lunes, 26 de febrero de 2018

Por soleá. VENANCIO BLANCO. FLAMENCO Y TAURINO.

Ha muerto mi amigo Venancio Blanco Martín. Académico numerario de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando. Su obra se encuentra en diversos museos nacionales y extranjeros como los Museos Vaticanos, Museo Nacional de El Cairo, Museo de Bellas Artes de Amberes, Museo de Bellas Artes de Salamanca, la Catedral de la Almudena o el Museo de Arte Reina Sofía, en Madrid, etc.

No es mucha la historia de nuestra relación, pero sí bastante intensa en una determinada época. Yo conocía algo de su arte por la serie de trabajos que aportó a la revista ‘Candil’, como portadas (‘Cante’, realizada en bronce y publicada en el número 21; ‘Marcando el compás’, también en bronce en el ejemplar 36) e ilustraciones en números como el de ‘Paco de Lucía’, o la portada del número 100, ‘Por bulerías’, la cual me regaló durante la celebración del XIV Concurso de Córdoba, en 1995.

Coincidimos en el XIII Certamen cordobés el año 1992. Era el artista-escultor invitado desde hacía bastantes ediciones del mismo porque sus esculturas premiaban artísticamente los especiales ‘Silverio’ (Al cantaor o cantaora más completo), Antonio (Al bailaor o bailaora más completo) y ‘Ziryab’ (Al guitarrista más completo). A partir de aquella primavera, Venancio Blanco me fue enseñando arte, compostura profesional, sosiego en mis decisiones en el jurado, a la vez que nos confirió –a mi mujer a y mí- una amistad hermosa en compañía de su mujer María Pilar Quintana, pues casi siempre nos juntábamos al lado de ellos, de ‘Fosforito’ y su esposa Maribel, en las comidas y tertulias pertinentes de los miembros del jurado.

Se ha escrito mucho sobre su formación, sus premios y sus inclinaciones místicas:

Fue un genio en constante ebullición y caracterizado por una inquietud a la que no dio tregua hasta los últimos años de su vida, donde siguió dibujando y exponiendo como homenaje a algunos de sus cómplices: Teresa de Jesús, San Juan de la Cruz y el caballero Don Quijote.”

Mas, he de señalar que yo lo veía como un escultor de flamencos y del mundo taurino. Nunca se me olvidará como en el patio de butacas del ‘Gran Teatro’ cordobés abría su bloc de dibujo y con su colección de rotuladores iba esbozando formas, posturas, movimientos y hasta –así lo intuía- compases y ‘quejíos’ de los protagonistas que visionaba y escuchaba en el escenario del teatro. A veces, cuando él consideraba que el boceto-dibujo era enseñable, a pocos nos lo presentaba para deleite nuestro.

Escribe en ‘El País’ su hijo, Venancio Blanco Quintana que su padre le inculcó que

El dibujo te enseña a mirar, para aprender a ver”,

y que

La naturaleza muere, pero la belleza se desprende de la muerte y da paso a otra belleza. La belleza nunca muere.”

Como nunca morirán nuestros recuerdos de prestantes veladas flamencas y tertulias junto a él “De momentos vividos de gracia y humor”, como expresa en su dedicatoria del dibujo ‘Por bulerías’.


Rafael Valera Espinosa


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