miércoles, 22 de julio de 2015

Semblanza del presidente de la Peña Flamenca de Jaén, Rafael Valera.

Rafael Valera Espinosa (Carchelejo, 64 años) podría definirse como un tipo auténtico –que lo es–, pero también como una de las personas que más sabe de flamenco en España –y no es ninguna exageración–. Rafael Valera, presidente para mayor gloria de la Peña Flamenca de Jaén, un santuario del buen yantar, el buen beber y el buen cantar, lleva siempre un puro en la faltriquera –le enseñó a fumar vegueros un cabo primero cuando hacía la mili en el Sáhara, en 1972–, dispuesto siempre a envainarlo o desenvainarlo cuando el ambiente es propicio, «porque humear un habano no es un vicio, es un placer».

Valera es, básicamente, una buena persona y un buen jaenero, dos cualidades que normalmente van relacionadas. Domina el requiebro en las distancias cortas con la misma maestría y suficiencia que cuando coge la pluma para escribir una de sus magníficas crónicas sobre flamenco, su devoción y su pasión.

Porque, Valera es un erudito del cante jondo, pero también un ‘simple’ aficionado que se emociona –e incluso se le escapa una lagrimilla– escuchando al gran Manolo Canaleja. «Es distinto acudir a un recital como crítico que con el único ánimo de escuchar, pero, tanto en uno como en otro ‘palo’, siempre disfruto con el buen arte y con los cantaores que se entregan y contactan a tope con el público», dice.



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