“YO NO SÉ CANTAR
POR ENRIQUE ‘EL MELLIZO’.”
Establecidos sus criterios y vivencias con artistas de la talla de Tomás Pavón, José Palanca, Manuel Vega “El Carbonerillo”, Antonio Tovar Rios “Antonio el de la Calzá”, o Juan Mendoza Domínguez “Niño de Utrera”. Aseveradas sus preferencias sobre la taranta de Linares, y corroboradas sus herencias flamencas sobre la Saeta Vieja de Arcos, la conversación se trasladó a sus experiencias viajeras como taxista, y también sobre determinados contratos que le salieron en el extranjero, concretamente en Francia.
Rafael Valera: No tuve casi que preguntarle, el
relato lo fue hilvanando Manuel Gallardo
Pérez “Zapata de Arcos”, rememorando viajes realizados como taxista:
R: “Me
acuerdo que estuve en una boda en Galicia. Nos metieron en un bodegón que
estaba en obras y no te quiero decir las fatigas que pasamos con las escaleras
del bodegón, porque no estaban terminás las obras ¿Quién me iba a decir a mí
que iba a cantar en Galicia? ¡No veas la que se armó yo cantando en Galicia!
Pero aquello gustó. No sé si la gente de allí sabía de flamenco o no, pero
aquello gustó. Y hasta que me vine de allí, aquella gente no me dejó, siempre
querían que cantara. Además, me aprendí dos o tres estrofas en gallego y cuando
las cantaba nos partíamos de risa.”
P: ¿Es posible que dentro de esta
saeta pueda haber alguna relación con El Mellizo?
R: “A
mí me dicen que cante por El Mellizo y no sé cantar por Enrique El Mellizo. Ya
te he dicho que yo canto y no sé si lo que canto es de él o de otro. Y no veo
ninguna relación en esto que me has preguntao. Yo he escuchao a cantaores –como
antes he dicho- y luego después he hecho mi composición, mi cante, con notas de
unos y con notas de otros.”
Mi
curiosidad no se quedó satisfecha. Posteriormente, y en mi afán de investigar y
relacionar ciertas semejanzas de esta Saeta Vieja de Arcos con otros cantes
semanasanteros de diferentes comarcas de nuestra Andalucía, y tras escuchar en
numerosas ocasiones a mi gran amigo y desaparecido Vicente Cumbrero, trabajador que fue de la Confederación
Hidrográfica del Guadalquivir en Jaén, y natural de Villacarrillo, los Cantes
de Pasión de su pueblo, llegué a la conclusión de que estos cantos jiennenses,
y también las saetas cuarteleras de Puente Genil, parecen que guardan un mismo
origen primigenio con la Saeta Vieja de Arcos. ¡Qué buen trabajo aclaratorio
podrían hacer aquí los musicólogos!
Mas,
he de volver a la entrevista y referir lo que Manuel Zapata me contó sobre sus
actuaciones en Francia cantando saetas.
P: ¿Qué ha significado para Vd. estar
en Francia cantando saetas?
R: “Para
mí ha significado mucho. Mucho porque hemos puesto bandera allí. Y particularmente
para mí porque me hicieron un reportaje de televisión a mí solo.”
P: ¿Cómo vio de interesados a los
franceses por la saeta?
R: “Muy
interesados, con mucha afición. Allí escuchan con una atención que no se oye ni
una mosca. Allí no hay trompetas ni ná… Allí se hacen a pelo liso. Cantamos a
unos 50 kilómetros de París, en una iglesia que tenía una acústica
extraordinaria. Ni micro ni ná. El público salió contentísimo. Creo que fue la
primera vez que se ha ido a Francia a cantar saetas.”
Manuel
Zapata no recordaba o no sabía que en el año 1954, cuando los artistas del
madrileño “Tablao Zambra” grabaron
en París la famosa Antonio de Flamenco, conocida como de Hispavox, la cual fue
premiada por la Academia Nacional del Disco de Francia, la cantaora Lolita de Triana plasmó tres saetas en la
misma.
Y
prosiguió nuestro entrevistado:
R: “Estuvimos
cuatro cantaores, “El Guapo de Jerez”,
Antonio de Patrocinio, de Córdoba,
otro más de Córdoba, y yo. Y nos llevábamos extraordinariamente los cuatro. Cómo
sería, que “El Guapo” y yo vinimos en otro avión y, no había hecho más que
llegar a la casa, cuando Antonio el de Patrocinio me estaba llamando por
teléfono. Tenían muchas facultades para cantar sus saetas y muchos carzones.
Pusimos los cuatro una gran bandera en Francia. Yo no he visto aplausos más
largos que los que nos dedicaron los franceses.
Además, cuando me hicieron el
reportaje por televisión, que salí con mi traje y mi sombrero de ala ancha… Yo
cantando en televisión y viéndome cantar yo. Me pusieron para el reportaje unos
auriculares porque me tenía que hablar una señorita en español las preguntas
que me hacía uno en francés, y ¡me cago en la puta…! ¿Cómo va a salir esto
bien? Y luego la gente me conocía por las calles, se quedaban mirando y decían
¡Ole! ¡Ole! Para mí aquello supuso una satisfacción y un orgullo bastante
grande.
Tan
entusiasmado estaba con el público francés; tan admirado de su silencio; tan
impactante se había quedado, que me pasó por la cabeza comprometerlo con la
comparación del público español y muy concretamente andaluz, el cual a veces se
muestra demasiado efusivo y por tanto escandaloso, pero que casi siempre sabe
decir un olé a tiempo. Manuel, una pregunta en cierto modo comprometía ¿Vale
más un aplauso en francés, o un aplauso andaluz?
R: “¡Depende!
¡Depende! Porque los aplausos aquellos fueron hechos con sentimiento. Hicimos
cuatro veces la retirada y no había ‘cojones’ quien aguantara los aplausos. A
la que hizo cuatro veces, salimos y tuvimos que cantar una saeta más cada uno.
Y eso vale y se aprecia mucho.”
Fueron
bastantes más preguntas las que le hice, pero sus respuestas se reiteraban en
los temas que ya he referido. Insistí en artistas de reconocida trayectoria
creativa, de los protagonistas de la ‘Opera Flamenca’, de famosos como “Caracol”, Antonio Mairena, los viejos
maestros de Jerez por estar en el camino hacia Arcos de la Frontera, mas, él seguía con contestaciones muy cortas y centradas en lo
expresado anteriormente.
Rafael
Valera Espinosa
No hay comentarios:
Publicar un comentario