Hace
semanas que escribía sobre lo acertada que había sido la unión de varios pueblos
flamencos de nuestra comunidad como Jerez –de donde partió la idea-, Lebrija,
Utrera, Morón de la Frontera y Mairena del Alcor, a los cuales se podrían haber
sumado Alcalá de Guadaira, San Fernando, Algeciras y no sé cuantos más, con la
intención de velar por las castas flamencas que en los mismos se han
conformado, para incrementar así un mayor conocimiento de los clanes más añejos
y artísticos de nuestro arte.
Villancicos 2016 |
Y
en cuestiones de sagas cantaoras de reconocida trayectoria… ¿Qué pasa con Jaén?
Desde mi consideración particular, la esperanza estaba -aparte de alguna más,
pero sin un establecido liderazgo- en la raíz flamenca de Juan Pérez Sánchez “Canalejas de Puerto Real”. Una esencia
artística oriunda y trasvasada a nuestra tierra del pueblo gaditano donde viera
la luz artistas de la talla de Francisco
Ortega Vargas “El Fillo”, alumno del legendario Antonio Monge Rivero “El Planeta”, y maestro de dos grandes figuras
como Tomás de Vargas Suarez “Tomás El
Nitri”, y Silverio Franconetti
Aguilar “Silverio Franconetti”, si me apuran, los artífices de la historia
del flamenco desde finales del siglo XVIII y comienzos del XIX.
Hermanos Canalejas, junto a Paco Cañada |
En
un comienzo –finales de los cincuenta e inicio de los sesenta-, los heredados acordes
cantaores no estaban donde debieran. Tras el fallecimiento de Juan (diciembre de
1966), patriarca y figura visible, nadie se atrevía a manifestar su arte como
no fuera en reuniones o festejos familiares muy particulares e íntimos. Ciertos
sentimientos de orfandad cantaora, sobrecogimiento de no poder alcanzar el
suficiente empaque artístico, y otras muchas por desidia, el tiempo se fue
alargando sin percibir ninguna señal del linaje flamenco. Cierto es que Manolo,
una vez perdidas las inhibiciones en las reuniones con amigos, comenzó a
desentrañar todo el arte que atesoraba. A través de sus profesionales
intervenciones en los Pregones Flamencos de la Navidad, algunos que otros
festivales, y recitales en Peñas, convenció a los aficionados jiennenses de que
la saga flamenca tenía cierta continuación.
Demostradas
sus determinadas solvencias en los cantes de Navidad, menester y recomendable
es que sigan trabajando en el estudio –voces me han llegado que así es- de estilos como las soleares, siguiriyas,
malagueñas, tarantas, fandangos de Lucena, cantiñas-alegrías, serranas,
bulerías –en especial de Cádiz-, guajiras por bulerías, saetas, etc., estilos
en los que su abuelo patentizó una personalidad inigualable.
Cuentan
con la base más primordial: la casta cantaora. Por su formación académica y
conocimientos culturales, la tarea está determinada por incrementar su amor y
afición por una cultura musical que supo enaltecer su abuelo, hasta lograr ser
figura inolvidable del flamenco.
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