viernes, 23 de septiembre de 2016

Por soleá. LA PERMANENTE CREATIVIDAD DE RAFAEL ROMERO.

Es menester señalar que la mayoría de maestros de nuestro arte han tenido mentores que les han ido inculcando sus enseñanzas y, a la vez, han procurado promocionar sus valías para que alcanzaran su propio estatus. Es lo que conocemos como la revalorización de lo establecido para crear e innovar con criterio agradecido de las fuentes creativas en las que se han formado. Pienso que esto es el verdadero acicate para ir engrandeciendo la divulgación del arte flamenco. Manuel Torre procuró y consiguió enaltecer las cualidades adquiridas de artísticos maestros como El Viejo de la Isla, Manuel Molina, El Loco Mateo, Paco La Luz o Joaquín Lacherna, y, de esta forma, crear su propia personalidad, redondeada con su conocido cambio de remate por siguiriyas. Y junto a él, añejas figuras como don Antonio Chacón, La Niña de los Peines, Aurelio Sellé o Manolo Caracol.

Bien es cierto que nuestro comprovinciano Rafael Romero –no valorizado como se merece- igualmente ha tenido una progresión flamenca en cuanto a recrear lo aprendido. Muchas son sus aportaciones a determinados estilos como la caña, la serrana, la petenera, los tientos, el mirabrás, las siguiriyas, las farrucas, los garrotines, las guajiras, la debla, los jaleos extremeños, los villancicos flamencos, las romeras, etc. A lo que hay que sumar sus cantes de la madrugá (primigenios de los cantes mineros) y muy especialmente sus rondeñas. Es en este último cante donde Rafael figura como auténtico creador nato –no recreador- de un estilo flamenco.

Considero que, en cierto modo, su creación ha pasado de puntillas. Cierto que este es un estilo que, según los estudiosos, tuvo su inicio en el arte de una legendaria cantaora conocida como Ana Amaya Molina “Anilla la de Ronda”, mas no está configurado su origen plenamente en lo referido. Pero ha sido Rafael Romero, el gitano de Andújar, el que ha consolidado su creación como clásica. Y recordar su singularidad por este estilo no es de actualidad, aunque también. En la década de los sesenta del pasado siglo, artistas de la talla de Benito Rodríguez Rey “Beni de Cádiz”, ya las tenía como primordiales en su repertorio, e incluso las grabó. Otros como José Menese, Rosario López, Miguel Vargas, José el de la Tomasa, Enrique Morente… y muchos más, las utilizaron como continuadoras de sus malagueñas para rematar este grupo de cantes.   

En la actualidad, la creación de Rafael Romero por rondeñas se ha quedado como un cante clásico en la derivación de las malagueñas hacia los cantes abandolaos, los cuales suelen ser redondeados por la rondeña de “El Negro”, las que popularizara Silverio Franconetti a mediados del siglo XIX, y que fueron grabadas por Antonio Pozo “El Mochuelo”, en 1907. Sin embargo, he de insistir en que las de Rafael son las más populares –las grabó primeramente con aires de los fandangos de Huelva y, posteriormente, como las conocemos en la actualidad, con ecos abandolaos- de los flamencos actuales.



Rafael Valera Espinosa  

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