El acontecimiento se agradece y se
incluye en la efectiva valoración de nuestro arte flamenco.
‘Flamenco
viene del sur’ es una apuesta positiva en la revalorización de
nuestra música. Y más, que se impliquen las Administraciones en el
estudio, puesta en valor y progresión de la programación de
espectáculos para un mayor conocimiento del pueblo de este arte no
tiene parangón. Mas… ¿cuánto pueblo andaluz?
Según las notas informativas de la Junta
de Andalucía, a través de su Consejería de Cultura y su
departamento el Instituto
Andaluz del Flamenco, solo tres provincias de las andaluzas son
las beneficiadas de esta iniciativa flamenca:
“En
este 2018, la programación estará formada por un total de 24
funciones que reunirá a 138 artistas en las ciudades de Sevilla,
Málaga Granada. Sigue además, la apuesta por acercar el arte jondo
a todo tipo de público. De hecho, el Teatro Cánovas malagueño
acogerá cuatro propuestas artísticas que suponen la consolidación
del ciclo didáctico dirigido a los más pequeños.”
Y
sigue la nota informativa del ciclo “Flamenco viene del Sur”:
Un
cartel heterogéneo, brillante y de calidad que en el Teatro Central
de Sevilla arrancará el 6 de febrero hasta el 15 de mayo; en el
Teatro Alhambra de Granada la inauguración será el 12 de febrero y
la clausura el 14 de mayo; y el Teatro Cánovas de Málaga lo acogerá
del 7 al 21 de noviembre.”
¿Y
las cinco restantes provincias de nuestra comunidad, no son lo
suficientemente flamencas para ofrecer espectáculos a sus
aficionados que los incardinen en su conocimiento y disfrute?
Cierto
es que el costo económico se establece por desarrollar una
programación flamenca en aforos que son administrados por la Junta
de Andalucía. Igualmente, hay que reconocer que el público de las
tres provincias receptoras de las 24 funciones programadas está
acostumbrado a contar con dicha programación y corresponden con su
masiva asistencia. Mas, si las programaciones están establecidas
para no soportar pérdidas, no podemos olvidar que todos los
andaluces tenemos derecho a poder disfrutar de la puesta en escena de
estos acontecimientos.
Si
hay falta de asistencia en el resto de provincias es porque no tienen
una continuación establecida de la actividad. Si no existen teatros
o aforos –que los hay en todas ellas, aunque no pertenecientes a la
Administración
autonómica-
para su programación, siempre puede concertarse algún convenio en
el que se incluya contraprestaciones con Administraciones
provinciales o municipales para poder usar dichos teatros o aforos. Y
más, si el presupuesto no alcanzara para programar lo debido, ni las
Administraciones
de
Almería,
Cádiz, Córdoba, Huelva o Jaén, se negarían a colaborar y
promocionar esta serie de recitales, si contaran con suficiente
tiempo para su organización, divulgación y puesta en escena, aunque
haya que recortar los mismos.
¿Cuántos
espectadores asistieron hace treinta años a los primeros
espectáculos de este prestigioso ciclo en Sevilla, Málaga o
Granada?
Al
pueblo se le educa, se le acostumbra y se fortalece así la
asistencia.
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