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viernes, 29 de septiembre de 2017

Crónica flamenca. JONDOS MOMENTOS EN LA ‘XXXI MIGA FLAMENCA’ DE BEDMAR.

Sobre las nueve y media de la noche del sábado pasado, 23 de septiembre, y en la Caseta Municipal de Bedmar repleta por más de seiscientas personas, comenzó la Trigésimo Primera Edición del Festival ‘Miga Flamenca’, con un cartel de prestigiosas figuras actuales de nuestro arte como el gaditano Antonio Reyes, Pedro Heredia Reyes ‘El Granaíno’, el de la Plazuela jerezana Jesús Méndez, y la malagueña Virginia Gámez, los cuales estuvieron acompañados por las guitarras de Diego Amaya, Antonio Luque ‘Patrocinio hijo’ y Manuel Valencia. La coreografía bailaora corrió a cargo de la ubetense Amparo Navarro y su grupo Flamenco.

La noche flamenca la abrió Virginia Gámez con melódico melisma por granaína-malagueña. En los tientos-tangos recordó al gaditano Manolo Vargas con inclinaciones a Morente para derivar a los tangos acordándose de Pastora Pavón, y copla de Las Grecas por el estilo y recuerdos de su maestro Naranjito de Triana. En las soleares se centró por las del Zurraque con matices de ‘El Arenero’ y Olivé de Triana. Continuó por cantiñas gaditanas para derivar a las de Córdoba con buena cadencia y volver a la Tacita de Plata con adecuado compás. Finalizó con fandangos de Enrique ‘El Almendro’ y matices de su alumno y sobrino Manolo Caracol, continuando por José Cepero y rematar por ‘El Niño Gloria’.

Uno de los artistas más esperados fue el chiclanero Antonio Reyes por su proyección como figura actual del escalafón flamenco. Su recital lo inició por cantiñas-alegrías con evocaciones tonales de ‘Chiquitete’ para centrarse en las cadenciosas de Córdoba, volver a su tierra por la de ‘La Contrabandista’ de Ramón Medrano, realizadas con fuerza y personalidad. Caracol fue el protagonista de su repertorio solearero por los personalismos de ‘Curro Frijones’, Enrique ‘El Mellizo’ y Tomás Pavón. Abordó seguidamente una zambra caracolera que le sirvió para enlazar los tangos  con resonancias copleras y matices ‘acamaronaos’, finalizándolos con un fandango de ‘El Gloria’ por el compás del estilo. Fueron sus siguiriyas donde constató su arte de primera figura actual, realizadas con pellizco y ‘jondura’ por Tomás ‘El Nitri’, sentimiento y precisión en la evocadora de Joaquín ‘Lacherna’ por Manuel Torre, y prestante y sentido remate por la cabal de ‘El Fillo’. En línea reposada y recuerdos de ‘Camarón’ se lució por bulerías con dominio del compás. Finalizó por fandangos de Manolo Caracol.

Amparo Navarro evidenció medida del escenario y prestante juego de brazos en su baile por soleá y muy concretamente en las partes lentas, para apoyarse en el taconeo durante la derivación a las bulerías con buena composición de figura. Estuvo arropada por la profesionalidad en estos menesteres de las voces del linarense Agustín Navarro y la del cordobés Miguel del Pino, así como con la guitarra de su paisano ‘El Pérez’, el cual supo darle los arropos necesarios.

Jesús Méndez nos trasladó nuevamente a las tierras de Cádiz, concretamente a Jerez, su tierra, con unos iniciales tientos que nos recordaron las personalidad de ‘Fernando Terremoto’, así como la creatividad de ‘La Niña de los Peines’. En las soleares se apoyó en Manuel Torre por el localismo de Alcalá de Guadaira, también en Juan Talega, para continuar con una entremezcla entre el iliturgitano José Yllanda y la jerezana María ‘La Andonda’, para rematar por ‘Paquirri el Guanté’. Por cantiñas se acercó a la escuela gaditana de Aurelio Sellé con precisión y conocimiento, continuando por alegrías con matices de Pericón de Cádiz. Prestante y con potencial tonalidad fue su oferta de las bulerías con reminiscencias de los ‘Sordera’, influencias de ‘La Paquera de Jerez’ y Manolo Caracol, para finalizar por la creatividad de ‘El Gloria’ y su hermana ‘La Pompi’. Remató por fandangos con evocaciones de ‘Caracol’ por ‘Terremoto de Jerez’ y por Francisca Méndez ‘La Paquera’.

Cerró la ‘31 Miga Flamenca’ de Bedmar Pedro Heredia Reyes ‘El Granaíno’, iniciando su puesta en escena con soleares de Enrique ‘El Mellizo’ y aires personales, recordando posteriormente la estructura de las de Alcalá por Juan Talega, las apolás de Antonio Fernández ‘Fosforito’ y ciertos recuerdos de Morente. Quiso rendir homenaje a su paisano Enrique y lo estableció con una creación del granaíno a través del cante por tientos. Seguidamente, utilizó una nana flamenca para derivar a los cantes mineros, desarrollando con conocimiento los personalismos de Fernando el de Triana, del ‘Cojo de Málaga’ por los ecos de ‘Porrina de Badajoz’ y de Pastora Pavón a través de la conocida como ‘La Gabriela’. Bien estructuradas y melódicamente tratadas fueron sus granaína y media granaína, las cuales remató con fandango abandolao que recordó el eco de ‘El Carbonerillo’. Amplias y bien acompasadas fueron sus bulerías con recuerdos y homenaje a ‘Camarón’ y sus trabajos con Raimundo y Rafael Amador, redondeando con prestancia su apuesta con un final siguiriyero por el compás del estilo evocativo de la escuela de ‘Cagancho’, a través de Tomás Pavón. Finalizó con fandangos.

Rafael Valera Espinosa