor en aquella época que en esta. Ahora el flamenco es más monótono. Antes íbamos a escucharnos unos a otros. Por ejemplo. Una vez vino a mi tierra –la entrevista se la realicé en la Peña Flamenca de Jaén- uno que le decían “Gandinga” que cantaba por soleá fenomenalmente bien. De chiquitillo le he tenío mucho amor al cante. Terminábamos en la danza, en las cuevas… y nos íbamos a una venta que le decían “Zoraida” a escuchar a este “Gandinga”. Te estoy hablando de hace treinta o treinta y cinco años (en la actualidad sesenta o sesenta y cinco). Ponía cada uno quince o veinte duros, pedíamos de beber y comer, cogía yo la guitarra, cantaba Juan “El Gitano” y bailaba Mario Maya. Esto es lo bonito, nos escuchábamos unos a otros. Hoy es distinto. Estamos en un festival y –sálvese el que pueda- nos comportamos como locos por entrar, coger el dinero y largarnos. Y no nos importa si hay alguien que cante o toque bien y quieras escucharlo. Modestia aparte, soy un buen aficionao al flamenco… me gusta mucho el flamenco. Entonces, yo voy a los festivales y pienso a veces ¡Hay que ver este hombre que ha salió nuevo lo bien que canta!, me gustaría escucharlo en un cuarto. Y no lo puedo escuchar. Antes si se podía escuchar a ese alguien en un cuarto.
– “Yo recuerdo muchas de las cosas y de las circunstancia que hacían que el flamenco se viviera mejor en aquella época que en esta. Ahora el flamenco es más monótono. Antes íbamos a escucharnos unos a otros. Por ejemplo. Una vez vino a mi tierra –la entrevista se la realicé en la Peña Flamenca de Jaén- uno que le decían “Gandinga” que cantaba por soleá fenomenalmente bien. De chiquitillo le he tenío mucho amor al cante. Terminábamos en la danza, en las cuevas… y nos íbamos a una venta que le decían “Zoraida” a escuchar a este “Gandinga”. Te estoy hablando de hace treinta o treinta y cinco años (en la actualidad sesenta o sesenta y cinco). Ponía cada uno quince o veinte duros, pedíamos de beber y comer, cogía yo la guitarra, cantaba Juan “El Gitano” y bailaba Mario Maya. Esto es lo bonito, nos escuchábamos unos a otros. Hoy es distinto. Estamos en un festival y –sálvese el que pueda- nos comportamos como locos por entrar, coger el dinero y largarnos. Y no nos importa si hay alguien que cante o toque bien y quieras escucharlo. Modestia aparte, soy un buen aficionao al flamenco… me gusta mucho el flamenco. Entonces, yo voy a los festivales y pienso a veces ¡Hay que ver este hombre que ha salió nuevo lo bien que canta!, me gustaría escucharlo en un cuarto. Y no lo puedo escuchar. Antes si se podía escuchar a ese alguien en un cuarto.
No solo sucedía esto antes en
Granada, también en Madrid. Estaba yo en el tablao “Torre Bermeja” y allí había
una baraja de artistas: La Paquera, Bambino, Fosforito, Jarrito, El Güito,
Mario Maya… Y pasaba lo que en Granada. Poníamos veinte duros, alquilábamos dos
o tres coches, nos íbamos a una venta y nos escuchábamos unos a otros y además
sin ninguna malicia. Tan solo te voy a contar una anécdota que me pasó con
Manolo de Huelva…"
Pero, esta la dejaremos para la
semana que viene.
Rafael Valera Espinosa
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