miércoles, 6 de julio de 2016

Por soleá. VICKY ROMERO, CANTAORA.

Aunque su nombre no suene como debiera, en Jaén tenemos una prestante cantaora que responde al nombre de Vicky Romero, la cual viene estableciendo su maestría flamenca no solo cantando, también impartiendo señaladas clases de nuestro arte a todas aquellas y aquellos que se interesan y aman nuestra música en la Universidad Popular Municipal de nuestra capital.

Dice su biografía que nació en  Sardañola del Valles (Barcelona) y que comenzó sus estudios de flamenco en 1984 en la Peña Flamenca A.C.R Casal de Cerdanyola como seguidora de la escuela de José de la Vega en el baile. En 1988 recibe en Cerdanyola el Diploma de Honor de la “Mostra de Dança Popular”. En abril de 1989, con 13 años obtiene el Primer Premio de Cante Flamenco, otorgado por la Generalitat de Catalunya en el concurso “El Arte Adelante” de Sabadell. A partir de ahí empieza su carrera artística que sabrá compaginar con diversos estudios autodidactas interesándose por la historia del flamenco. Vicky Romero se define como “una cantaora con una apertura musical grande que no está encasillada en la rigidez estricta del flamenco”, mezclandolo con otras músicas. Su arte se conoce en ciudades como Viena (Austria), Roma (Italia), y en países como Francia y Suiza, compartiendo cartel con los mejores cantaores flamencos de España: “Fosforito”, Mayte Martín, Joselito de Lebrija, José de la Tomasa, Rancapino, Carmen Linares, o Miguel Poveda, etc.

Posiblemente mi opinión más certera se defina con precisión en dos de las críticas que le hice en uno de los Festivales Flamencos “Pepe Polluelas”, y en una Semana de Estudios Flamencos de Jaén: “El espectáculo lo abrió la cantaora local Viky Romero con alegrías, en una línea cadenciosa, con fuerza y determinado gusto. En las soleares mantuvo la misma tónica reposada del compás del tres por cuatro, evocando sonoridades alcalaínas, las trianeras del Zurraque, algo de Utrera con visos de La Serneta, y un remate por Juaniquín de Lebrija. Para desarrollar las malagueñas eligió en primer lugar la granaina aureliana, la cual enlazó con la de Juan Reyes “El Canario” matizada de fuerza y adecuado melisma, para finalizar por aires abandolaos. Su admiración sobre Pastora Pavón la canalizó por bulerías y entonaciones de lo que La Niña denominó “lorqueñas”, para continuar por coplas y ecos de Jerez.”

Y en la otra: “Más tarde, la cantaora Vicky Romero, de cuna catalana y ascendencia jaenera, fue mostrando sus cualidades artísticas a través de cantiñas con buen compás y determinado acercamiento a Chano Lobato, para continuar con soleares  y establecer un adecuado seguimiento de la creatividad de Fernanda de Utrera, rematando el estilo con entrega y conocimiento por Juaniquín de Lebrija. (.,.) Reivindicando su origen jiennense y familiar, entonó cantes de trilla que me recordó la escuela de Bernardo el de los Lobitos. Retomó el compás flamenco para realizar tangos con buen ritmo y algunas resonancias de La Niña de los Peines…”

Este es el buen arte de Vicky Romero.

Rafael Valera Espinosa

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