jueves, 6 de septiembre de 2018

Memoria flamenca. MANUEL MORENO JIMÉNEZ ‘MORAO DE JEREZ’ (I).

‘TIO TATI’, PADRE DE ‘EL BORRICO’, ME BUSCÓ A JAVIER MOLINA PARA ENSEÑARME.

Morao de Jerez con Rafael Valera
(foto de Pepe Pamos)
Numerosas han sido la entrevistas que he realizado a los más prestigiosos artistas de nuestro arte, entre las que he de entresacar las de Fernanda de Utrera, Antonio Fernández ‘Fosforito’, ‘Paco de Lucía’, Enrique Morente, o Rosario López. Mas, en mi recuerdo siempre perdurarán los tres encuentros mantenidos con Manuel Moreno ‘Marao de Jerez’, hasta concluir la que sigue. Fueron entrañables, instruidos y muy divertidos. Pocos son los jerezanos que atesoran tantos conocimientos del flamenco en general, y de comarca en particular como nuestro protagonista. Así la comencé en Candil en la primavera de 2001.

“Me encuentro con un hombre que ama sobre todo el flamenco, a su tierra y a su raza. Una persona simple y llana que dice sus verdades sin asomo de pudor, porque está plenamente convencido de que lo que asegura está demostrado. Un artista que es una auténtica fuente del saber flamenco por su trayectoria, vivencias, investigaciones, y por su pasión por el arte gitano-andaluz. Un maestro de la guitarra con una gran personalidad creativa y un instinto nato para descubrir figuras flamencas en las tres disciplinas de este arte, como demuestra su historial y también su gran afición: Manuel Moreno Jiménez ‘Morao de Jerez’, un singular y gran maestro”.

-“Yo soy muy reacio a los homenajes. Y me explico. Hoy en día se le dan homenajes a mucha gente, se le impone la medalla de tal o cual ayuntamiento… Una placa por aquí… Y además se le dan homenajes a gente que no tiene –pienso yo- la trayectoria necesaria para que así sea. Es por esto que yo estoy siempre remiso a este tipo de acto. En una palabra, se le dan homenajes a cualquiera. En mi entendimiento está que un reconocimiento a un artista tiene que venir precedido de unos logros y una trayectoria lo suficientemente amplia y valiosa para que sea merecedor de ese reconocimiento. Por tanto, hay homenajes y homenajes.”

¿De dónde viene lo de ‘Morao’?

-“Los gitanos, sabes tú, que éramos y somos conocidos por castas o por familias. Lo de ‘Morao’ viene desde muy lejos, desde que los gitanos eran conocidos por los apodos, los cuales daban nombre a toda una familia. Después, comenzamos a tener nombres y apellidos y a figurar en el Registro Civil. Antes se nos identificaba por el apodo de una casta, y el nombre de ‘Morao’ es el de mi familia. Mi tatarabuelo, mi bisabuelo, mi abuelo y mi padre eran la casta de los ‘Moraos’.”

¿Y todos fueron artistas?

-“Eran artistas pero no profesionales y esto es muy importante. Yo tengo el concepto de que una cosa es ser artista y otra es ser profesional. Ser profesional es hacer de un arte una profesión para poder cobrar y así poder vivir. Ser artista es otra cosa, se nace. Luego entonces, mi familia eran artistas, no cobraban. Ellos, principalmente se dedicaban a trabajar en el campo, pero eran artistas ¿Amateur? Bueno, mi abuelo, mi padre, como la mayoría de los gitanos de Andalucía la baja así eran. La primera profesional quizá fuera mi tía, que era una bailaora muy buena y que formó parte de la compañía de ‘La Argentinita’ cuando montó el famoso espectáculo de ‘Las Calles de Cádiz’, que escribieron Sánchez Mejías y García Lorca, aunque durante poco tiempo, pues se casó y se retiró del baile. De la familia de los ‘Moraos’, el primer artista profesional quizá fui yo.”

¿Y el primer guitarrista?

-“También lo fui. Tengo que decirte que en mi casa se cantaba y se bailaba como en otras muchas de Jerez. Como la guitarra es muy joven en el arte gitano-andaluz, antes existía el cante y el baile, los gitanos de Andalucía la baja todos cantaban y bailaban, tocar la guitarra lo hacían muy pocos.
El pariente de mi familia que tocaba la guitarra, una generación antes a la mía, era ‘Currito el de la Jeroma’, pero el primer profesional de mi familia directa fui yo. Los demás eran, como te digo, eran artistas por naturaleza. Mi abuela bailaba muy bien, mi madre también, mi padre cantaba… Había en Jerez un sobrino de ‘Frijones’ que se llamaba ‘Vicente el Morao’, el cual era de mi familia y un artista extraordinario, aunque no fue nunca profesional.

¿Cómo te haces guitarrista?

-“Yo de chico cantaba y bailaba como cualquier chiquillo de nuestra época. Todos los chiquillos de mi generación cantábamos y bailábamos en las casas, en las fiestas, en la calle, en todos lados. Por tanto, la escuela estaba en la calle, en las vivencias de los gitanos. Como casi todos los chiquillos yo era muy malo, por lo que jugando una vez me caí y me rompí el brazo. Al poco tiempo, cuando se me puso bueno me volví a caer y me rompí el otro. Hasta tres veces me rompí los brazos y por eso los tengo torcios.

Como todo el mundo por aquél tiempo trabajaba en el campo y mi padre me decía que yo no podía trabajar porque no iba a tener fuerza en los brazos. Entonces nadie pensaba en la profesionalidad como artista, pues el cante y el baile eran como complementos que teníamos los gitanos para divertirnos y satisfacernos mutuamente. Era como una necesidad que teníamos. Así sucedía en mi entorno en aquella época.

Por ese tiempo había aquí, en el barrio de Santiago, un barbero gitano que era aficionao a la guitarra, como casi todos los barberos de Andalucía en aquella época. Se llamaba Don Guindo y tenía un guitarrillo muy viejo y muy malo. Un día mi padre le dijo que por qué no le vendía el mencionado guitarrillo, y el barbero se lo vendió, creo que por un duro o seis pesetas. Tenía yo seis o siete años cuando mi padre me puso el guitarrillo en la mano. Aunque yo no sabía tocar la guitarra si qué sabia acoplarme al rimo y al compás. Cada vez que se formaba una fiesta en mi casa cogía mi guitarrillo y comenzaba a tocar y a acompañar como podía. Como vería mi interés un gitano, que no era otro que el padre de ‘El Borrico’, el ‘Tío Tati’, hermano a su vez de Tío Juanichi ‘El Manijero’. Una vez que estuvo de fiesta en mi casa le dijo a mi padre: ‘Morao’, porque no le buscas a ese niño un maestro que le enseñe. Y me buscaron a Javier Molina.

Rafael Valera Espinosa 
(crítico flamenco y vicepresidente de la 
Peña Flamenca de Jaén)  

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