“SIGO
PENSANDO QUE ESTE ARTE ES PARA MINORIAS, NO PARA MAYORIAS.”
El llamado
aristócrata del cante, por haber pertenecido a una familia de terratenientes de
Lucena (Córdoba), vino a la Peña Flamenca de Jaén a comienzos de 1993. Su fama
no era populosa, mas, sí que era bien conocido entre los aficionados flamencos,
ya que había grabado una serie de discos desde los comienzos de los sesenta, en
el que particularmente considero que destacó el editado por Hispavox en 1961,
el cual contenía soleares de Córdoba, carceleras, fandangos y verdiales, siendo
las carceleras y las soleares de su tierra un ejemplo a seguir en aquella
época. Por todo ello, la entrevista para Candil
era imprescindible.
En dichas
entrevistas casi siempre efectuaba una introducción aclaratoria de los méritos
y virtudes del entrevistado, para conocimiento de los no tan avezados en el
seguimiento de las figuras flamencas de la época. Además, Antonio había nacido
en 1929 y se retiró profesionalmente a finales de los setenta, aunque hasta su
muerte no dejó de cantar en peñas y reuniones de cabales.
Antonio Ranchal entrevistado por Rafael Valera |
El prólogo fue el
siguiente: “Al comienzo de mi interés por el arte flamenco (1966) y cuando
trasteaba los casilleros discográficos flamencos de la discoteca de ‘La Voz de Jaén. Emisora Sindical’,
siempre me llamaba la atención el largo apelativo flamenco de mi entrevistado,
sobrenombre en el que se configura su identidad personal. Por otro lado,
también me había imaginado a un personaje de leyenda aristocrática que había
querido mostrar en el Concurso Nacional de Arte Flamenco de Córdoba de 1959,
que nuestro arte era apreciado y escuchado en todos los estamentos de la
sociedad. Cierto es que desde aquél tiempo de trasteador discográfico hasta
nuestros días, han transcurrido veintisiete hermosos años. Hoy –reitero que
comenzaba el año 1993-, con la madurez que da el tiempo y la humildad que se va
adquiriendo conforme se aprecian y asumen las matizaciones de los buenos
aficionados, me encuentro cara a cara con el personaje. De talante afable y
educado, orgulloso de sus tiempos flamencos vividos, sencillo y sentencioso en
sus respuestas, reivindicador y enamorado de los cantes de su tierra, Antonio Ranchal responde a mis
preguntas con la misma claridad que refleja su encanecida melena”
¿Cómo se produce
su iniciación al flamenco?
- “Pues como en casi todo el mundo, por
afición. Cierto que fue muy tempranamente, de niño. Había una muchacha que
trabajaba en mi casa a la que le gustaba el cante y ella fue la que me
aficionó. Desde entonces, vengo cantando lo que sé y lo que puedo. A partir de
aquí, mi dedicación se intensifica por este arte. En el año 59, un grupo de
amigos fuimos a Córdoba a tomar unas copas y coincidió con el Concurso de Arte
Flamenco. Los amigos me animaron a que me presentara y lo consiguieron. Cierto
es que llegué algo tarde y me dijeron: ¿Pero hombre…? ¿Ahora te presentas?
¡Bueno, si puede ser! ¿Usted a qué grupo se va a presentar? ¡A todos…! ‘Eso ya
no puede ser. Aún queda el grupo séptimo, el de las granaínas, medias
granaínas, fandangos de Lucena, Huelva y Almería.’ ¡El premio lo conseguí!
¿A qué personajes
conoció allí?
- “Conocí a Anselmo González Climent, a Aurelio
Sellé… A todos los que componía el jurado. Con quien tuve más contactos fue
con Anselmo, que para mí ha sido un gran conocedor de este arte. También
mantuve cierta relación con don José
Carlos de Luna, ya que fue el asesor de la casa Osborne, casa en la que yo
hice la antología del cante.”
¿Antes del
concurso cantaba en público?
- “¡Nunca! Tampoco estaba en mi intención
cantar en público. Lo del concurso fue por el ambiente de las copas. Sucedió
después que me vinieron determinados contratos y puedo asegurar que no he
podido salirme. Recientemente he estado retirado tres años, aunque algunos
colectivos de aficionados han insistido y he vuelto otra vez a este mundillo de
las peñas y también a algún festival que otro.”
¿Con qué cantaores
ha convivido más?
- “Prácticamente con todos. He cantado con Antonio Mairena, Fosforito, Menese,
Chocolate, Fernanda y Bernarda de
Utrera, Jarrito… Estos son los cantaores con los que más contacto he
mantenido. Hay que tener presente, por citar un ejemplo, que he cantado durante
dieciocho años en los Festivales de Granada, y veintiuno en los de Almería, y
aún me siguen llamando de las peñas. Esta actividad me ha hecho convivir con
muchos artistas.”
De todas esas
vivencias ¿cuáles son las que más persisten en su memoria?
- “¡Muchas! Eran años auténticos de flamenco
bueno. Luego se fue viniendo para atrás y se ha ido perdiendo bastante.
Aquellos años magníficos, que fueron los del sesenta al setenta, supusieron un
gran momento para el flamenco. Recuerdo cuando cantaba con Antonio Mairena y como éste demostraba su calidad. No soy el más
indicado para hablar de los artistas.”
¿Qué ha querido
expresar con ‘Luego se fue viniendo para
atrás y se ha ido perdiendo bastante’?
- “Pues que acabaremos por perder el flamenco.
Esto tiene mucho que discutir, pero yo pienso que es así. A veces creo que
parte de la culpa la tienen algunas peñas que organizan festivales. Resulta que
hemos estado cuarenta años persiguiendo la pureza del cante, y existen
determinados directivos que se inclinan por fomentar actuaciones que nada
tienen que ver con esa pureza. Pienso que es posible que nos pase a los
flamencos lo mismo que ha pasado con la fiesta de los toros, aunque estos dos
últimos años ha tomado un poco de más auge. Sin ir más lejos, Francia, que está
tirando con fuerza, celebra este ‘93 veinticuatro festivales de cante grande, y
o remarco: cante jondo. Repito que si el flamenco sigue así lo vamos a perder.”
¿No es posible que
también influyan las casas grabadoras para exigirles determinada comercialidad
a los cantaores?
- “¡Sí… También! Esa comercialidad la van buscando
algunos organizadores porque su intención es no solamente cubrir gastos, sino
ganar dinero. Y sigo pensando que este arte es para minorías y no para
mayorías. El cante que hace llorar, lo canta quien ha llorao, y no quien cantan
por cantar; y lo conocen los que ya son verdaderos aficionaos y han recibido la
transmisión oral. Estos últimos son los que menos van a los festivales y
espectáculos flamencos.”
Rafael Valera
Espinosa (presidente de la Peña flamenca de Jaén y flamencólogo.)
Más información: http://www.ideal.es/jaen/culturas/201611/25/este-arte-para-minorias-20161124231841-v.html
No hay comentarios:
Publicar un comentario