miércoles, 11 de enero de 2017

Memoria flamenca. MANUEL ZAPATA “ZAPATA DE ARCOS” (II)

“LA TARANTA DE LINARES ‘CRUJO’ CON ELLA.”

Mi interés más señalado sobre el arte de Manuel Zapata era el de rebuscar el origen o suficientes aclaraciones sobre la tan renombrada “Saeta vieja de Arcos”. Después de que me hablara sobre sus comienzos, sus noches flamencas y sus recuerdos de Tomás Pavón, con ciertas formas y preguntas diplomáticas me fui acercando al tema en cuestión.

Rafael Valera: ¿Cómo ve el futuro del flamenco?

R: “El porvenir no lo veo muy claro, porque con los cantes que están sacando no lo veo muy bien. A mí no me van esas cosas.”

P: ¿Se puede llegar a otra opereta flamenca?

R: “Quien sabe. Los tiempos vuelven.”  

P: Ante lo referido y por el papel protagonista que el cantaor marchenero José Tejada Martín tuvo en dicha época flamenca, la pregunta era incuestionable ¿Qué opina de  Pepe Marchena?

Zapata con Morao
R: “¡Hombre! Había muy pocos que cantaran como él. La falseta de Marchena era por bajo y esos cantes no los puedo hacer yo ¡Bonito era. Flamenco hasta cierto punto! Hasta cierto punto porque hay gustos para todos y en esto del flamenco es difícil de que a todos guste lo mismo. Además, yo no soy un Séneca pa decir lo que es más bueno o más malo. A mí lo que sí me ha gustao han sio esos cantes recios que por siguiriyas hacía Manolo Caracol y Manuel Torre,  porque he reconocío el que ha ido por derecho. ¡Eso sí! Mis cantes son otros y lo que quiero es que quede claro que no censuro a nadie.”

P: ¿Y de esa saeta vieja de Arcos que interpreta…?

R: No le toman cariño. Yo tengo un hijo que la canta, lo que pasa que es muy raro que la cante, pero la canta. Yo heredé ese cante de mi padre y mi hijo lo ha heredao de mí. Pero esta saeta tan bonita no sé de donde viene, ni quien la cantó primero. A mí me la enseñó mi padre y así la canto. En los tiempos aquellos había en Arcos otro que cantaba muy bien, no me acuerdo del nombre, pero no cantaba la saeta de Arcos ¡Paquiro! Un tal Paquiro. Cantaba bien pero hacía otro estilo de saeta. Había también un tal Alvarado, pero tampoco hacía la que yo canto.

Y volviendo otra vez a mi padre, mi padre lo cantaba too. Me acuerdo que él venía delante con el caballo y yo detrás y cantaba aquello de ‘Sube mariana, sube…’ También cantaba soleares y otros cantes. Mi padre cantaba la saeta sin ser aparatoso, es como yo la hago. No que ahora todos los jóvenes hacen saetas muy aparatosas. ¡No, hombre! Sois unos equivocaos, pues cuanto más simple más belleza tiene, y por supuesto, la saeta vieja de Arcos es de lo más simple y de lo más bonita.”

Establecido lo que antecede y comprobado que sobre la saeta vieja de Arcos no iba a sonsacar nada más, aunque después insistí, mi curiosidad se centró en que me hablara de su pasión por la taranta. En el verano de 1983, aún no había realizado la entrevista a “Fosforito”, fue un año después, y mi criterio sobre la taranta era el generalmente establecido por aquél tiempo. La idea del trabajo-libro “Linares. Cuna del cante minero”, donde, junto con Antonio Escribano, hemos conformado la base investigadora de que la ciudad minera jiennense es la zona primigenia del cante minero y especialmente de la taranta, vino más tarde. Por tanto la pregunta tenía su lógica.

P: Retomando de nuevo el tema de las tarantas ¿Qué diferencia encuentra entre las de Linares y las de Almería?

R: “Yo las de Almería no las toco. Lo cierto es que tampoco existe mucha diferencia, pero a mí me gusta la de Linares y me entrego en ella y casi siempre la dejo para lo último. A mí todos los años me llaman de La Unión. Me mandan una carta con las bases, con el programa y esas cosas que se hacen para los concursos. Nunca he estado y no sé por qué, pero no he ido. Y ya te digo que la taranta de Linares crujo con ella. Y aunque esté feo decirlo, cuando canté en ese pueblo puse bandera. Me acuerdo que me dieron un trofeo con el escudo de Linares y un juego de pluma y bolígrafo.

P: Además de los artistas que ha mencionado ¿tiene en el recuerdo algún otro que haya tenido fama?

R: “¡Claro! José de Paula, de Jerez. Con José de Paula he cantao yo. Me acuerdo que estuvo una vez durmiendo la siesta debajo de un techito de uralita, que hacía más calor que su puñetera madre y se le caía cada gota de sudor… Estuvo cantando después de despertarse, y claro, con lo sudoroso y después de levantarse, pues las cosas no se pueden hacer bien. Eso sí, después canto magníficamente.

También he escuchao a Vallejo, al Niño de la Calzada, al Niño de Utrera, a Palanca… Palanca tenía un fandango corto muy bonito. Eran preciosos, Cuando vino a Arcos, en los dos días que estuve aquí, por las tardes jubamos al futbol ahí en la estación; el Niño de Utrera y Palanca que venían juntos. Y vuelvo a repetir que estuve con Tomás Pavón, que aquella noche del Corpus cantó por soleá como los dioses ¡Qué bien cantaba por soleá! Porque le salía solo el cante. Por eso yo digo que el cante flamenco no tiene que ser forzao. Cuando empiezan diciendo ‘Cántame esto… Cántame lo otro…’ ¡No! El cante sale solo y se hace lo que siente en ese momento el cantaor.

Te podría hablar de más cantaores, pero no me acuerdo ahora. Yo, durante mi juventud no salí a ningún lao, estuve trabajando con mi padre, con las bestias. Como mi padre era tratante, pues íbamos a las ferias de los pueblos. A la de Jerez, a la de Chiclana… Y también éramos los únicos de la familia que cantaban. Ni mi hermanas, ni mi hermano han cantao, Solo mi padre y yo, Y claro, solo he cantao como aficionao. Después de las bestias me hice taxista, y como es lógico, a veces me han contratao también porque cantaba. Así, íbamos de viaje y de vez en cuando, sobre todo cuando había vino de por medio, salía algún cante que otro. Yo nunca he vivío del cante.”

Continuará.
Rafael Valera Espinosa

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