He referido en
bastantes ocasiones que la zona de “Los Puertos” gaditanos, es decir, Puerto
Real, Sanlúcar de Barrameda, Puerto de Santa María, Rota, San Fernando, etc.,
han sido cunas históricas de legendarios artistas flamencos. Todos han tenido y
tienen su influencia flamenca de grandes urbes como son Cádiz y Jerez de la
Frontera, en función de su cercanía geográfica. Pero las figuras de estas
grandes ciudades, a su vez, también han bebido de las fuentes creativas de
reconocidos cantaores de los citados “Puertos”. Reitero nuevamente que Francisco Ortega Vargas “El Fillo”, nació
en Puerto Real dentro del primer quinto del Siglo XIX, fue alumno de “El Planeta” y, a su vez, maestro del
ilustre Tomás Francisco Lázaro de la Santa
Trinidad Ortega López “Tomás El Nitri”, nacido en el Puerto de
Santamaría, del cual aprendió el legendario y sevillano Silverio Franconetti
y Aguilar.
Lo referido está en consonancia con el arte expresado por el porteño –del
Puerto de Santamaría- Antonio Gutiérrez Navarro “Antonio del Puerto”, el
pasado viernes, 24 de febrero, con motivo del recital organizado por la Peña
Flamenca de Jaén para celebrar el Día de Andalucía, estando acompañado por la
flamenca (plena de tonalidades, variaciones personales virtuosas con prestante
dominio del diapasón) y prestigiosa guitarra del iliturgitano Antonio Gómez.
Y como he citado anteriormente, nuestro protagonista tiene influencias de las
figuras del cante jerezano. No olvidemos que en un tiempo Puerto Real
perteneció al municipio de Jerez, y El Puerto de Santa María canalizaba toda la
economía exportadora de la ciudad bodeguera. También de Cádiz capital, mas, no
tantas.
Su exposición cantaora la realizó con valentía por los cantes de fragua
con ecos de Jerez, aunque igualmente evocó en ciertos momentos a su paisano José
Reyes “El Negro”, volviendo posteriormente a exponer ciertas resonancias de
Tío Borrico. Posteriormente, y al igual que plasmara en la discografía
antigua el gaditano Aurelio Sellé, Antonio del Puerto acometió la
granaina chaconiana-marchenera que recreo Aurelio para poder afianzarse de lleno
en el quejumbroso eco de “el Mellizo” por malagueña, efectuada esta con
conocimiento y adecuado melisma.
Sus soleares evidenciaron enamoramientos de los localismos de Alcalá de
Guadaira y Utrera, con adecuados acercamientos a las creatividades de la Casa
de Los Talega, en las primeras, y a la de Fernanda Jiménez Peña
“Fernanda de Utrera”, en las segundas, marcando reposado compás y valentía
tonal en las de remate. Volvió a la ‘Tacita de Plata’ por cantiñas-alegrias con
matices de Manolo Vargas con resonancias de Rancapino en las
aludidas cantiñas, para finalizar por alegrías con determinada prestancia y
nuevo envite tonal al final de la serie. En los siguientes fandangos, y con
matiz muy reposado, se acordó del jerezano “El Gloria”, en su segunda
letra con ecos de Huelva, continuando con el tratamiento que al estilo le
imprimía Agujetas de Jerez. Con ciertas disonancias ofertó cantes
mineros a través de la taranta-taranto de Manuel Torre y cierta falta de
estructura musical, para finalizar con una segunda letra que recordó a Fosforito
y ecos de Rancapino, en la misma tesitura.
Mas, su punto álgido flamenco lo alcanzó con tientos de Jerez, realizados
con auténtico eco gitano y matices de Juanito Mojama por el tratamiento
de Agujetas, marcados de ‘jondura’ plena, solvencia estilística y estructurado
compás, circunstancias estas que reiteró en las siguientes letras por el
estilo. Establecido así el eco pertinente, ofertó seguidamente pellizco por la
siguiriya de su paisano Tomás “El Nitri”, para acercase a la impronta
creativa del jerezano Tío José de Paula con formas de Tía Anica ‘La
Piriñaca’, y meterse de lleno en una siguiriya-liviana de Los Puertos con
aires de Tomás El Nitri e influencias de El Fillo, que remató con ecos
de El Tuerto de la Peña. Finalizó su recital con fandangos de Huelva con
evocaciones de Paco Toronjo, a través del valiente de Alosno que
popularizara José Rebollo.
Rafael Valera Espinosa
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