Las noticias son
halagüeñas. El flamenco tiene futuro. ¿Alguien lo dudaba? Este arte ha venido
luchando por su esplendor desde que se inició como tal, a finales de 1784,
debiendo además tener en cuenta su anterior progresión -¿hermética? según
algunos- basada en los aportes culturales que la mayoría de las civilizaciones
que se asentaron –no conquistaron- en nuestra tierra fueron absorbidas con
inteligencia, mesura y diversidad por el pueblo más antiguo de occidente. Y
todo gracias a sus esencias musicales, a sus recreaciones de las piezas
folclóricas asumidas, y a la creatividad de numerosos artistas –a veces sin
formación cultural- que prodigaron su arte innato para que el flamenco viva.
Tomasa Guerrero "La Macanita" |
La difusión última
y actual de esta cultura ha tenido en las Peñas su mayor baluarte, pues sus estatutos establecen las premisas
del estudio, conservación y promoción del flamenco. Resulta curioso que aún no
exista un estatus oficial para su funcionamiento. ¿Qué tiene de diferente una peña flamenca de los populares casinos, peñas culturales, deportivas, o
Sociedades de Amigos del País, cuando –en sus vertientes de acción- buscan el
mismo fin?: Avanzar en las ventajas que supone trabajar por una determinada
meta para culturizar, entretener y propagar las esencias más sociales de
nuestro pueblo ¿Tan extraños somos los flamencos?
Así parece. Lean
lo que sigue: ‘El Pleno del Parlamento andaluz aprobó el pasado jueves, con
el respaldo de todos los grupos, salvo Podemos que se ha abstenido, una
proposición no de ley del PP-A por la que instan al Gobierno andaluz a impulsar
un proyecto de ley de fomento del flamenco y de las peñas flamencas de
Andalucía, que esté listo antes de septiembre de 2017 y que cuente para su
elaboración con el consenso de todos los agentes implicados en este sector.’
Menos normativas, más apoyos económicos, restricción de
trabas para su funcionamiento, incentivación para establecer tareas, y –un
último ruego- una mayor receptividad de las ideas y los logros de las peñas por
parte de las Administraciones.
Rafael Valera Espinosa
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