viernes, 2 de noviembre de 2018

Memoria flamenca. ANTONIO FERNÁNDEZ “FOSFORITO” (I).

ERA UN TROTAMUNDOS QUE CANTABA DE FERIA EN FERIA DE GANAO.”


Portada del disco "Caracoles
https://www.vintagemusic.fm/release/caracoles-fosforito/
El viernes, 21 de septiembre de 1984, Tomás Ortiz Ibáñez y este que les relata, con motivo de la celebración del XII Congreso de Actividades Flamencas de Cáceres, nos reunimos en la medieval ciudad con Antonio Fernández Díaz “Fosforito”, en una comida a la que también asistieron el escritor sevillano Manuel Barrios y el eminente estudioso y hacedor flamenco Francisco Vallecino Pecino. El almuerzo sirvió de excusa para hacerle una entrevista para la revista Candil. El diálogo fue productivo, biográfico y netamente flamenco, hasta el punto de que propició, posteriormente, la idea de elaborar el libro “Linares. Cuna del cante minero”, que veinticinco años después iniciamos Antonio Escribano Ortiz y yo, y que publicó la Diputación Provincial en 2011.
Con el cuestionario-patrón de preguntas anteriormente establecido en la revista por Ramón Porras González y Manuel Urbano Pérez Ortega, complementado con mis vivencias flamencas hasta entonces y sus posteriores respuestas, lo primero que le solicité es que nos relatara sus comienzos artísticos. “Fosforito”, hombre de mucho mundo flamenco por aquél tiempo, fue expresivo, extenso, narrador nato y exquisitamente cariñoso. Y así comenzó:
- “Tendría que empezar diciendo que pertenezco a una familia de una larga tradición cantaora, por lo tanto mis vivencias flamencas me vienen a través de mi familia.”
¿De ahí lo de “Fosforito?
- “¡Bueno! Lo de "Fosforito” es a través de mi padre, pero esto fue bastante después, porque en principio yo era Antonio de Puente Genil, y así aparezco en un cartel en el año 47, en Ronda. Antes de ponerme ese nombre a mi me conocían como el hijo de “Fosforito” –a su padre se lo pusieron porque cantaba magníficamente la malagueña del gaditano Francisco Lema “Fosforito”-, un trotamundos que iba cantando de feria en feria de ganao y por las tabernas poniendo la gorra, cantaba fandangos y verdiales. Lo mismo que yo, había otra serie de gente y nos juntábamos en “collera” (grupo de artistas), yendo yo de compañero de “Carlos el de Saucejo” y de “Rosafina de Casares”, que si este último vive tendrá ya cien años, porque en aquella época ya era mayor. Luego, había otros que no ha trascendió su nombre, porque “Rosafina” si, hasta grabó, cantó con Vallejo, y era creador de un fandango.”
- “En aquella época rara vez nos acompañábamos de guitarra, casi siempre era haciendo compás con los nudillos, y ocurría una cosa, que todo lo marcábamos en compás de soleá. Con estas andanzas y esta forma de vida se cimentaron mis conocimientos, y mi sentido del compás se acentuó.”
- “Luego ya fui mayorcito y tuve la suerte de conocer a un guitarrista en Antequera, que era barbero, porque antiguamente casi todos los barberos tocaban la guitarra, hicimos “collera” y nos fuimos por ahí y nos enrolábamos en cualquier troupe, que unas veces nos pagaban y otras no; recuerdo que en algunas ocasiones no teníamos ni para pagar la fonda y teníamos que dormir en los portales de las casas, que entonces los dejaban abiertos. Pero, donde quiera que hubiera una casa de niñas valientes, allí entrabamos nosotros y por lo menos el plato de comida lo teníamos seguro. Luego, siempre había alguien que nos llamaba para cantar.”
- “Otras veces hablábamos con el empresario de los cines de verano y le hacíamos la propuesta de cantar después de la película. Muchas veces aceptaba subiendo la entrada una perra gorda, y a nosotros nos daba dos o tres pesetas.“
- “Ya, en el año 1947, teniendo yo 15 años hice lo mismo, salirme de mi casa y hacer la ruta de la serranía cantando hasta Ronda. En Ronda, estuve un año porque encontré a un empresario que hacía bolos y me contrató; entonces yo iba con “El Gitano de Bronce”, y aún conservo un cartel de Ronda de ese año en el que aparezco como “Antonio de Puente Genil”, como te referí al principio.”
¿Puente Genil ha sido un pueblo muy cantaor?
- “¡Efectivamente! Mi pueblo ha tenido siempre una gran tradición cantaora. Yo siempre he estado con la oreja puesta escuchando a todos los viejos que cantaban. Recuerdo que escuché a José Bedmar Contreras “El Seco”, “Malos Pelos”, a “Pinturas” que, por cierto, hacía la malagueña de “El Canario” perfecta… Es decir, Puente Genil ha dao un gran manojo de cantaores, aunque profesionalmente pocos, salvo “Juan Hierro” que incluso grabó y trabajó con Manuel Vallejo y José Cepero.”
- “¡Pero te sigo contando! En 1948, me fui a Málaga donde conocí a un sinfín de cantaores. Entonces empecé a subir a las ventas a través de la amistad que hice con un guitarrista que le llamaban “El Niño de Almería”, porque a mí en Málaga no me conocía nadie, pero poco a poco fui cogiendo sitio en los ambientes flamencos. Desde luego, mis principios en Málaga también fueron durísimos. Después estuve en Cádiz con motivo del servicio militar. Recuerdo que me hice cabo a fin de tener más tiempo para relacionarme con los flamencos, aunque yo ya conocía a Antonio “El Herrero”, a “El Peste”, a “Rociana”… En fin, a muchos. Entonces resulta que me operaron del estómago, y a los tres días de operao me licenciaron diciéndome que me tenía que marchar puesto que ya no era militar, por lo tanto me salí del hospital con los puntos y la herida fresca, teniendo que ir a curarme donde pillaba. Yo he padecido del estomago siempre por la vida que llevaba, porque donde iba a cantar, el señorito no preguntaba que queríamos tomar, sino que bebíamos lo que él estuviera tomando, coñac, anís, vino, lo que fuera. En aquella situación, tuve que ir a buscarme la vida a un cabaret que se llamaba el Pay Pay, y estando cantando por siguiriyas noté que la herida se me habría y empecé a sangrar. Me llevaron a curarme y ocurrió que pillé una anemia muy grande y no podía cantar, marché por tanto a mi pueblo porque me quede mudo durante un año.”
Rafael Valera Espinosa
(crítico flamenco)

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