lunes, 28 de noviembre de 2016

Memoria Flamenca. ANTONIO RANCHAL Y ALVAREZ DE SOTOMAYOR (y II).

“HAY QUIEN DICE QUE PASTORA PAVON ERA DE LUCENA.”

Antonio Ranchal (fotografía de Pepe Pamos)
Antonio Ranchal y Alvarez de Sotomayor no era optimista en aquel comienzo de 1993 por el desarrollo que estaban tomando los festivales flamencos. A él no le cuadraba mucho la serie de innovaciones y grandes espectáculos que se estaban montando, aunque no los criticaba. Era la época en la que “Chiquitete” flirteaba con arreglos musicales de Paco Cepero que se inclinaban más por flamenco casi ‘acupletao’ -¿se acuerdan de aquellos tangos con letra que reiteraba en su estribillo “Te quiero niña te quiero…”-, lo que produjo su posterior paso a la copla; los montajes de Enrique Morente, las adaptaciones de Juan Peña “El Lebrijano”, la “Leyenda del tiempo” de Camarón, etc. Tenía sus miedos ante el olvido que pudiera significar no recordar las raíces del arte que había aprendido junto a grandes maestros, como Antonio Mairena. La entrevista la seguí enfocando hacia una evaluación personal de los acontecimientos artísticos que estábamos viviendo por aquellas fechas.

Le inquirí a que me explicara si los festivales de esa última época no habían sido positivos para el flamenco.
-  “Llevamos una época que no han sido positivos. El cante hay que pararse para escucharlo en silencio… hay que tener una afición muy grande para apreciar lo que es. Muchos van a los festivales a beber, a distraerse, al palmoteo… No quiero decir que el fandango sea un cante chico o grande; no considero a los cantes ni chicos ni grandes, los cantes los hacen los cantaores, y estos nacen y después se hacen, tienen que aprender. Los que hemos tenido la suerte de aprender donde se sabía de cante y se escuchaba cante puro, sabemos la garantía que esto supone. Ahora en los festivales se cantan muchos fandangos.”

Yo conocía su pasión por el cante cordobés, por el de su tierra, sus cantaores, y por la figura de Antonio Fernández Díaz “Fosforito”. Le pedí que me hablara de él.
- “Ha sido un cantaor maravilloso. Todo lo que ha tocao lo ha hecho con mucha pureza, con énfasis, con los matices y las cadencias de cada tercio, con sus melismas… Tiene una voz muy flamenca y para mi gusto es un cantaor maravilloso.”

¿Y Cayetano Muriel?
- “Cayetano Muriel era un hombre excepcional. Cayetano era una maravilla en todo, en voz, en estilo… Cayetano era un cantaor general, lo cantaba todo. Sin embargo, de esos cantes de Córdoba paraos, senequistas, con enjundia, con seriedad, él tenía algunos; no habría que ir a la fuente de Cayetano para beber los cantes puros de Córdoba. Se le podían coger algunos, pero no todos.”

¿Conoció a José “El Seco”?
- “¡Sí! Se llamaba José Bedmar Contreras y a mí me gustaba como cantaba. No lo escuché mucho, lo que sí hacíamos era charlar juntos. El venía a verme todos los domingos por la mañana para tomar café. Cambiábamos impresiones y, aunque me preguntaba cosas, yo también le preguntaba a él. Era un aficionao muy grande, muy bueno… En su época había unos cantaores muy grandes, y yo creo que él se quedaba un poquito atrás. Hay que reconocer que en su tiempo estaban Chacón, Juan Breva, La Niña… Tenía la voz muy flamenca, pero hay que reconocer que aquella época era de cantaores grandes. Y para todo hay que tener suerte en la vida. Sale un cantaor en una época de crisis de artistas y arma la revolución, luego te paras a analizarlo y no es lo que… ¡Pero como sale en ese momento crítico…!”

¿Y a “Navajitas”, lo conoció?
- “¡No! No llegué a conocerle. A quien si he conocido fue a Pepe Lora, que ha fallecido recientemente. Era muy puro en su soleá y en las alegrías de Córdoba. Yo tenía un amigo que fue muy puro también y de quien cogí las alegrías de Córdoba, que se llamaba Juan Antonio ‘El Merce’. Le decíamos “El Merce” porque era cojo y se mecía mucho andando, y en vez de decirle ‘El Mecedora’, le llamábamos ‘El Mercedora’. Juan Antonio era sobrino del dueño del Hotel Simón de Córdoba y cantaba muy bien las alegrías de mi tierra. También se las escuché a ‘El Automoto’, al ‘Carabaña’… Todos los que había en Córdoba cuando yo fui al servicio militar. Como yo era pernocta, cuando salía del cuartel me iba a escuchar a todos estos cantaores, y a ellos le gustaba escucharme a mí porque querían oír los cantes de Lucena. Yo llevé cantes de Lucena a Córdoba y me traje cantes de Córdoba a Lucena.”

¿En la historia del flamenco se hace justicia con Córdoba?
- “¡Rotundamente no! Pero no se hace justicia con Córdoba porque ha sido siempre una capital muy seria, y, al mismo tiempo muy desidiosa para el tema del cante. Córdoba no ha tenido bullanguería, y como no ha sido bullanguera y sí ha tenido prestancia cuando ha llegado la hora de echar los cuatro cantes p’alante, pues no se ha hecho justicia con Córdoba. Y con los cantes de Córdoba menos todavía. Córdoba no ha dado tantos cantaores como lo ha hecho Sevilla, pero cuando ha dao uno ha dao la verdad. Lo mismo ha ocurrió con los toreros, cuando ha dao uno lo ha dao de veras.”

¿Ha tenido Antonio Ranchal un ídolo en el flamenco?
Antonio Ranchal junto a los hermanos Canalejas y Vicente Cumbrero
- “Sí, me han gustao todos y yo no puedo menospreciar a nadie. Me ha gustao mucho Cayetano y ‘Fosforito’. No por el mero hecho de que sean cordobeses, sino porque han sido del estilo que a mí más me ha llegao. Me ha gustao también ‘Chocolate’, la Niña de los Peines que la escuché una vez en persona nada más; recuerdo que estaba muy viejecita, y al salir a escena la sentaron en un sillón porque creo que ya no podía andar. Hay quien dice que era de Lucena, y quien lo dice es su marido Pepe Pinto. Existe una dedicatoria de Pepe en la que dice: ‘A Pedro Lavado, de Lucena, como mi mujer Pastora, de José Pinto’ ¡Qué cosa más curiosa!

Pero eso tiene pocos visos de realidad…
- “¡Bueno! La dedicatoria está ahí.”

¿Tiene especial predilección por algún estilo?
- “Tengo mucha predilección por los cantes de mi tierra, Lucena, pero la soleá es el cante que más me gusta.”

¿La de Córdoba?
- “Me gustan todas las soleares. La de Córdoba tiene unos bajos de mucha categoría, y cuando puedo llevarla a feliz término me encanta cantarla. No es frecuente oírla con pureza.”

Rafael Valera Espinosa

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