martes, 13 de septiembre de 2016

SI ACASO LA MEMORIA. A ti, Rosario López


Juan Antonio Ibáñez y Julio de Benito, delegado de IDEAL en los años '70,
entrevistando a Rosario López. :: ARCHIVO CANDIL :: IDEAL JAÉN. 
En un poema reflexiono y escribo: Que será de mí cuando un río, en cauce de testimonios, vaya dejando, palabra a palabra, aquellos inacabados viajes por la memoria, que detalla y el olvido adormece.

Y aquí estoy, no en el olvido, sí en la memoria que detalla y vive de nuevo la historia que fue en nosotros llama vivida y sentida desde el crepúsculo que no quiere dejar de latir como, inexorablemente, marca el calendario del tiempo. Y, además, para dejar que mis ojos se humedezcan y la sonrisa del recuerdo se revuelva inquieta frente a la tristeza.

Y es que Rosario López, Chari, desde los sentidos de la amistad y en su adiós, requiere mi voz de llanto para unir palabras que, sin decirlo, la existencia decidió que los dos, antes, protagonizáramos. Sea mi deseo hablar del perfil artístico y humano de esta, nuestra cantaora. Cierto es que su duende, su capacidad profesional, se entremezclaba con su forma de ser, creando en su entorno cariño y admiración hacia su arte; porque ella, Chari, era, es, un todo en el escenario y en su trato personal. Y bueno será referenciar que el flamenco -lo dicen ilustres escritores e investigadores-, es un modo, una forma de vivir, de sentir una cultura, de oír los aldabonazos de un pueblo a las puertas de la verdad.

La historia nos dice que en los años setenta, por tierras jaeneras, un grupo de aficionados decidió hacer suyos esos aldabonazos que los rumores del pasado nos acercaban en hermosa transcripción de música y palabra. Y miren por dónde, allí estaba Rosario López, en el centro de la reunión, del grupo de amigos. Para indicar el camino con su cante, con sus maneras de concebir y sentir el quejío de un grito oculto, que de vez en cuando, araña a un ser determinado, a un elegido, porque necesita salir, respirar y decir.

Ese grito se llama Andalucía. Sin más vueltas, huyendo de desviaciones territoriales que el final terminan en una geografía que se mira en el gran espejo –«mar que ama el silencio»-, para huir de la realidad impuesta desde las cordilleras del desafío.

Y Rosario, Chari, fue y es musa de madrugada, cobijada entonces, en el ‘tempo’ de una época que nosotros, cada día, inventábamos. Y tú, Chari, decías con un gesto, aquello que el pueblo determina que sea. Pueblo herido por las músicas dispersas de la existencia que, para mí, es el cante en su propia raíz.

Así fue como Rosario López anidó, en su ser, la luz del parto supremo del saber. Los escenarios, las Peñas iban recibiendo su visita, su Ángel, su personalidad. Y ella dejaba su definida impronta. Su permanente actitud en el duelo cotidiano con los duendes. Duendes que no duermen y que, ansiosos en la penumbra, asaltan las múltiples formas de hablar en Libertad. Don Miguel de Cervantes, como caballero andante, ingenioso e hidalgo, ya proclamó: «La libertad, Sancho, es uno de los más preciosos dones que a los hombres dieron los cielos». Esa libertad impresa en la razón que reivindica la memoria, para ser uno mismo, con sus duquelas y aquella nostalgia, colgada en los versos de la vida.

Es un rosario de ayes, de penas ahuyentadas por alegrías, y aquel ilustre llanto bailando por tientos-tangos. Es Rosario la que canta y llora de madrugada, con sollozos de una garganta esclavita de su mirada. Es el duende que rompe y se deshace, que desnudo la belleza vive y muere, sin el calor de nadie. ¡Ay!, que Rosario dice.

Chari, me dirijo a ti allí donde estés. ¿Te acuerdas de esas páginas abiertas a los sentimientos que compartíamos auspiciados por la felicidad de la sonrisa joven de aquellos años? ¿Recuerdas cuando un camino de rosas invitaba a la Luna a mirarse en él?

Tiempos que la magia de lo imposible hacia verdadero, palpable, ruidoso para ser cierto. ¡Ay! ¡Cuántos peldaños subimos juntos! Ahora los bajamos desde la soledad cercana. Y puede que la fortaleza nos haga, en ocasiones, ahogarnos en lágrimas, suspendidas en un arco iris de notas musicales no definidas, y, por tanto, inconcretas, pero sí verdaderas.

Y he dicho que la Peña Flamenca de Jaén ha tenido la suerte de contar siempre entre sus socios, entre sus amigos, a grandes artistas. Todos ellos son ese cuerpo que trasiega, que vive, se funde y confunde con el aplauso, con el entusiasmo, con el clamor del alboroto y el silencio en la quietud del cante. Cuerpo que no es otro que el afortunado poseedor de la ciencia y la sabiduría de nuestro arte y que transmite con su voz, con su baile o toque.

En mil novecientos setenta y uno -quizás la primera vez que lo hiciera refiriéndome a Rosario López- escribí: «por la guitarra empieza a rodar una lágrima. Una mujer cantaora por la gracia de Dios, junta sus manos, cierra los ojos, inclina la cabeza, y el silencio es tan denso que se puede cortar con una navaja de Albacete; de esas que cantara Federico García Lorca. Y la guitarra da paso a la voz, y la voz todo poderío dice unos versos que tradujera, desde el rincón de un corazón que suspira, el mejor poeta de todos los tiempos, el pueblo. La siguiriya tuvo que rendirse ante su dolido y solemne quejío».

Años más tarde, yo mismo puntualizaba: «ha recopilado en su voz, junto a la llama de una afición inquebrantable, la mejor tradición. Cuando dice, cuando interpreta un estilo, la historia del flamenco encuentra en su voz una transmisión de resuelta verdad».

Y hoy debo añadir que «ha sabido recoger todos los viejos ecos; por viejos, auténticos ecos, de un arte forjado en el yunque de la historia; o sea a golpes de sufrimiento, modelando el eslabón, ya no perdido, que enlaza pueblos y culturas Ella se hizo albacea y matrona del cante, mientras su voz pellizcaba al tiempo, en sublime grito de Arte Flamenco».

Termino. Sigue cantando, Chari. Canta para alumbrarnos cada mañana y convocarnos al gran espectáculo del amor que, a pesar de las inclemencias, nos asiste. Porque tú serás para nosotros, para quien una vez más se asoma a tu persona, nuestra, MI CANTAORA.


JUAN ANTONIO IBÁÑEZ
Periodista y
socio fundador de la Peña Flamenca de Jaén 

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