“LA TARANTA DE
LINARES ‘CRUJO’ CON ELLA.”
Mi interés más
señalado sobre el arte de Manuel Zapata era el de rebuscar el origen o
suficientes aclaraciones sobre la tan renombrada “Saeta vieja de Arcos”.
Después de que me hablara sobre sus comienzos, sus noches flamencas y sus
recuerdos de Tomás Pavón, con
ciertas formas y preguntas diplomáticas me fui acercando al tema en cuestión.
Rafael
Valera: ¿Cómo ve
el futuro del flamenco?
R:
“El
porvenir no lo veo muy claro, porque con los cantes que están sacando no lo veo
muy bien. A mí no me van esas cosas.”
P:
¿Se puede llegar
a otra opereta flamenca?
R:
“Quien
sabe. Los tiempos vuelven.”
P:
Ante lo referido
y por el papel protagonista que el cantaor marchenero José Tejada Martín tuvo en dicha época flamenca, la pregunta era incuestionable
¿Qué opina de Pepe Marchena?
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Zapata con Morao |
P:
¿Y de esa saeta
vieja de Arcos que interpreta…?
R:
No
le toman cariño. Yo tengo un hijo que la canta, lo que pasa que es muy raro que
la cante, pero la canta. Yo heredé ese cante de mi padre y mi hijo lo ha
heredao de mí. Pero esta saeta tan bonita no sé de donde viene, ni quien la
cantó primero. A mí me la enseñó mi padre y así la canto. En los tiempos
aquellos había en Arcos otro que cantaba muy bien, no me acuerdo del nombre,
pero no cantaba la saeta de Arcos ¡Paquiro! Un tal Paquiro. Cantaba bien pero hacía otro estilo de saeta. Había
también un tal Alvarado, pero
tampoco hacía la que yo canto.
Y
volviendo otra vez a mi padre, mi padre lo cantaba too. Me acuerdo que él venía
delante con el caballo y yo detrás y cantaba aquello de ‘Sube mariana, sube…’
También cantaba soleares y otros cantes. Mi padre cantaba la saeta sin ser
aparatoso, es como yo la hago. No que ahora todos los jóvenes hacen saetas muy
aparatosas. ¡No, hombre! Sois unos equivocaos, pues cuanto más simple más
belleza tiene, y por supuesto, la saeta vieja de Arcos es de lo más simple y de
lo más bonita.”
Establecido lo que
antecede y comprobado que sobre la saeta vieja de Arcos no iba a sonsacar nada
más, aunque después insistí, mi curiosidad se centró en que me hablara de su
pasión por la taranta. En el verano de 1983, aún no había realizado la
entrevista a “Fosforito”, fue un año después, y mi criterio sobre la taranta
era el generalmente establecido por aquél tiempo. La idea del trabajo-libro “Linares. Cuna del cante minero”, donde,
junto con Antonio Escribano, hemos
conformado la base investigadora de que la ciudad minera jiennense es la zona
primigenia del cante minero y especialmente de la taranta, vino más tarde. Por
tanto la pregunta tenía su lógica.
P:
Retomando de
nuevo el tema de las tarantas ¿Qué diferencia encuentra entre las de Linares y
las de Almería?
R:
“Yo
las de Almería no las toco. Lo cierto es que tampoco existe mucha diferencia,
pero a mí me gusta la de Linares y me entrego en ella y casi siempre la dejo
para lo último. A mí todos los años me llaman de La Unión. Me mandan una carta
con las bases, con el programa y esas cosas que se hacen para los concursos.
Nunca he estado y no sé por qué, pero no he ido. Y ya te digo que la taranta de
Linares crujo con ella. Y aunque esté feo decirlo, cuando canté en ese pueblo
puse bandera. Me acuerdo que me dieron un trofeo con el escudo de Linares y un
juego de pluma y bolígrafo.
P:
Además de los
artistas que ha mencionado ¿tiene en el recuerdo algún otro que haya tenido
fama?
R:
“¡Claro!
José de Paula, de Jerez. Con José de
Paula he cantao yo. Me acuerdo que estuvo una vez durmiendo la siesta debajo de
un techito de uralita, que hacía más calor que su puñetera madre y se le caía
cada gota de sudor… Estuvo cantando después de despertarse, y claro, con lo
sudoroso y después de levantarse, pues las cosas no se pueden hacer bien. Eso
sí, después canto magníficamente.
También
he escuchao a Vallejo, al Niño de la Calzada, al Niño de Utrera, a Palanca… Palanca tenía un fandango corto muy bonito. Eran preciosos,
Cuando vino a Arcos, en los dos días que estuve aquí, por las tardes jubamos al
futbol ahí en la estación; el Niño de Utrera y Palanca que venían juntos. Y
vuelvo a repetir que estuve con Tomás Pavón, que aquella noche del Corpus cantó
por soleá como los dioses ¡Qué bien cantaba por soleá! Porque le salía solo el
cante. Por eso yo digo que el cante flamenco no tiene que ser forzao. Cuando
empiezan diciendo ‘Cántame esto… Cántame lo otro…’ ¡No! El cante sale solo y se
hace lo que siente en ese momento el cantaor.
Te
podría hablar de más cantaores, pero no me acuerdo ahora. Yo, durante mi
juventud no salí a ningún lao, estuve trabajando con mi padre, con las bestias.
Como mi padre era tratante, pues íbamos a las ferias de los pueblos. A la de
Jerez, a la de Chiclana… Y también éramos los únicos de la familia que
cantaban. Ni mi hermanas, ni mi hermano han cantao, Solo mi padre y yo, Y
claro, solo he cantao como aficionao. Después de las bestias me hice taxista, y
como es lógico, a veces me han contratao también porque cantaba. Así, íbamos de
viaje y de vez en cuando, sobre todo cuando había vino de por medio, salía
algún cante que otro. Yo nunca he vivío del cante.”
Continuará.
Rafael
Valera Espinosa
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