viernes, 15 de septiembre de 2017

Crónica flamenca. CASTA Y SENTIMIENTO FLAMENCO EN ‘JOSE EL DE LA TOMASA’.


Alfonso Fernández Malo
Fueron y son amigos, y así se verificó el viernes en la Peña Flamenca de Jaén, durante el acto homenaje a José Giorgio Soto “José el de la Tomasa”, de la XXXII Semana de Estudios Flamencos que la entidad le ha dedicado al cantaor sevillano. Y fue otro sevillano de vivencias y medio crianza, de raíz torreperogileña, Alfonso Fernández Malo, el que supo expresar con sencilla prosa poética –la del pueblo, su pueblo- los aspectos más íntimos y señalados de la artística vida del abuelo jerezano de José, José Soto Loreto ‘Pepe Torre’, hermano del legendario ‘Manuel Torre’; de sus padres Manuel Giorgio Gutiérrez ‘Pies de Plomo’, y Tomasa Soto Díaz ‘La Tomasa’.

Muchas fueron las anécdotas y los recuerdos señalados en la glosa de Fernández Malo a ‘El Tomasa’. Bastantes los entresijos familiares artísticos relatados como el del apelativo ‘Pies de Plomo’, adjudicado de sopetón a su padre cuando pretendiendo a su madre subió a la azotea donde ‘Pepe Torre’ tenía gallos de pelea, y su futura suegra, al pisar el padre de José un pollo sin querer le espetó: ¡Lo pisastes, Pies de Plomo! Alfonso Fernández fue estableciendo las andanzas cantaoras de ‘Pies de Plomo’ por la Alameda de Hércules; los “jondos’ pellizcos siguiriyeros de ‘La Tomasa’, los avances flamencos del homenajeado tras su faceta de telonero del rock andaluz; sus éxitos y vicisitudes de recitales y estancias en los más ‘peregrinos’ lugares como la ciudad de Zamora, donde cantó en la Peña Amigos del Cante, con una temperatura exterior de siete grados bajo cero… Y, especialmente, los ratos vividos en comunión cantaora y tabernaria con gran número de famosos amigos, literatos, artistas del ramo, buscavidas y admiradores del flamenco y del creativo clan jerezano de ‘Los Torre’ afincado en Sevilla.

El de la Tomasa con Paco Cortés
En la contestación cantaora, ‘José el de la Tomasa’, con la prestante y virtuosa guitarra del granadino Paco Cortés, expuso por caña a compás de soleá por burlerías su admiración por el iliturgitano Rafael Romero “El Gallina”, rematada por soleá apola. En las soleares –por bulerías, a veces- José fue dejando la marca familiar de resonancias jerezanas por los aires del trianero Noriega, Alcalá por Juan Talega y la de Joaquín el de la Paula, para rematar con entrega tonal por Triana. Los cantes mineros los ofertó con recreación personal de la taranta-taranto de su tío abuelo Manuel Torre, musicalizando el estilo con alargamiento del melisma y manteniendo a la vez el sentimiento ‘jondo’ del cante. Donosura y gracia rítmica fueron los matices con los que desarrolló las cantiñas-alegrías con referencias de los grandes gaditanos como Enrique el Mellizo, Pericón o Manolo Vargas, estableciendo singularidad artística y aportaciones personales. En los fandangos –estilo que él defiende con pasión- mostró su enjundia y matices propios en el recuerdo de cantaores como Antonio el de la Calzá, José Méndez Bao ‘El Chato Méndez’, y principalmente por su tío-abuelo Manuel Torre.

Su lucimiento personal continuó por el estilo emblema con marca de la casta cantaora familiar como son las siguiriyas. Constatando su gran afición por el cante y su insistente estudio del mismo, José se metió directamente –sin salida, como suele ser habitual por el personalismo- con fuerza y entrega a recordar el tratamiento que de Tío Manuel ‘Cagancho’ ofertó en su día Juan Fernández ‘Talega’. En la misma tesitura serena y ‘jonda’ del cante nos recordó la personalidad del porteño Tomás Fernández Vargas ‘El Nitri’, para finalizar con el aire del gaditano ‘Curro Durse’. Finalizó con un amplio repertorio de bulerías, en las que su personalidad e influencias de su casta cantaora, fueron las mejores premisas para el disfrute de los aficionados.

Como sorpresa de la noche, su nieto Manuel Giorgio de diecisiete años, estableció prestancia, conocimiento, ‘jondura’ y reposo en las soleares de Alcalá por Joaquín el de la Paula y su sobrino Juan Talega, así como por las del trianero ‘Noriega’.


Rafael Valera Espinosa 

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