lunes, 4 de julio de 2016

MEMORIA FLAMENCA. Fernanda de Utrera (II).

Finalicé el primer capítulo de la serie sobre Fernanda de Utrera con el relato que la “Dama de las soleares” me hizo de algunos de las anécdotas de su abuelo Fernando Peña Soto “Pinini de Utrera”. Y con el recuerdo del personaje en boca de Fernanda Jiménez Peña “Fernanda de Utrera” voy a continuar, no sin antes aclara un pequeño error del capítulo pasado, el de que “La Feonga” no era comadre sino prima de Fernanda.

“Mi abuelo, sobre “too”, cantaba. ¡Fíjate! Mi tía me contó que una vez fue Enrique el Mellizo a su casa. Y claro, estaban “toos revolucionaos” porque entonces El Mellizo era un cantaor que no veas… Pues llegó mi abuelo, El Pinini, y le dijeron que cantara, y como cantaría que El Mellizo no quiso abrir su boca.” Mas como siempre, yo tenía curiosidad por las entonces atractivas y raras cantiñas de su abuelo para los aficionados que teníamos poco vivido en el flamenco, y le pregunté si alguna vez se las había escuchado: “Sí, y también a mi tía (no llegó a especificar si era Luisa o Pepa Peña Vargas). Mi abuelo tenía más alegría en el cante, pero mi tía tenía una voz… ¡Josú que voz! No como la mía que es aguardientosa, era más fina, más laína… ella cantaba los cantes de su padre, mi abuelo. Con más pureza él y con más alegría. Mi abuelo además, con esa alegría que tenía cantando hacía bailar al que no sabía. Eso que canta Bernarda “La calle nueva sal’borotao / porque El Pinini se ha emborrachao…” Y es que El Pinini se iba al matadero –porque era matarife- y se ponía ciego de aguardiente, y cuando volvía “pa” su casa iba cantando y bailando… y al entrar por la calle nueva “toas” las vecinas se asomaban al balcón y ese era el alboroto, porque salían “pa” escucharlo.”

Sabido el magisterio que tuvo Fernanda en los cantes por soleá y que mi ídolo por aquél tiempo era Tomás Pavón por sus formas de ligar y alagar los tercios de los cantes y muy especialmente las soleares, la pregunta no pudo ser otra, la de si había escuchado los cantes por soleá de Tomás Pavón: 

- “A Tomás lo he “escuchao” y le “cantao” “mu” chiquitita. Vino a casa, no me acuerdo si lo llevó Mairena o Caracol (se aclara después que fue Antonio) y le canté por bulerías. Luego me sentó encima de él, y Antonio Mairena me dijo que le cantara un poco por solea. ¡Ya verás…! Entonces tendría yo unos siete u ocho años, y le cante por solea a Tomás. Porque oye, yo me agarré por ese palo, como aquél que dice, casi desde que nací. Ya te he dicho que me puse a coser y no aprendí porque me iba a las fiestas flamencas.” Más yo insití y le inquirí si se acordaba de lo que dijo Tomás cuando la escucho: “Pues sí. Le dijo a Antonio Mairena que yo iba a cantar, que iba a cantar… con ese tonillo favorable.” Y de nuevo a la carga con la pregunta ¿Tú crees que los cantes por soleá de Tomás tienen alguna relación con los de La Serneta? A lo que Fernanda con bastante seriedad me respondiendo tajantemente: ¡No, no! Tomás cogió los cantes de Triana, o sea, a Tomás le pasó lo mismo que a Antonio Mairena. Mairena, como tienen sentencia aquí en Utrera, los cantes los cortó a la larga (quiso decir que los recortó) y Tomás alargó los cantes de Triana, los cantes de estos… “los alfareros”. Estos son cortos y Tomás los alargó.

Llegado a este punto, las respuestas no me acababan de convencer. Sabiamos o creíamos que Tomás Pavón había tenido influencias de La Serneta e incluso hubo inclinando también a su hermana Pastora hacia el citado personalismo, según después demostraron Luis y Ramón Soler en su libro “Antonio Mairena en el mundo de la siguiriya y la soleá”; Tomás Pavón sí que cantó soleares de Joaquín el de la Paula, Enrique el Mellizo y Frijones, mas también de “La Serneta”. Parecía que Fernanda quería establecer que toda la historia flamenca era eso, historia, y que gran parte de la importancia por esas fechas -finales de los setenta y comienzos de los ochenta- en los cantes por solea pertenecía a ella. Nuevamente insistí sobre el tema preguntándole si creía que Tomás tenía un cante muy especial: 

- “¡Hombre…! Bastante, aunque a mí me gustaba más La Niña; ¡mucho cuidao! A mí La Niña de los Peines. Los discos de Tomás no me han convenció. Pero la niña no era solearera ni siguiriyera, La Niña era festera… ya está”

Seguían sin cuadrarme las respuestas por las enseñanzas de mi amigo Angel García Cruz. En el citado libro de Luis y Ramón Soler figuran 65 cantes por soleá y 32 siguiriyas grabadas por Pastora, la cantaora que más grabaciones tiene con creatividad personal de la historia de nuestra música. No le satisfizo mucho a Fernanda las caras que pusimos los presentes con sus aseveraciones porque continuó diciendo: 

- “¡Bueno…¡ Por aquella época lo que pasaba es que se alternaba con todos en los espectáculos, con Centeno, Vallejo, Cepero… y ella era la única mujer, estaba sola, porque La Serneta no actuaba, La Trini, según dicen, no salió de Málaga… ¡Claro, había pocas mujeres, La Niña estaba sola y se llevaba la palma.”

Como era nuestra invitada y tras la entrevista tenía que dar un recital en la Peña Flamenca de Jaén –magnifico, por cierto- no quise más incomodos y cambie el tercio preguntándole si en esos años ochenta se cantaba mejor que en los anteriores, por la serie de nombres que había citado anteriormente: 

- “¡Oh! No, no, no, y que no. Y no me digas eso porque no “pueo” estar de acuerdo contigo. ¡Que no!” Perdón, solo preguntaba ¿Cuáles son tus razones para ser tan rotunda? “Te lo voy a explicar. Es muy fácil porque ninguno expone. Hoy todos son grandes artistas, pero ninguno expone ¡Ya está…! Mira a El Lebrijano la línea de Mairena clavá; Curro Malena también Mairena clavao; ¿Pepe Meneses…? Mairena clavao. ¡Coño! No too va a ser Mairena. Ahora los tocaores “toos” menean la mano como Paco de Lucía, y mira que hay tocaores buenos… Toos imitan hasta el meneíto de cabeza de Paco. ¡Coño! ¡Fijate! Está este chiquito de Melchor –se refería a Enrique de Melchor- que es un fenómeno. Están los “Habichuelas” que son toos fenómenos; Manolo Domínguez, de Sevilla, otro fenómeno; Cepero… toos. Pero mira, Paco Cepero ha metio el dedo –en referencia al poderío del pulgar- y ya lo mete too el mundo. Ahora quien se luce es el tocaor, y ese es el motivo de que antes se cantara mejor. ¿“El Carbonerillo”? Su sello propio. “El Niño de la Calza” también su sello propio. ¿El Sevillano, El Gloria…? Todos tenían su algo.

Rafael Valera Espinosa

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