Portada del disco "Caracoles https://www.vintagemusic.fm/release/caracoles-fosforito/ |
El viernes, 21 de septiembre de
1984, Tomás Ortiz Ibáñez y este que les relata, con motivo de la
celebración del XII Congreso de Actividades Flamencas de Cáceres,
nos reunimos en la medieval ciudad con Antonio
Fernández Díaz “Fosforito”,
en una comida a la que también asistieron el escritor sevillano
Manuel Barrios
y el eminente estudioso y hacedor flamenco Francisco
Vallecino Pecino. El
almuerzo sirvió de excusa para hacerle una entrevista para la
revista Candil. El diálogo
fue productivo, biográfico y netamente flamenco, hasta el punto de
que propició, posteriormente, la idea de elaborar el libro “Linares.
Cuna del cante minero”,
que veinticinco años después iniciamos Antonio
Escribano Ortiz y yo,
y que publicó la Diputación Provincial en 2011.
Con el cuestionario-patrón de
preguntas anteriormente establecido en la revista por Ramón
Porras González y
Manuel Urbano Pérez
Ortega, complementado
con mis vivencias flamencas hasta entonces y sus posteriores
respuestas, lo primero que le solicité es que nos relatara sus
comienzos artísticos. “Fosforito”, hombre de mucho mundo
flamenco por aquél tiempo, fue expresivo, extenso, narrador nato y
exquisitamente cariñoso. Y así comenzó:
- “Tendría que empezar
diciendo que pertenezco a una familia de una larga tradición
cantaora, por lo tanto mis vivencias flamencas me vienen a través de
mi familia.”
¿De ahí lo de “Fosforito?
- “¡Bueno! Lo de "Fosforito” es a través de mi padre, pero esto fue bastante
después, porque en principio yo era Antonio de Puente Genil, y así
aparezco en un cartel en el año 47, en Ronda. Antes de ponerme ese
nombre a mi me conocían como el hijo de “Fosforito” –a
su padre se lo pusieron porque cantaba magníficamente la malagueña
del gaditano Francisco
Lema “Fosforito”-,
un trotamundos que iba cantando de feria en feria de ganao y por las
tabernas poniendo la gorra, cantaba fandangos y verdiales. Lo mismo
que yo, había otra serie de gente y nos juntábamos en “collera”
(grupo de artistas),
yendo yo de compañero de “Carlos
el de Saucejo”
y de “Rosafina
de Casares”,
que si este último vive tendrá ya cien años, porque en aquella
época ya era mayor. Luego, había otros que no ha trascendió su
nombre, porque “Rosafina” si, hasta grabó, cantó con Vallejo,
y era creador de un fandango.”
- “En aquella época rara
vez nos acompañábamos de guitarra, casi siempre era haciendo compás
con los nudillos, y ocurría una cosa, que todo lo marcábamos en
compás de soleá. Con estas andanzas y esta forma de vida se
cimentaron mis conocimientos, y mi sentido del compás se acentuó.”
- “Luego ya fui mayorcito y
tuve la suerte de conocer a un guitarrista en Antequera, que era
barbero, porque antiguamente casi todos los barberos tocaban la
guitarra, hicimos “collera” y nos fuimos por ahí y nos
enrolábamos en cualquier troupe, que unas veces nos pagaban y otras
no; recuerdo que en algunas ocasiones no teníamos ni para pagar la
fonda y teníamos que dormir en los portales de las casas, que
entonces los dejaban abiertos. Pero, donde quiera que hubiera una
casa de niñas valientes, allí entrabamos nosotros y por lo menos el
plato de comida lo teníamos seguro. Luego, siempre había alguien
que nos llamaba para cantar.”
- “Otras veces hablábamos
con el empresario de los cines de verano y le hacíamos la propuesta
de cantar después de la película. Muchas veces aceptaba subiendo la
entrada una perra gorda, y a nosotros nos daba dos o tres pesetas.“
- “Ya, en el año 1947,
teniendo yo 15 años hice lo mismo, salirme de mi casa y hacer la
ruta de la serranía cantando hasta Ronda. En Ronda, estuve un año
porque encontré a un empresario que hacía bolos y me contrató;
entonces yo iba con “El
Gitano de Bronce”,
y aún conservo un cartel de Ronda de ese año en el que aparezco
como “Antonio de Puente Genil”, como te referí al principio.”
¿Puente Genil ha sido un pueblo
muy cantaor?
- “¡Efectivamente! Mi
pueblo ha tenido siempre una gran tradición cantaora. Yo siempre he
estado con la oreja puesta escuchando a todos los viejos que
cantaban. Recuerdo que escuché
a José Bedmar
Contreras “El Seco”, “Malos Pelos”,
a “Pinturas”
que, por cierto, hacía la malagueña de “El
Canario” perfecta…
Es decir, Puente Genil ha dao un gran manojo de cantaores, aunque
profesionalmente pocos, salvo “Juan
Hierro” que
incluso grabó y trabajó con Manuel
Vallejo y José
Cepero.”
- “¡Pero te sigo contando!
En 1948, me fui a Málaga donde conocí a un sinfín de cantaores.
Entonces empecé a subir a las ventas a través de la amistad que
hice con un guitarrista que le llamaban “El
Niño de Almería”,
porque a mí en Málaga no me conocía nadie, pero poco a poco fui
cogiendo sitio en los ambientes flamencos. Desde luego, mis
principios en Málaga también fueron durísimos. Después estuve en
Cádiz con motivo del servicio militar. Recuerdo que me hice cabo a
fin de tener más tiempo para relacionarme con los flamencos, aunque
yo ya conocía a Antonio
“El Herrero”,
a “El Peste”,
a “Rociana”…
En fin, a muchos. Entonces resulta que me operaron del estómago, y a
los tres días de operao me licenciaron diciéndome que me tenía que
marchar puesto que ya no era militar, por lo tanto me salí del
hospital con los puntos y la herida fresca, teniendo que ir a curarme
donde pillaba. Yo he padecido del estomago siempre por la vida que
llevaba, porque donde iba a cantar, el señorito no preguntaba que
queríamos tomar, sino que bebíamos lo que él estuviera tomando,
coñac, anís, vino, lo que fuera. En aquella situación, tuve que ir
a buscarme la vida a un cabaret que se llamaba el Pay Pay, y estando
cantando por siguiriyas noté que la herida se me habría y empecé a
sangrar. Me llevaron a curarme y ocurrió que pillé una anemia muy
grande y no podía cantar, marché por tanto a mi pueblo porque me
quede mudo durante un año.”
Rafael
Valera Espinosa
(crítico
flamenco)
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