martes, 31 de enero de 2017

Por soleá. EL CANTE, BASE PRIMORDIAL FLAMENCA (y II)

La semana pasada recuperaba la sentenciosa declaración de Manuel Moreno Jiménez ‘Morao de Jerez’: “No entiendo por qué tiene tanto protagonismo el baile”. Y he de reiterar su siempre  actualizada visión de nuestro arte. Mas, hemos de considerar que los tiempos han cambiado. Cierto que el cante siempre ha sido el impulsor del progreso de esta universal música. Hay que tener en cuenta que un cantaor con un guitarrista flamenco han podido siempre estar en cualquier rincón de nuestra geografía –hasta en los tiempos más antiguos de nuestro arte- y ofertar un espectáculo flamenco de categoría sustanciosa. La historia de la guitarra flamenca –sin el cante- por sí sola ha estado huérfana hasta que Paco de Lucía monta sus espectáculos en los que él es el protagonista, el cantaor se subordina a ser el vocalista del grupo (adecuado ejemplo fue su hermano Pepe de Lucía), el bailaor es otro componente más del mismo, y además incorpora el cajón de Rubén Dantas y otros instrumentos como el bajo eléctrico, el saxo o la flauta flamenca, en función de su creatividad musical. Por otro lado, el baile siempre ha necesitado y necesita de cantaores, guitarristas, escenografías y aforos para establecer un adecuado espectáculo.

Matilde Coral
Todo ha cambiado y progresado, en función de los aspectos económicos y, muy concretamente, por la popularidad que el flamenco ha venido estableciendo como universal cultura del pueblo andaluz. Las academias de baile se han ido multiplicando, la creación de recintos se han institucionalizado, y la afición se ha ido incrementando sobre esta disciplina, entre otros aspectos porque generalmente muchos aspirantes pueden intentar ser destacadas figuras sin quemarse en un escenario formando parte de un grupo de baile triunfador o no. El cantaor o tocaor ‘alante’ –como decía ‘Chano Lobato’- debía y debe de tener la suficiente calidad para progresar como artista en el difícil mundo del flamenco. 


Farruco
Las academias de cante son minoritarias –por no citar casi irrelevantes-; las de guitarra –gracias a los conservatorios- son más numerosas, mas no tanto como debieran para que sobresalieran con la calidad de autodidactas y sonoros nombres como el citado Paco de Lucía, Manolo Sanlúcar, Paco Cepero, Enrique de Melchor, Antonio Carrión, etc.; y las de baile existen a millares porque varias composiciones de figura bien estructuradas, tres o cuatros pasos de baile, algunas que otras simples coreografías y medidas del escenario, son realizadas por incipientes aficionadas/os con determinadas virtudes flamencas, sin llegar a destacar como cualificadas/os para ostentar la versatilidad flamenca de, insisto, autodidactas como Eduardo Serrano “El Güito”, Mario Maya, Antonio Montoya “Farruco”, Matilde Coral,  Antonio Gades, Milagros Mengibar, Manuela Carrasco, “El Mistela”, Javier Latorre, Blanca del Rey, Isabel Bayón… y no sé cuántas/os más.

Los concursos siempre destacan a los ganadores del cante, aunque en los últimos tiempos también a los del baile y la guitarra. Mas, a la pregunta ¿quién ha ganado el concurso…? siempre figura el cantaor. ¡Qué razón tiene ‘El Morao’!

Rafael Valera Espinosa

domingo, 29 de enero de 2017

Por soleá. MARTIN GARCIA RUIZ.

Siempre he mantenido el orgullo –y lo seguiré ostentando- de haber sido amigo del pegalajeño Martín García Ruiz, Jefe de Cirugía Infantil que fue hasta su jubilación del Hospital Maternal de Jaén. Profesional de recias manos, exquisita finura quirúrgica y prestante sabiduría médica. Era persona de seriedad meticulosa y comedida en su trabajo. Pero también de entrañable trato, jovial, con fina ironía e inclinación optimista ante la resolución de los problemas. Tras terminar sus estudios en la Facultad de Medicina de Granada, formó parte de su Cátedra de Cirugía, y entró como médico interno en Hospital General  "Virgen de Las Nieves" de dicha ciudad, donde conoció a su esposa, María Luisa García de Sola, hasta su traslado a Jaén. A la profesión lo inclinó su madre, Ana María Ruiz Siles, que le rogó que fuera médico como el padre de ésta, su abuelo, aunque su verdadera vocación fue la de agricultor por la enorme devoción que le procesó a su padre, Francisco García Morillas, y por las enormes satisfacciones que experimentaba con estas tareas.


Tuvo dos grandes aficiones, la de taurófilo y la del flamenco. A la primera y más constante llegó por tener que realizar sustituciones en la enfermería de la plaza de toros de Granada durante su periodo profesional en el citado Hospital General "Virgen de Las Nieves". La segunda tuvo inicios más tempranos cuando estudiaba, y en los ratos de ocio se trasladaba con sus paisanos y amigos a la famosa taberna granadina de “El Faquillas”, en el Campo del Príncipe, y a los festivales flamencos que se organizaban en “El Paseo de los Tristes”.

De izquierda a derecha: Pepe Gabucio, Tomás Cabrera, 
Paco Cañada, Lucas Martínez, Martín García, 
Eduardo Castro, Rafael Valera, Isidro Cabrera,
 Alfonso Ibáñez, Ana Fernández y Gerardo Fuentes
Nuestra amistad se produjo por las diplomáticas y entrañables condiciones personales de su compañero y amigo, el ginecólogo Gerardo Fuentes Gutiérrez, sabio en su especialidad y en el conocimiento del flamenco, de ahí que al comienzo de los setenta fuera cofundador de la Peña Flamenca de Jaén. Las veladas en la entidad capitalina eran de verdadero deleite por su gracejo personal en las disensiones que mantenía con nosotrosen los criterios flamencos. Además solía referirnos anécdotas taurinas de sus guardias en la plaza de toros, y defendía con determinada pasión su origen pegalajeño, sus trabajos en su finca de olivas en la ribera del conocido como rio Pegalajar, a la vez que demostraba su conocimiento de este monocultivo y sus aceites. 

Poseía igualmente la virtud de tranquilizarnos en cuantas cuestiones médicas personales le planteábamos, y nos animaba a disfrutar de la vida, y muy concretamente cuando nos invitaba en su casería a la primera fritada de habas de la temporada.

No ha comenzado bien este 2017 para los flamencos capitalinos jiennenses después del luctuoso verano del pasado año, en el que fallecieron, entre otros, Juan Peña ‘Lebrijano, Juan Carmona ‘Habichuela’, Pepe Menese, etc., y nuestra eminente cantaora Rosario López. Ahora, en este comienzo de año, hemos perdido a un prestante socio de la Peña Flamenca de Jaén: Martín García Ruiz. Descanse en paz.

Rafael Valera Espinosa

jueves, 26 de enero de 2017

Por soleá. EL CANTE, BASE PRIMORDIAL FLAMENCA (I)

Me ha llamado la atención las declaraciones de mi admirado y ciertamente amigo Manuel Moreno Jiménez “Morao de Jerez”, al cual se le concedió el pasado noviembre la “XXIV Palma de Plata. Ciudad de Algeciras”, que organiza la Sociedad del Cante Grande de la localidad, en un reconocido y merecido homenaje a su figura, similar al que la Peña Flamenca de Jaén le realizó con la XVI Semana de Estudios Flamencos y la publicación del número 132 de la revista Candil, monográfico sobre su persona. Manuel “Morao” ha dicho: “Me gusta mucho la música en general, pero sobre todo el cante. Me he preocupado mucho siempre por el cante. La base primordial del flamenco es el cante. Todo lo demás son aditivos para el cante. No entiendo por qué tiene tanto protagonismo el baile” ¡Ahí queda eso!

"Pastora Imperio"
Retrato del dibujante español
Rafael Sanchís Yago (1891)
Creo acertadas las declaraciones de este añejo maestro de la guitarra flamenca jerezana, descubridor de artistas como su cuñado “Terremoto de Jerez”, y de las más importantes figuras de su tierra de los últimos cincuenta años. Y estoy de acuerdo porque son sentenciosas. A lo largo de la historia de nuestro arte y muy concretamente en el siglo XIX, el protagonismo lo han tenido los cantaores, desde Antonio Monge “El Planeta” –nacido en el último tercio del siglo XVIII, al cual lo hizo famoso Estébanez Calderón en sus “Escena Andaluzas- hasta Pastora Pavón “Niña de los Peines”, citándola por haber nacido en 1890, pasando por Francisco Vargas “El Fillo”, Tomás de Vargas Suarez “Tomás El Nitri, Silverio Franconetti, Francisco "La Perla", Manuel Molina, Frasco El Colorao, “Los Caganchos”, Paco La Luz, Diego el Marruro, José Yllanda, don Antonio Chacón, Joaquín Lacherna, Manuel Torre, o Pepe el de la Matrona, tres años mayor de Pastora.

Sin embargo, el baile solo ha estado representado por nombres muy significativos, mas sin la importancia de los cantaores citados. Quizás del siglo XIX podemos citar como primordiales bailaoras a Rita Ortega, la cual vio la luz en 1854; Rosario La Mejorana (1862); Gabriela Ortega, también del 1862, madre de Rafael, Joselito y Fernando, conocidos toreros con el apelativo de “Los Gallos”;  Juana Vargas “La Macarrona”, nacida en 1870; Magdalena Seda “La Malena”, siete años menor que Juana Vargas; Antonia Mercé “La Argentina”, de 1890; o Mariquita Malvido. También bailaores como Antonio Páez “Lamparilla” (1869); el jerezano “El Estampio” (1879); o el vallisoletano Vicente Escudero (1888).

Ante lo referido, son los cantaores y cantaoras auténticos artífices del progreso de esta universal cultura musical nuestra. Es más, artistas de la talla de José Greco, Antonio Ruiz Soler “Antonio el bailarín”, por citar a los más cercanos en la historia, siempre se han rodeado de cantaores de auténtica enjundia flamenca, como nuestro comprovinciano Rafael Romero “El Gallina”, con el primero, o Antonio Mairena o “Chano Lobato”, con el segundo. Y, curiosamente, sendos cantaores se salieron del cante atrás para ser figuras inolvidables del cante “alante”. Mas, queda mucho por referir.


Rafael Valera Espinosa     

martes, 24 de enero de 2017

Crónica flamenca. SIGUIRIYAS Y SOLEARES MARCAN EL ARTE DE AROA CALA.

Desde que el alumno de Francisco Ortega Vargas “El Fillo”, el porteño Tomás de Vargas Suárez “Tomás El Nitri”, autentico ídolo de Antonio Mairena, nacido en el Puerto de Santa María a comienzos de la segunda mitad del siglo XIX, el bello y famoso pueblo de Cádiz ha venido ofertando categoría cantaora a través de artistas como Antonia García Moreno “La Obispa” (l886), Pedro Niño "El Brujo", Antonia "La Coquinera", Luisa "La del Puerto", José Reyes "El Negro", los romanceros flamencos Alonso, Juana y Dolores "Los del Cepillo", sin olvidar a los más jóvenes Ramón "Orillo" o "Pansequito”, etc. En la actualidad, hay otros muchos entre los que destacan las hermanas Nazaret y Aroa Cala.

Para conmemorar la institucionalizada Fiesta de San Antón de la Peña Flamenca de Jaén, la entidad organizó el pasado viernes, 20 de enero, un recital de Aroa Cala, la cual estuvo acompañada por la guitarra de otro porteño –este de Puerto Real- como es Miguel Ramos, prestante en su sonido flamenco, comedido y siempre ofertando las tonalidades que le requirió su acompañada. El inicio del mismo lo efectúo con potencia tonal y adecuada melodía por la conocida malagueña atribuida a la unionense Concha ‘La Peñaranda’, enlazando con sensibilidad la rondeña de Rafael Romero “El Gallina”, y rematando con fuerza por la rondeña clásica de Málaga. En las soleares estableció los recuerdos creativos por Alcalá de Guadaira de Enrique ‘El Mellizo’, resonancias de Fernanda de Utrera con influencias ‘maireneras’, más ecos de Fernanda por el personalismo de ‘La Serneta’ con entrega y potencia final, para rematar en la última tesitura citada por el jerezano ‘Juaniquín de Lebrija’. Sus cantes por cantiñas-alegrías tuvieron matices personales y reposados ecos de Manolo Vargas, cierta estentoreidad en las alegrías, adecuado acercamiento a la personalidad de Pastora Pavón, y un final de juguetillo por el estilo en los aires de Pericón de Cádiz.

Mas, como casi siempre suele acontecer, fueron las siguiriyas las que marcaron su prestancia cantaora acometiendo el estilo con salida quejumbrosa, continuando con solvencia y conocimiento por su paisano Tomás ‘El Nitri’; posteriores formas cantaoras ‘maireneras’ en el recuerdo del jerezano Juan Junquera, y un entregado y potencial remate por la siguiriya que primeramente grabara ‘El Gallina’ con matices de Silverio, recreación posterior de Juan Junquera y aportaciones de Antonio Mairena, inicio con ecos de ‘El Planeta’ y remate por las resonancias de María Borrico.

Complementó  el repertorio con los aires más asequibles de la zambra caracolera, derivación a los tangos con ubicaciones en Triana, posteriores ecos de ‘La Pirula de Málaga’, con resonancias de los del monte granadino, resaltación de la creatividad de La Niña de los Peines, y ciertos matices de la comarca utrerana. Finalizó con un amplio recorrido de bulerías por Jerez, formas musicales de Francisca Méndez Garrido  ‘La Paquera’ por copla flamenca; acercamiento a Cádiz por el personalismo del alcalaíno Manolito el de María, finalizando con una mezcla de romance por bulerías en los tonos de Fernanda de Utrera, también de su hermana Bernarda, y nuevamente  bulerías por ‘La Paquera’. Concluyó su recital con fandangos de corte caracolero con evocaciones de Francisca Méndez, Enrique el Almendro a través de Manolo Caracol, de Antonio el de la Calzá y las aportaciones de José el de la Tomasa, y un potencial y entregado recuerdo de Rafael Ramos Antúnez ‘El Niño Gloria’. Remató con un bis fandanguero por la Huelva de Alosno, con homenaje a José Rebollo establecido con singularidad por los ecos de Paco Toronjo.

Rafael Valera Espinosa     

lunes, 16 de enero de 2017

Memoria flamenca. MANUEL ZAPATA “ZAPATA DE ARCOS” (y III)

“YO NO SÉ CANTAR POR ENRIQUE ‘EL MELLIZO’.”

Establecidos sus criterios y vivencias con artistas de la talla de Tomás Pavón, José Palanca, Manuel Vega “El Carbonerillo”, Antonio Tovar Rios “Antonio el de la Calzá”, o Juan Mendoza Domínguez “Niño de Utrera”. Aseveradas sus preferencias sobre la taranta de Linares, y corroboradas sus herencias flamencas sobre la Saeta Vieja de Arcos, la conversación se trasladó a sus experiencias viajeras como taxista, y también sobre determinados contratos que le salieron en el extranjero, concretamente en Francia.

Rafael Valera: No tuve casi que preguntarle, el relato lo fue hilvanando Manuel Gallardo Pérez “Zapata de Arcos”, rememorando viajes realizados como taxista:

R: “Me acuerdo que estuve en una boda en Galicia. Nos metieron en un bodegón que estaba en obras y no te quiero decir las fatigas que pasamos con las escaleras del bodegón, porque no estaban terminás las obras ¿Quién me iba a decir a mí que iba a cantar en Galicia? ¡No veas la que se armó yo cantando en Galicia! Pero aquello gustó. No sé si la gente de allí sabía de flamenco o no, pero aquello gustó. Y hasta que me vine de allí, aquella gente no me dejó, siempre querían que cantara. Además, me aprendí dos o tres estrofas en gallego y cuando las cantaba nos partíamos de risa.”

He referido que mi mayor interés estaba inclinado a que Manolo Zapata me aclarara cuestiones de la Saeta de su tierra. Y, particularmente, insistía en entresacarle alguna referencia más sobre la misma que no me hubiera dicho antes. Volví sobre el tema y le pregunté que a su saeta se le atribuía algo de canto gregoriano dentro de ella. Le referí también de que se hablaba de que Enrique  Jiménez Fernández “Enrique El Mellizo” era un artista que le gustaba mucho estos cantos de iglesia, y le pregunté

P: ¿Es posible que dentro de esta saeta pueda haber alguna relación con El Mellizo?

R: “A mí me dicen que cante por El Mellizo y no sé cantar por Enrique El Mellizo. Ya te he dicho que yo canto y no sé si lo que canto es de él o de otro. Y no veo ninguna relación en esto que me has preguntao. Yo he escuchao a cantaores –como antes he dicho- y luego después he hecho mi composición, mi cante, con notas de unos y con notas de otros.”

Mi curiosidad no se quedó satisfecha. Posteriormente, y en mi afán de investigar y relacionar ciertas semejanzas de esta Saeta Vieja de Arcos con otros cantes semanasanteros de diferentes comarcas de nuestra Andalucía, y tras escuchar en numerosas ocasiones a mi gran amigo y desaparecido Vicente Cumbrero, trabajador que fue de la Confederación Hidrográfica del Guadalquivir en Jaén, y natural de Villacarrillo, los Cantes de Pasión de su pueblo, llegué a la conclusión de que estos cantos jiennenses, y también las saetas cuarteleras de Puente Genil, parecen que guardan un mismo origen primigenio con la Saeta Vieja de Arcos. ¡Qué buen trabajo aclaratorio podrían hacer aquí los musicólogos!

Mas, he de volver a la entrevista y referir lo que Manuel Zapata me contó sobre sus actuaciones en Francia cantando saetas.
 
P: ¿Qué ha significado para Vd. estar en Francia cantando saetas?

R: “Para mí ha significado mucho. Mucho porque hemos puesto bandera allí. Y particularmente para mí porque me hicieron un reportaje de televisión a mí solo.”

P: ¿Cómo vio de interesados a los franceses por la saeta?

R: “Muy interesados, con mucha afición. Allí escuchan con una atención que no se oye ni una mosca. Allí no hay trompetas ni ná… Allí se hacen a pelo liso. Cantamos a unos 50 kilómetros de París, en una iglesia que tenía una acústica extraordinaria. Ni micro ni ná. El público salió contentísimo. Creo que fue la primera vez que se ha ido a Francia a cantar saetas.

Manuel Zapata no recordaba o no sabía que en el año 1954, cuando los artistas del madrileño “Tablao Zambra” grabaron en París la famosa Antonio de Flamenco, conocida como de Hispavox, la cual fue premiada por la Academia Nacional del Disco de Francia, la cantaora Lolita de Triana plasmó tres saetas en la misma.

Y prosiguió nuestro entrevistado:

R: “Estuvimos cuatro cantaores, “El Guapo de Jerez”, Antonio de Patrocinio, de Córdoba, otro más de Córdoba, y yo. Y nos llevábamos extraordinariamente los cuatro. Cómo sería, que “El Guapo” y yo vinimos en otro avión y, no había hecho más que llegar a la casa, cuando Antonio el de Patrocinio me estaba llamando por teléfono. Tenían muchas facultades para cantar sus saetas y muchos carzones. Pusimos los cuatro una gran bandera en Francia. Yo no he visto aplausos más largos que los que nos dedicaron los franceses.

Además, cuando me hicieron el reportaje por televisión, que salí con mi traje y mi sombrero de ala ancha… Yo cantando en televisión y viéndome cantar yo. Me pusieron para el reportaje unos auriculares porque me tenía que hablar una señorita en español las preguntas que me hacía uno en francés, y ¡me cago en la puta…! ¿Cómo va a salir esto bien? Y luego la gente me conocía por las calles, se quedaban mirando y decían ¡Ole! ¡Ole! Para mí aquello supuso una satisfacción y un orgullo bastante grande.

Tan entusiasmado estaba con el público francés; tan admirado de su silencio; tan impactante se había quedado, que me pasó por la cabeza comprometerlo con la comparación del público español y muy concretamente andaluz, el cual a veces se muestra demasiado efusivo y por tanto escandaloso, pero que casi siempre sabe decir un olé a tiempo. Manuel, una pregunta en cierto modo comprometía ¿Vale más un aplauso en francés, o un aplauso andaluz?

R: “¡Depende! ¡Depende! Porque los aplausos aquellos fueron hechos con sentimiento. Hicimos cuatro veces la retirada y no había ‘cojones’ quien aguantara los aplausos. A la que hizo cuatro veces, salimos y tuvimos que cantar una saeta más cada uno. Y eso vale y se aprecia mucho.”

Fueron bastantes más preguntas las que le hice, pero sus respuestas se reiteraban en los temas que ya he referido. Insistí en artistas de reconocida trayectoria creativa, de los protagonistas de la ‘Opera Flamenca’, de famosos como “Caracol”, Antonio Mairena, los viejos maestros de Jerez por estar en el camino hacia Arcos de la Frontera, mas, él seguía con contestaciones muy cortas y centradas en lo expresado anteriormente.
Rafael Valera Espinosa

viernes, 13 de enero de 2017

Actuación de Aroa Cala en la Peña.

El próximo día 20 del presente mes, viernes, y con motivo de la festividad de San Antón, hemos organizado un recital flamenco que estará a cargo de la cantaora del Puerto de Santa María Aroa Cala, la cual estará acompañada por el guitarrista gaditano Miguel Ramos.

El acto comenzará a las nueve y media de la noche (21,30h), y como viene siendo costumbre, se servirán los tradicionales platos de rosetas.


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AROA CALA LUQUE, cantaora paya, más conocida en el mundo del arte flamenco con su propio nombre artístico de AROA CALA, nació el día 6 de febrero del año de 1979, en El Puerto de Santa María (Cádiz). Desde su niñez cuando pronunciaba las primeras palabras también apuntaba al cante ya que en el seno de su familia se respiraba siempre un ambiente muy flamenco. Gracias a su padre un gran aficionado al cante aprendió los cantes básicos para meterse de lleno en el mundo que elige. A la temprana edad de trece años comienza su andadura en concursos de flamenco, peñas, estivales, teatros etc.

Cádiz tierra de grandes artistas

 donde nace  Aroa Cala,
llevando en cante de su tierra,
a todos los rincones de España,
como también a todo el mundo
Para que la puedan oír cantar,
con grandeza y mucha sabiduría
como lo sabe hacer con grandeza.
 
Entre sus fuentes de inspiración cabe destacar a muchas figuras del cante entre ellas la Paquera de Jerez, Antonio Mairena, Terremoto de Jerez, Manolo Caracol, Fernanda y Bernarda de Utrera. Dada su gran afición al cante y a su preparación artística ha recorrido la inmensa mayoría de peñas flamencas de casi toda la geografía española, y a su vez en los festivales, Teatros o Auditorios compartiendo cartel con cantaores de la talla de Chano Lobato, Lebrijano, Fosforito, Vicente Soto, José de la Tomasa, Calixto Sánchez, Carmen Linares, Diego Clavel.
http://www.elartedevivirelflamenco.com/cantaores475.html

miércoles, 11 de enero de 2017

Memoria flamenca. MANUEL ZAPATA “ZAPATA DE ARCOS” (II)

“LA TARANTA DE LINARES ‘CRUJO’ CON ELLA.”

Mi interés más señalado sobre el arte de Manuel Zapata era el de rebuscar el origen o suficientes aclaraciones sobre la tan renombrada “Saeta vieja de Arcos”. Después de que me hablara sobre sus comienzos, sus noches flamencas y sus recuerdos de Tomás Pavón, con ciertas formas y preguntas diplomáticas me fui acercando al tema en cuestión.

Rafael Valera: ¿Cómo ve el futuro del flamenco?

R: “El porvenir no lo veo muy claro, porque con los cantes que están sacando no lo veo muy bien. A mí no me van esas cosas.”

P: ¿Se puede llegar a otra opereta flamenca?

R: “Quien sabe. Los tiempos vuelven.”  

P: Ante lo referido y por el papel protagonista que el cantaor marchenero José Tejada Martín tuvo en dicha época flamenca, la pregunta era incuestionable ¿Qué opina de  Pepe Marchena?

Zapata con Morao
R: “¡Hombre! Había muy pocos que cantaran como él. La falseta de Marchena era por bajo y esos cantes no los puedo hacer yo ¡Bonito era. Flamenco hasta cierto punto! Hasta cierto punto porque hay gustos para todos y en esto del flamenco es difícil de que a todos guste lo mismo. Además, yo no soy un Séneca pa decir lo que es más bueno o más malo. A mí lo que sí me ha gustao han sio esos cantes recios que por siguiriyas hacía Manolo Caracol y Manuel Torre,  porque he reconocío el que ha ido por derecho. ¡Eso sí! Mis cantes son otros y lo que quiero es que quede claro que no censuro a nadie.”

P: ¿Y de esa saeta vieja de Arcos que interpreta…?

R: No le toman cariño. Yo tengo un hijo que la canta, lo que pasa que es muy raro que la cante, pero la canta. Yo heredé ese cante de mi padre y mi hijo lo ha heredao de mí. Pero esta saeta tan bonita no sé de donde viene, ni quien la cantó primero. A mí me la enseñó mi padre y así la canto. En los tiempos aquellos había en Arcos otro que cantaba muy bien, no me acuerdo del nombre, pero no cantaba la saeta de Arcos ¡Paquiro! Un tal Paquiro. Cantaba bien pero hacía otro estilo de saeta. Había también un tal Alvarado, pero tampoco hacía la que yo canto.

Y volviendo otra vez a mi padre, mi padre lo cantaba too. Me acuerdo que él venía delante con el caballo y yo detrás y cantaba aquello de ‘Sube mariana, sube…’ También cantaba soleares y otros cantes. Mi padre cantaba la saeta sin ser aparatoso, es como yo la hago. No que ahora todos los jóvenes hacen saetas muy aparatosas. ¡No, hombre! Sois unos equivocaos, pues cuanto más simple más belleza tiene, y por supuesto, la saeta vieja de Arcos es de lo más simple y de lo más bonita.”

Establecido lo que antecede y comprobado que sobre la saeta vieja de Arcos no iba a sonsacar nada más, aunque después insistí, mi curiosidad se centró en que me hablara de su pasión por la taranta. En el verano de 1983, aún no había realizado la entrevista a “Fosforito”, fue un año después, y mi criterio sobre la taranta era el generalmente establecido por aquél tiempo. La idea del trabajo-libro “Linares. Cuna del cante minero”, donde, junto con Antonio Escribano, hemos conformado la base investigadora de que la ciudad minera jiennense es la zona primigenia del cante minero y especialmente de la taranta, vino más tarde. Por tanto la pregunta tenía su lógica.

P: Retomando de nuevo el tema de las tarantas ¿Qué diferencia encuentra entre las de Linares y las de Almería?

R: “Yo las de Almería no las toco. Lo cierto es que tampoco existe mucha diferencia, pero a mí me gusta la de Linares y me entrego en ella y casi siempre la dejo para lo último. A mí todos los años me llaman de La Unión. Me mandan una carta con las bases, con el programa y esas cosas que se hacen para los concursos. Nunca he estado y no sé por qué, pero no he ido. Y ya te digo que la taranta de Linares crujo con ella. Y aunque esté feo decirlo, cuando canté en ese pueblo puse bandera. Me acuerdo que me dieron un trofeo con el escudo de Linares y un juego de pluma y bolígrafo.

P: Además de los artistas que ha mencionado ¿tiene en el recuerdo algún otro que haya tenido fama?

R: “¡Claro! José de Paula, de Jerez. Con José de Paula he cantao yo. Me acuerdo que estuvo una vez durmiendo la siesta debajo de un techito de uralita, que hacía más calor que su puñetera madre y se le caía cada gota de sudor… Estuvo cantando después de despertarse, y claro, con lo sudoroso y después de levantarse, pues las cosas no se pueden hacer bien. Eso sí, después canto magníficamente.

También he escuchao a Vallejo, al Niño de la Calzada, al Niño de Utrera, a Palanca… Palanca tenía un fandango corto muy bonito. Eran preciosos, Cuando vino a Arcos, en los dos días que estuve aquí, por las tardes jubamos al futbol ahí en la estación; el Niño de Utrera y Palanca que venían juntos. Y vuelvo a repetir que estuve con Tomás Pavón, que aquella noche del Corpus cantó por soleá como los dioses ¡Qué bien cantaba por soleá! Porque le salía solo el cante. Por eso yo digo que el cante flamenco no tiene que ser forzao. Cuando empiezan diciendo ‘Cántame esto… Cántame lo otro…’ ¡No! El cante sale solo y se hace lo que siente en ese momento el cantaor.

Te podría hablar de más cantaores, pero no me acuerdo ahora. Yo, durante mi juventud no salí a ningún lao, estuve trabajando con mi padre, con las bestias. Como mi padre era tratante, pues íbamos a las ferias de los pueblos. A la de Jerez, a la de Chiclana… Y también éramos los únicos de la familia que cantaban. Ni mi hermanas, ni mi hermano han cantao, Solo mi padre y yo, Y claro, solo he cantao como aficionao. Después de las bestias me hice taxista, y como es lógico, a veces me han contratao también porque cantaba. Así, íbamos de viaje y de vez en cuando, sobre todo cuando había vino de por medio, salía algún cante que otro. Yo nunca he vivío del cante.”

Continuará.
Rafael Valera Espinosa

martes, 10 de enero de 2017

Memoria flamenca. MANUEL ZAPATA “ZAPATA DE ARCOS” (I).

“HE CANTAO JUNTO A TOMAS PAVÓN.”

Corría el verano del año 1983 cuando Tomás Ortiz Ibáñez y yo, en su entonces prestante R-7, nos trasladamos a Jerez de la Frontera para pasar unos días de vacaciones juntos a los flamencos de las peñas de Manuel Carpio “El Garbanzo”, de “Los Cernícalos”, de “La Buena Gente”, etc., y acercarnos también al bello pueblo de Arcos de la Frontera para vivir una jornada con los amigos de la Peña Flamenca de la localidad, fundada entre otros por el poeta Antonio Murciano. Habíamos establecido amistad en el homenaje que años antes se le había rendido a Manuel Torre en su tierra natal, Jerez, organizado por la Cátedra de Flamencología de la ciudad del vino fino.

En estos viajes siempre había la doble intención de disfrutar del arte flamenco y entrevistar a los artistas que eran merecedores de aparecer en la revista”Candil”. Conocíamos la popularidad que Caballero Bonald había establecido en su famosa Antología de Flamenco de 1965, más conocida como “Archivo Flamenco de Vergara”, del cantaor de Arcos de la Frontera, “Zapata de Arcos”, principalmente por ser el conservador-intérprete de la “Saeta vieja de Arcos”. Aparecimos en el pueblo y nos recibió con simpatía y amabilidad, y establecimos el diálogo.

Como fue un artista que no gozó del conocimiento debido entre los aficionados en general, antes quiero referir parte de su biografía para una mayor claridad de nuestro interés por su carrera artística. De él se puede leer en Internet:

MANUEL GALLARDO TÉLLEZ, cantaor payo, más conocido en el mundo del arte del cante flamenco con el nombre artístico de MANOLO ZAPATA, nació en Arcos de la Frontera (Cádiz) en el año de 1912 y murió en su ciudad natal en 1990. A partir de 1930 aparece ya en los carteles de espectáculos flamencos celebrados en su pueblo. Dedicado principalmente al trato y a la cría de caballos, la imagen de Zapata, con su sombrero cordobés y su elegante prestancia, se paseó por distintos escenarios, siempre mostrando el mejor cante.

Manolo Zapata, que ilustró numerosas conferencias y recitales del poeta arcense Antonio Murciano, fue un excelente intérprete de tarantas, fandangos, malagueñas o soleares y una referencia viva de las sobrias y primitivas saetas de Arcos, entre el canto gregoriano y las antiguas tonás flamencas, de las que dejó grabado notables ejemplos. En recordando los cantes de Cádiz en el numero 7 Manolo Zapata nos canta unas Saeta Vieja de Arcos.”

El comienzo de la entrevista lo enfoqué en el relato de su vida.

Rafael Valera: ¿Cómo se crió, Manuel?

Respuesta: ¡Huy! Yo le temía a mi padre como una vara verde, porque a mí de chico me escucharon cantar y querían que me fuera a una compañía, pero estaba criao de una forma que no era posible eso. A mí me escuchó cantar “El Carbonero” –se refería a Manuel Vega García “El Carbonerillo”-, que era el que quería que me fuera con él. Me decía ¡Vente! ¡Vente! ¡Vente! Pero claro, no me fui. Quizás hubiera sido una figura flamenca, pero también podía haber sido un desgraciado, y esto último me pudo más.”

P: ¿Qué recuerdos tiene de “El Carbonerillo”?

R: “Yo tengo buenos recuerdos de él. Ya he dicho que me escuchó cantar y quería que me fuera. Sus fandangos eran primorosos y difíciles de hacer, ¡muy bonitos! El fandango es lo que más se pega. Tenía un eco tan bonito que se paladeaba. También cantaba soleares y otros estilos, pero sus fandangos eran los que más me gustaba. Por supuesto que yo aprendí algunos fandangos suyos, y de vez en cuando, cuando encarta, los canto; cuando no, pues hago otros cantes. Canto por soleares, canto por siguiriyas, y eso si que es difícil, porque casi nunca hago la siguiriya. Canto por malagueñas, canto tarantas… Y a propósito de las tarantas, cuando estuve en Linares, que fui a cantar tarantas, allí estaba el alcalde de Jaén, al cual le gustó mucho mi cante.”

P: ¿Cómo un cantaor de Arcos, zona tan distante de Linares, realiza precisamente las tarantas de esta tierra?

R: “¡Hombre! Cada uno es aficionao y se queda con los ecos que más le gusta. También hay que tener buen oído. Yo he escuchao a una persona y al día siguiente, estando yo en mi casa, porque mi padre era tratante, ahora te hablo de mi crianza, siempre tenía tres o cuatro caballos en la cuadra de mi casa y yo era el encargao de ellos. Y como te digo, estando allí y acordándome de lo que había escuchao, comenzaba a tararear hasta que lo sacaba. Así he aprendío yo a cantar.”

P: ¿Dónde escuchaba a los cantaores?

R: “Pues en el teatro. De los tres o cuatro cantaores que actuaban en el teatro, como hubiera alguno que me gustara, ese lo sacaba yo al día siguiente. Pero no solo en el teatro de Arcos, sino también en Jerez, en Córdoba, que hice el servicio militar. Me acuerdo que limpiando los caballos por la mañana, las mujeres pasaban al mercao, yo hecho un chavea, y me sentían cantar asomás a la ventana de la cuadra y me decían ¡Olé tus cojones…!”

P: Aparte de “El Carbonerillo”,  ¿ha convivido con más artistas flamencos?

R: “¡No! Convivir con ninguno. He coincidido con algún cantaor y sí hemos echao un rato.”

P: ¿Cuál ha sido el cantaor antiguo que más le ha gustado?

R: “No puedo decir cuál es. Me acuerdo que una noche estuve cantando con Tomás Pavón en Castilleja de la Cuesta. La víspera del Corpus, estuve toa la noche con él. Yo estuve con José Cantos Ropero, que ya murió. Ese hombre ha dejao en cintas grabas lo que no sabe nadie. Tenía cajones y cajones de cintas, que ahora tiene su mujer. Eso vale una fortuna.”

P: ¿Pero qué recuerdos tiene de ese día con Tomás Pavón?

R: “Aquella mañana estaba en la esquina de la calle Sierpes y me acuerdo que me daba el sol de cara, y yo estaba haciendo el ridículo, porque había echao la noche por alto con el notario y estuvimos en una casa de fulanas. Bueno, yo había ido con el notario haciendo un servicio, me perdí, y estuve entonces en Castilleja, porque el notario me dijo que no me necesitaba hasta otro día. Y claro, eché toa la noche con Tomás. Tomás era un cantaor muy bueno. Estuvo cantando y siempre algo se pega. Porque que no he copiao… y he copiao. He escuchao una nota de soleares y me he dicho esa nota se la meto yo a las soleares que canto, y esa ha sio mi función. No se puede decir que yo cante por fulanito ni cetanico, he cogió ecos y los he adaptao a mi persona. Tampoco puedo decir que ese cante es mío porque tiene notas de otros.”

Continuará.
Rafael Valera Espinosa

jueves, 5 de enero de 2017

Artículo de Pepe Vica sobre el socio Gerardo Fuentes.

Articulo del periodista y amigo de la Peña Flamenca de Jaén, Pepe Vica, sobre el socio fundador y directivo Gerardo Fuentes en Diario JAÉN. 

Feliz reencuentro. 

Coincidimos hace unos días después de muchos años. Coincidíamos en el desaparecido bar Jockey, donde él era habitual en una tertulia en la que no faltaban el inolvidable Juan Zorrilla y mi fraternal amigo Manolo Moreno. Todos eran incondicionales amigos del dueño, Juan Millán, también ya fallecido. Gerardo Fuentes Gutiérrez empezó a llamar mi atención porque acudía acompañado de una señorita, Mari Carmen Jódar, a la que yo conocía porque jugaba en el equipo jiennense de baloncesto femenino, en Primera División, y yo hacía las crónicas de los partidos casi cuando empezaba a ser periodista. Mari Carmen y Gerardo se casaron y son padres de tres hijos, Gerardo, Javier y Gonzalo, y tienen una nieta, Cristina.


Gerardo Fuentes nació en 1936, en Torredonjimeno, donde su padre era médico. Decidió seguir los pasos de su padre e hizo la carrera de Medicina en Madrid, donde también cursó las especialidades de Obstetricia y Ginecología. Fue allí donde comenzó haciendo consultas en el ambulatorio San Blas y guardias en la Maternidad de La Paz. Pero la añoranza por su tierra le pudo y se vino a Jaén, donde fue ayudante de la Maternidad hasta que logró ser médico adjunto en el servicio de Obstetricia y Ginecología del doctor Pío Aguirre, a quien recuerda con cariño por sus virtudes personales y profesionales. Después, sacó una oposición para una jefatura de sección en la que estuvo hasta su jubilación.

A grandes rasgos, esta es la vida profesional de Gerardo Fuentes como médico. Pero está su otra vida, la de su gran afición, el flamenco, en el que se fue metiendo en su época de estudiante en Granada, bebiendo sus esencias en la “Taberna del Faquilla” y que continuó en Madrid, donde visitaba los lugares donde estaban las principales fuentes del flamenco, como “El Corral de la Morería”, “El Patio” y “Los Canasteros”. Ya en Jaén, continuó con su afición en las tertulias de Casa Adriano, donde se cantaba y concurría la querida e inolvidable Chari López, recientemente fallecida. Allí se gestó la Peña Flamenca de Jaén de la que Gerardo es socio de honor. Además, colaboró en la fundación de la Peña Flamenca de Torredelcampo, de la que fue presidente. Gerardo conoce todos los palos, aunque reconoce que no sabe decirlos. Pero suele decir: “Desde joven he bebido en todas las fuentes del flamenco, pero todavía tengo sed”.

http://www.diariojaen.es/opinion/articulistas/feliz-reencuentro-LE2464397