viernes, 22 de septiembre de 2017

Crónica flamenca. DIVERSIDAD FLAMENCA EN EL XLVI FESTIVAL DE JÓDAR.

ORTODOXIA EN ‘NIÑO’ JORGE Y PRESTANCIA DE MARINA HEREDIA, JOSÉ GALAN, ENCARNA ANILLO Y ‘PEDRO EL GRANAINO’.

Las circunstancias para la celebración del XLVI  Festival Flamenco de Jódar, el pasado día 30 de agosto, no se presentaban muy halagüeñas. La inestabilidad del tiempo con previsiones de tormenta, rayos y viento acongojaban a los patrocinadores, organizadores y aficionados. Además, celebrar un acontecimiento de esta índole un miércoles, sin ninguna fecha festiva alrededor –excepto la del pueblo galduriense-, supuso adquirir ciertos riesgos para completar el aforo del Auditorio Municipal de Palomares. Mas, como apunté en la previa del martes, los aficionados respondieron como  durante  los 46 años anteriores, con un aforo de más del setenta por cierto.

A la hora anunciada, el aficionado-artista local Manuel Sánchez ‘El Jopi’, con la prestante guitarra del joven Blas Mora (con popular academia del instrumento en Villacarrillo, su tierra) se aposentaron el escenario para establecer con cierta melodía la malagueña de ‘La Trini’. Cierto pellizco por las siguiriyas de Manuel Molina con matices recreativos de Manuel Torre, rematada con potencia tonal por el cambio del citado maestro de Jerez. En las peteneras se acercó a la personalidad de Pastora Pavón, con ciertas resonancias de Luis de Córdoba, finalizando con serie de fandangos personales.

Eduardo Martínez Redondo “Niño Jorge”, con el acompañamiento del maestro iliturgitano Antonio Gómez, estableció la ortodoxia de la noche flamenca con un repertorio serio y festero a la vez, el cual comenzó con toná por los ecos de Antonio Mairena, toná-carcelera, y debla de Tomás Pavón, con influencias de Rafael Romero, enlazando seguidamente con conocimiento por la siguiriya primera de Tomás ‘El Nitri’, la recreación de Manuel Torre por la de su paisano Juan Junquera, y un entregado remate de ‘El Loco Mateo’ con matices de ‘Sernita de Jerez’. En las cantiñas-alegrías se acomodó con buen compás por el personalismo gaditano de Manolo Vargas, los aires de Pericón con matices de ‘Beni de Cádiz’, para finalizar recordando a la ‘Niña de los Peines. Se templó por el difícil estilo de los tientos a través de los recuerdos de Juanito Mojama’ y recreación de ‘El Gallina’, para derivar a los tangos, con prestante compás y evocaciones de Pastora y ‘La Pirula’. Amplia resultó su serie de soleares con inicial recuerdo a Juan Breva con aires apolaos, para continuar con el iliturgitano José Yllanda y más ecos de Rafael Romero, trasladarse a Alcalá por ‘La Roesna’, continuar por el localismo con matices de Manuel Torre y redondear por ‘Paquirri el Guanté’. Ofertó con alto tono fandangos de ‘Antonio el de la Calzá’ y ‘El Carbonerillo’, finalizando con bulerías de Cádiz y acertados ecos de ‘Chano Lobato’ y ‘Canalejas de Puerto Real’.

Se adueñó Marina Heredia del escenario con su dominio de la coreografía flamenca iniciando su recital con milonga desarrollada con melancolía, para seguidamente estructurar una caña por soleá por bulerías con cadencias para el baile, algún recuerdo de Rafael Romero y remate por soleá apola. En las siguiriyas evocó a Manuel Molina por Manuel Torre, resonancias de Juan Junquera y un remate por Juanichi ‘El Manijero’ con acercamientos a ‘Fosforito’ y ‘Tía Aníca la Piriñaca’. Reivindicó su tierra con granaína-malagueña de corte ‘aureliano’ para derivar a la malagueña de ‘Gayarrito’ y rematar por el abandolado fandango de su paisano ‘Frasquito Yerbabuena’. En las siguientes bulerías se acordó de ‘Adela la Chaqueta’ y remató con tangos de su tierra, los del monte granaíno, arropada por el maestro ‘Curro Albaicín’, el cual –a pesar de sus años- evidenció su ancestral solera flamenca.

Aire nuevo estableció el sevillano José Galán por fandangos de Huelva, iniciados por el ‘cané’ de Alosno, para con poderío tonal finalizar por José Rebollo. Continuó con bamberas en la línea de Pastora Pavón, acercándose posteriormente a la línea primigenia folclórica del estilo que al final de los ochenta promocionó el lebrijano guitarrista Pedro Peña. En sus tangos ofertó conocimiento de los personalismos de Juanito ‘Mojama’, ‘La Niña de los Peines’ y la malagueña Dolores Campos ‘La Pirula de Málaga’, estos últimos con recreación personal. Reclamado por el público interpretó sus famosas colombianas con letras rocieras, finalizando con fandangos de ‘El Pichichi de Triana’, de ’Pepe Aznalcollar’ y José Cepero.

La gaditana Encarna Anillo ofertó su más genuino arte de la tierra por alegrías con resonancias de los viejos maestros de ‘La Tacita de Plata’; estableciendo seguidamente su melódico melisma por granainas-malagueñas de Aurelio Sellé y don Antonio Chacón, y bulerías con matices copleros de Lola Flores con expresiva gracia gaditana. Los tientos-tangos fueron desarrollados en los matices gaditanos, también con ciertos recuerdos de Carmen Linares y de la sevillana ‘Juana la del Revuelo’. Fiesta auténtica fueron sus bulerías por soleá con resonancias de los maestros gaditanos y del jerezano ‘El Chozas’, lo que le permitió dar entrada a la jovencísima bailaora Gema Moneo, la cual -en la línea de su tierra jerezana- fue desarrollando un baile preciosista con ‘pataita’ incluida, demostrando medida del escenario, poderío en el taconeo, dominio de la escobilla bailaora, adecuada y coreográfica composición de la figura, estructurado todo con armónico compás en sus quiebros bailaores.

Cerró la noche el popular Pedro Heredia Reyes ‘El Granaino’, comenzando por un recorrido de soleares apolás con influencias de ‘Fosforito’, aires de ‘Camarón’ y Enrique Morente con lenta resolución del estilo. En los tientos rememoró al gaditano Manolo Vargas por el largo melisma de Enrique Morente. Los fandangos los desarrolló con personalidad y recuerdos de ‘El Chato Méndez’ con entremezclas tonales de ‘Pansequito’ y ‘Camarón’, de ‘Antonio el de la Calzá’ en la misma tesitura, y unos finales en los que se adivinaban los ecos de Cepero-Caracol-Camarón. Sus cantes mineros evocaron la taranta-taranto de Manuel Torre, la taranta de “El Cojo de Málaga’ con resonancias de ‘Porrina de Badajoz’, y una última taranta de corte ‘camaronero’. Finalizó por bulerías en la que destacó la letra por siguiriyas de ‘Tío Manuel Cagancho’ que popularizara Tomás Pavón.

Rafael Valera Espinosa

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