“EL CAJÓN ¿PARA
QUÉ?, PARA ESO ESTÁN LOS PIES DE LA QUE BAILA O EL QUE BAILA.”
Después
de conocer las opiniones de Inmaculada Aguilar sobre las consideradas tres
grandes figuras del baile del siglo XX, Vicente
Escudero, Carmen Amaya y Pilar López,
nuestra conversación de junio del 94 se estructuró en conocer cuál era su
opinión sobre las influencias del baile flamenco en aquéllos tiempos de
preponderancia de festivales, concursos y pocas actuaciones flamencas en
teatros y aforos selectos. Además, gracias al Concurso Nacional de Córdoba y a
la Bienal de Sevilla, se intuía que el baile iba tomando más relevancia de la que
hasta ese tiempo tuvo después de los cafés-cantantes y los tablaos flamencos.
¿En
los festivales flamencos se aprecia el baile lo mismo que el cante?
- “¡Desde luego que no! Además,
estoy en contra del baile en los festivales. Tú sabes que se comenta o dicen
que la guinda del festival es el baile ¿Pero qué guinda? Para mí tan
profesional es un bailaor como un cantaor. Cuando una bailaora o un bailaor están
dispuestos a subirse a un escenario es porque hay muchas horas de trabajo
detrás, muchas horas de estudio que nadie conoce. Supongo que un cantaor
también llevará sus horas de trabajo y estudio, pero es distinto. Nosotros,
ahora mismo, somos considerados un poco la Cenicienta del flamenco. Por otra
parte, he de decir que los aficionados que asisten a los festivales, cuando
aparece el cuadro de baile en el escenario, muchos se levantan y se van a la
barra, esto supone un esfuerzo desmesurado en el artista porque tiene la
necesidad de centrar al mayor número posible de aficionados en el interés por
su baile, y nunca con bulla, que es lo que parece que quieren algunos. Al
artista le gusta y siente la necesidad de bailar una soleá o una siguiriya, que
posiblemente sea lo que demande el nivel del festival. Tienes que luchar con
muchas cosas en contra, como los escenarios que nunca están en condiciones, la
megafonía te la encuentras en situación similar, y qué decir de las luces…”
¿Salen
figuras?
- “Si que salen figuras; pero
aparte de eso es que existe un trabajo interno que no se ve, y que va a
proporcionar que el día de mañana haya un buen plantel de figuras de baile.
Creo que hay gente muy buena bailando hoy en día. Lo que sucede es que no se
crean oportunidades para que todos ellos se conozcan; en ese sentido estamos un
poco estancaos en dar a conocer valores nuevos. Las otras facetas del flamenco
tienen, en cuanto a promoción y popularidad mucho más fácil el asunto.”
¿Qué
piensas de los nuevos instrumentos que se están incorporando en el
acompañamiento al baile flamenco como el cajón, la flauta, los violines…?
- “Que no me gustan. También te
digo que si el trabajo está hecho con gusto… A mí el instrumento que menos me
molesta es la flauta. El cajón ¿para qué?, para eso están los pies de la que
baila o del que baila, además están las palmas, que para mí es lo más flamenco.
Quizás en la parte del baile en el que no existe el cante, la flauta suavice un
poco ese pasaje. Insisto en que la flauta es el instrumento que menos me
molesta, pero tampoco es una cuestión que me apasione.”
¿No
existe en la juventud actual del baile flamenco determinado academicismo y
cierta falta de gracia natural?
- “Yo te puedo hablar de mi
experiencia y de la de mis alumnos. Indudablemente, un artista se hace en un
escenario, a base de pisar muchas tablas, de equivocarte muchas veces, de que
el público en bastantes momentos no te haga mucho caso, de que en ocasiones
tengas algún fracaso… A través de toda esta experiencia el artista se hace;
desde luego que tienes que nacer con algo propio. Recuerdo que en mis comienzos
bailaba como una autómata, pero el haber seguido pisando un escenario, de
sufrir equivocaciones, de haber seguido viendo y estudiando el baile, eso me ha
servido para que hoy en día haya superado muchas cosas que en mi época anterior
prácticamente eran como una barrera bastante difícil de salvar.”
Después
de Pepe Ríos ¿ha existido algún otro
maestro?
- “Sí que los ha habido. Por
ejemplo Mario Maya, ‘La Tati’, Paco
Fernández, Merche Esmeralda, ‘Josele’, ‘Manolete’, ‘El Güito’… He tenido la
suerte de que todos ellos hayan sido mis maestros. Pero he de insistir en que
por encima de todos está Pepe Ríos, no en el aspecto de ser mejor, sino en el
aspecto del cariño. Por otro lado, Pepe fue el primero que me dio el empuje y
me dijo: “Inma, esto va por aquí. Ahora aprende con quien tú consideres”.
¿Ha
habido alguna figura del baile por la cual hayas sentido una especial
predilección?
Inmaculada Aguilar en la Peña Flamenca de Jaén (foto: Pepe Pamos) |
- “En cuanto a hombres te puedo
nombrar a Mario Maya, ‘Manolete’, ‘El Güito, Javier Latorre, a veces Joaquín
Cortés, Antonio Gades, ‘El Mistela’… En cuanto a mujeres y por la época en
que yo empezaba, me gustaba enormemente Manuela
Carrasco, era mi ídolo. También Sara
Lezama, porque en aquella época bailaba mucho flamenco. Recuerdo que me
hicieron por entonces una entrevista y entre otras cosas yo dije que me
gustaría ser la mezcla de las dos, porque una tenía la fuerza y la otra la
técnica y la disciplina. También admiro a Matilde
Coral, Cristina Hoyos, ‘La Yerbabuena… A mucha gente que está trabajando
muy bien.”
Para
la próxima y última entrega he dejado los aspectos más íntimos que me relató en
relación con el flamenco, los cuales Inmaculada Aguilar me fue contando con
fases muy emotivas y que muy pocos conocen como sus giras con José Monje Cruz ‘Camarón de la Isla’, o
los veinte minutos de aplausos que recibió tras su actuación en uno de los
Festivales de Aviñón.
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