Tengo
desazón porque el flamenco no es tratado con el suficiente y
merecido respeto. ¿Por qué la mayoría de los acontecimientos de
este arte han de ser complementados con otros tipos de música? Nunca
he leído que la ‘Semana de Música Sacra de Cuenca’ incluya
saetas flamencas, por ejemplo. Tampoco que la ‘Semana de música
antigua de Álava’ programe zarabandas flamencas, aquellas de las
que escribió Cervantes en ‘La Gitanilla’. Ni que los diferentes
festivales internacionales como ‘El Festival Internacional de
Música’, de Cartagena, convoquen a otros músicos o colectivos que
no sean clásicos. Y más ¿Alguien ha visto asomarse a un flamenco
en festivales de jazz como el de San Sebastián? Cierto que han
aparecido flamencos para demostrar que con una sonata y virtuosismo
personal también se puede interpretar jazz.
Pues
bien. Desde 1980 y cada dos años se viene celebrando en Sevilla ‘La
Bienal de Arte Flamenco’. Espectáculo que consagra generalmente a
los más dotados, y que también descubre a las figuras incipientes
de nuestra universal música y los catapulta hacia el éxito y la
fama. Es decir, la Bienal es puro flamenco, dentro de una de las
ciudades más flamencas de la historia de este arte.
Foto de https://casadelpoeta.es/el-flamenco-en-sevilla/ |
Sin
embargo, parece ser que los ¿superavanzados? de la organización han
creído conveniente introducir en la programación dos recitales
protagonizados por dos músicos que se prodigan y defienden en las
redes informáticas como tales flamencos: ‘El
Niño de Elche’ y
Rosalía’.
No voy a añadir más de lo que he venido escribiendo en esta columna
sobre ambos intérpretes. Mas, me duele que una programación neta en
flamenco desarrollada en una ciudad propiamente flamenca, por méritos
de sus artistas, caiga en el desafuero de incluir música que nada
tiene que ver con nuestro arte. Este comportamiento no es adecuado
con la defensa y conservación del flamenco. ¿Es que en Sevilla no
existen otras programaciones donde puedan ser incluidos?
Quizás,
los siguientes párrafos de entendidos críticos de los diarios ABC y
El Mundo, Alberto
García Reyes
y Manuel
Martín Martín
sobre ‘El Niño de Elche’ son lo suficientemente clarificadores.
Escribe
Alberto García:
“El
Niño
de Elche no es un transgresor, sino un impostor.
La transgresión es vital en el arte cuando busca generar dudas o
remover conciencias. Cuando
sólo pretende molestar es una vulgaridad.
Por eso este hombre, que carece de los recursos mínimos para
presentarse como cantaor, es
un farsante.
Porque le
falta el respeto a la cultura jonda,
se aprovecha de ella, la manosea...”
Y
Manuel Martín:
“Berreos,
aullidos, graznidos, chirigotas, gansadas, bufonadas,
'blabladurías'…, Esa es su propuesta. Y, además, se llama
heterodoxo porque está disconforme con el dogma del género que le
da de comer, cuando en lugar de intentar reprogramar la ortodoxia
para que sea más abierta a nuevas formas de trato y pensamiento,
utiliza la histeria inquisitorial.”
De
‘Rosalía’, con llamarla artista flamenca, expresan su
disconformidad.
Pienso
que es menester cuidar las programaciones y saber a quién se
contrata.
Rafael
Valera Espinosa
(crítico
flamenco y vicepresidente de la
Peña
Flamenca de Jaén)
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