martes, 10 de enero de 2017

Memoria flamenca. MANUEL ZAPATA “ZAPATA DE ARCOS” (I).

“HE CANTAO JUNTO A TOMAS PAVÓN.”

Corría el verano del año 1983 cuando Tomás Ortiz Ibáñez y yo, en su entonces prestante R-7, nos trasladamos a Jerez de la Frontera para pasar unos días de vacaciones juntos a los flamencos de las peñas de Manuel Carpio “El Garbanzo”, de “Los Cernícalos”, de “La Buena Gente”, etc., y acercarnos también al bello pueblo de Arcos de la Frontera para vivir una jornada con los amigos de la Peña Flamenca de la localidad, fundada entre otros por el poeta Antonio Murciano. Habíamos establecido amistad en el homenaje que años antes se le había rendido a Manuel Torre en su tierra natal, Jerez, organizado por la Cátedra de Flamencología de la ciudad del vino fino.

En estos viajes siempre había la doble intención de disfrutar del arte flamenco y entrevistar a los artistas que eran merecedores de aparecer en la revista”Candil”. Conocíamos la popularidad que Caballero Bonald había establecido en su famosa Antología de Flamenco de 1965, más conocida como “Archivo Flamenco de Vergara”, del cantaor de Arcos de la Frontera, “Zapata de Arcos”, principalmente por ser el conservador-intérprete de la “Saeta vieja de Arcos”. Aparecimos en el pueblo y nos recibió con simpatía y amabilidad, y establecimos el diálogo.

Como fue un artista que no gozó del conocimiento debido entre los aficionados en general, antes quiero referir parte de su biografía para una mayor claridad de nuestro interés por su carrera artística. De él se puede leer en Internet:

MANUEL GALLARDO TÉLLEZ, cantaor payo, más conocido en el mundo del arte del cante flamenco con el nombre artístico de MANOLO ZAPATA, nació en Arcos de la Frontera (Cádiz) en el año de 1912 y murió en su ciudad natal en 1990. A partir de 1930 aparece ya en los carteles de espectáculos flamencos celebrados en su pueblo. Dedicado principalmente al trato y a la cría de caballos, la imagen de Zapata, con su sombrero cordobés y su elegante prestancia, se paseó por distintos escenarios, siempre mostrando el mejor cante.

Manolo Zapata, que ilustró numerosas conferencias y recitales del poeta arcense Antonio Murciano, fue un excelente intérprete de tarantas, fandangos, malagueñas o soleares y una referencia viva de las sobrias y primitivas saetas de Arcos, entre el canto gregoriano y las antiguas tonás flamencas, de las que dejó grabado notables ejemplos. En recordando los cantes de Cádiz en el numero 7 Manolo Zapata nos canta unas Saeta Vieja de Arcos.”

El comienzo de la entrevista lo enfoqué en el relato de su vida.

Rafael Valera: ¿Cómo se crió, Manuel?

Respuesta: ¡Huy! Yo le temía a mi padre como una vara verde, porque a mí de chico me escucharon cantar y querían que me fuera a una compañía, pero estaba criao de una forma que no era posible eso. A mí me escuchó cantar “El Carbonero” –se refería a Manuel Vega García “El Carbonerillo”-, que era el que quería que me fuera con él. Me decía ¡Vente! ¡Vente! ¡Vente! Pero claro, no me fui. Quizás hubiera sido una figura flamenca, pero también podía haber sido un desgraciado, y esto último me pudo más.”

P: ¿Qué recuerdos tiene de “El Carbonerillo”?

R: “Yo tengo buenos recuerdos de él. Ya he dicho que me escuchó cantar y quería que me fuera. Sus fandangos eran primorosos y difíciles de hacer, ¡muy bonitos! El fandango es lo que más se pega. Tenía un eco tan bonito que se paladeaba. También cantaba soleares y otros estilos, pero sus fandangos eran los que más me gustaba. Por supuesto que yo aprendí algunos fandangos suyos, y de vez en cuando, cuando encarta, los canto; cuando no, pues hago otros cantes. Canto por soleares, canto por siguiriyas, y eso si que es difícil, porque casi nunca hago la siguiriya. Canto por malagueñas, canto tarantas… Y a propósito de las tarantas, cuando estuve en Linares, que fui a cantar tarantas, allí estaba el alcalde de Jaén, al cual le gustó mucho mi cante.”

P: ¿Cómo un cantaor de Arcos, zona tan distante de Linares, realiza precisamente las tarantas de esta tierra?

R: “¡Hombre! Cada uno es aficionao y se queda con los ecos que más le gusta. También hay que tener buen oído. Yo he escuchao a una persona y al día siguiente, estando yo en mi casa, porque mi padre era tratante, ahora te hablo de mi crianza, siempre tenía tres o cuatro caballos en la cuadra de mi casa y yo era el encargao de ellos. Y como te digo, estando allí y acordándome de lo que había escuchao, comenzaba a tararear hasta que lo sacaba. Así he aprendío yo a cantar.”

P: ¿Dónde escuchaba a los cantaores?

R: “Pues en el teatro. De los tres o cuatro cantaores que actuaban en el teatro, como hubiera alguno que me gustara, ese lo sacaba yo al día siguiente. Pero no solo en el teatro de Arcos, sino también en Jerez, en Córdoba, que hice el servicio militar. Me acuerdo que limpiando los caballos por la mañana, las mujeres pasaban al mercao, yo hecho un chavea, y me sentían cantar asomás a la ventana de la cuadra y me decían ¡Olé tus cojones…!”

P: Aparte de “El Carbonerillo”,  ¿ha convivido con más artistas flamencos?

R: “¡No! Convivir con ninguno. He coincidido con algún cantaor y sí hemos echao un rato.”

P: ¿Cuál ha sido el cantaor antiguo que más le ha gustado?

R: “No puedo decir cuál es. Me acuerdo que una noche estuve cantando con Tomás Pavón en Castilleja de la Cuesta. La víspera del Corpus, estuve toa la noche con él. Yo estuve con José Cantos Ropero, que ya murió. Ese hombre ha dejao en cintas grabas lo que no sabe nadie. Tenía cajones y cajones de cintas, que ahora tiene su mujer. Eso vale una fortuna.”

P: ¿Pero qué recuerdos tiene de ese día con Tomás Pavón?

R: “Aquella mañana estaba en la esquina de la calle Sierpes y me acuerdo que me daba el sol de cara, y yo estaba haciendo el ridículo, porque había echao la noche por alto con el notario y estuvimos en una casa de fulanas. Bueno, yo había ido con el notario haciendo un servicio, me perdí, y estuve entonces en Castilleja, porque el notario me dijo que no me necesitaba hasta otro día. Y claro, eché toa la noche con Tomás. Tomás era un cantaor muy bueno. Estuvo cantando y siempre algo se pega. Porque que no he copiao… y he copiao. He escuchao una nota de soleares y me he dicho esa nota se la meto yo a las soleares que canto, y esa ha sio mi función. No se puede decir que yo cante por fulanito ni cetanico, he cogió ecos y los he adaptao a mi persona. Tampoco puedo decir que ese cante es mío porque tiene notas de otros.”

Continuará.
Rafael Valera Espinosa

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