lunes, 26 de septiembre de 2016

Por soleá. EL FUTURO DEL FLAMENCO.

Las noticias son halagüeñas. El flamenco tiene futuro. ¿Alguien lo dudaba? Este arte ha venido luchando por su esplendor desde que se inició como tal, a finales de 1784, debiendo además tener en cuenta su anterior progresión -¿hermética? según algunos- basada en los aportes culturales que la mayoría de las civilizaciones que se asentaron –no conquistaron- en nuestra tierra fueron absorbidas con inteligencia, mesura y diversidad por el pueblo más antiguo de occidente. Y todo gracias a sus esencias musicales, a sus recreaciones de las piezas folclóricas asumidas, y a la creatividad de numerosos artistas –a veces sin formación cultural- que prodigaron su arte innato para que el flamenco viva.

Tomasa Guerrero "La Macanita"
Me ha llamado –que no extrañado- la aseveración reciente de una cantaora prestante y enjundiosa de nuestra universal cultura: La cantaora española Tomasa Guerrero, conocida como La Macanita, no teme por el futuro del flamenco "mientras haya gitanos", aunque considera que este arte debe "conservar sus raíces para perdurar". Efectivo el comentario y más contundente si también hubiera añadido “mientras haya gitanos en Andalucía”. No se me interprete mal. Retrocediendo en el tiempo, solo los gitanos de nuestra Comunidad han sido flamencos. Por el entorno, por asimilación cultural, y por las influencias adquiridas en nuestro territorio. Es menester reconocer que sin ellos, los quejíos y las enjundias que han aportado a este arte, el mismo hubiera evolucionado hacia unas formas más musicales y melódicas, las cuales afortunadamente siguen imperando, mas sin la circunstancia de haber podido expresar el dolor de las persecuciones y la marginación, aspectos estos que también han contado en la amplia diversidad expresiva de nuestra música.

La difusión última y actual de esta cultura ha tenido en las Peñas su mayor baluarte,  pues sus estatutos establecen las premisas del estudio, conservación y promoción del flamenco. Resulta curioso que aún no exista un estatus oficial para su funcionamiento. ¿Qué tiene de diferente una peña flamenca de los populares casinos, peñas culturales, deportivas, o Sociedades de Amigos del País, cuando –en sus vertientes de acción- buscan el mismo fin?: Avanzar en las ventajas que supone trabajar por una determinada meta para culturizar, entretener y propagar las esencias más sociales de nuestro pueblo ¿Tan extraños somos los flamencos?

Así parece. Lean lo que sigue: ‘El Pleno del Parlamento andaluz aprobó el pasado jueves, con el respaldo de todos los grupos, salvo Podemos que se ha abstenido, una proposición no de ley del PP-A por la que instan al Gobierno andaluz a impulsar un proyecto de ley de fomento del flamenco y de las peñas flamencas de Andalucía, que esté listo antes de septiembre de 2017 y que cuente para su elaboración con el consenso de todos los agentes implicados en este sector.’

Menos normativas, más apoyos económicos, restricción de trabas para su funcionamiento, incentivación para establecer tareas, y –un último ruego- una mayor receptividad de las ideas y los logros de las peñas por parte de las Administraciones.

Rafael Valera Espinosa
                

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