"AL
ESCUCHAR TOCAR POR SOLEA ME DESCOMPONGO."
Establecida su
opinión sobre si antes se cantaba mejor y expresada con rotundidad en el
artículo del lunes pasado refiriéndose a los sellos propios de artistas como José
Cepero, Antonio el de la Calza, El Sevillano, El Gloria… yo insistí sobre el
tema para que Fernanda de Utrera siguiera exponiendo sus criterios, y le argumenté
que posiblemente hoy se estudiara más el cante. “¡”Pó” sí! Porque hoy se coge
un disco y se aprende cante, pero hay que tener algo aquí (señalándose el
corazón), porque el cante no se aprende. Se puede, si quieres puedes aprender un tercio, un cambio, pero
hay que tener algo aquí –vuelve a señalarse el corazón- porque a un cantante de
ópera se le educa la voz, se tiene que limitar a una circunstancia vocalistíca…
en fin…
Fernanda, ya que
estamos hablando del flamenco del flamenco de hoy y has nombrado en varias
ocasiones a Caracol y Mairena ¿Se puede hablar de escuelas…?
“¿Qué?
¿Cuál es la escuela de Antonio Mairena? ¡Si no hay más que él, hombre…! Porque
su hermano Francisco canta más gitano, pero muy cortito; Manuel canta lo mismo
que Antonio y a su vera nada tiene que hacer. Entonces, todavía Caracol, en esa
familia de los toreros que ha habido muchos artistas, ha “destacao” como
cantaor flamenco. Como digo, en esa familia ha habido muchos artistas como
Gabriela Ortega, que ha sido un fenómeno de la poesía… en fin… varios. Pero
Mairena no está nada más que él y tampoco tiene “na” suyo. ¿Entonces qué
escuela es la de Mairena…? ¡A ver, dime tú! Lo que pasa es que Antonio Mairena
es un cantaor científico. Caracol no. Caracol tenía un temple de artista que
Mairena no, pero… ¡Fíjate! Yo veo más artista a Caracol y por otra parte más cantaor a Mairena. Por
ejemplo. Tú estás escuchando cantar a Antonio y dices ¡qué bien!, como canta,
que bien mide… y sin embargo, el cantaor que te ponía el vello de punta ese era
Caracol. Lo que hay que reconocer es que Mairena ha sacado cantes a flote como
las tonás, los del Piyayo y los romances…
No quise insistir
más en un aspecto que Fernanda venia dejando claro. Su pasión por Mairena era
mucha, mas no comulgaba con todos los aditamentos que rodeaban a la figura del
mairenero. Así que cambié el tercio y le pregunté qué opinaba sobre la
masificación en la que estaban inmersos los festivales.
-
“Yo creo que en los festivales mandan muchas circunstancias. Un festival con
exceso de artistas resulta bastante pesao. Influye también el comportamiento
del público y los organizadores. Porque a las cinco de la mañana que terminan
muchos festivales como El Potaje, pues no se sale a un escenario con un
ambiente propicio para cantá. Se dio un caso en que eran las siete de la mañana
y empecé yo a cantá ¿Imagínate? Esto fue en un festival que se hace al lao del
puente de Triana.
Yo
creo que debe haber una organización que obligue a los artistas a no hacer su
actuación larga, porque así se hace pesao para los artistas y para el público.
Si tú te tiras hasta las siete de la mañana en un camerino “pa ca y pa ya” ¡Imagínate!
Entonces el público, que también está cansao, ni te escucha ni na. Porque el
espectáculo debe de ser pa escucharte. Si un artista quiere inspirarse a esas
horas, no, que no, que no puede. Otro caso se me dio en Chiclana. Yo fui a
cantar y al salir al escenario había unos chiquillos dando porrazos en el
tablao… ¡Claro… Yo no me podía concentrar y le dije a mi amigo Paco que me los
quitara de ahí. ¡Jesús… Que de chiquillos hay en Chiclana!
¿Qué importancia
le das a las letras dentro del flamenco?
-
¡Hombre…! Las letras son casi lo más importante, porque si no dices letras
adecuadas ¿Cómo puedes expresar lo que sientes, aunque se pueda expresar el
quejio? Porque sin las letras no saben si estás triste por amor, por dinero, o
por qué se yo. Mira lo que decía Manuel Torre: “Era un día señalao de Santiago
y Santa Ana / Yo le pedí a mi Dios / que le aliviara a la madre de mis
entrañas…” Eso son fatigas que él veía en su madre. Se dice, a veces, que los
sentimientos que sentía un cantaor al decir una letra que le afectaba, los
demás no podemos sentir lo mismo. Y digo yo que sí. Mira, yo tengo un fandango
grabao, eso de “a mis niños no me los abandones…” pues desde que murió una
hermana mía eso no lo “pueo” ya cantar, porque me acuerdo de mi hermana que
dejó a sus hijos solos. Me lo pide la gente y forzá la canto, pero me entra un
repeluzno y una descomposición de cuerpo que no pueo, ea, que no puedo… A
Bernarda le pasa lo mismo con el romance de la Reina Mercedes. Ella no ha vivido
es época, pero cuando dice “Te vas camino del cielo / sin un hijo que te
herede…” ella se pone a llorar. ¿Por qué? Pues porque lo vive. Son los
sentimientos de cada persona los que se identifican con las letras. Mira,
también en Utrera murió una gitana mocita prima de mi madre que le decían “La
Tapia”. Antiguamente a esas mujeres las vestían como una novia y dicen que La
Serneta la amortajó y, en vez de quedarse con ella en la habitación, se salió a
la calle y se cogió a los “yerros” de la ventana de ver aquella muerta y se le
vino la inspiración y cantó “Que dolor de La Tapia /tan bonita como era/que se
le parecía a la Virgen/de Consolación de Utrera”. También me acuerdo de
escuchar a una tía mía que se peleó con un novio: “La sangre me la freíste/como
Dios no lo remedie/ andaremos al desquite”.
Al final de la
entrevista y como habíamos retomado lo del cante por soleá, volví a preguntarle
dónde había aprendido con tanta enjundia el cante por soleá y que emociones sentía cuando lo cantaba.
-
“Ya te he dicho que a mi casa venían todos los espectáculos que llegaban a
Utrera. He escuchao a Tomás Pavón, Caracol, Pepe Torres estaba a cada instante
también, en fin… Yo he escuchao a mi tío por siguiriyas, a mi gente, pero como
dije, con ocho años me cogí a ese palo de la soleá y ahí sigo. Y de las
emociones ahora lo voy a hablar, y lo juro por mi madre, que na más escuchar
tocar por solea me descompongo”.
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