miércoles, 1 de febrero de 2017

Por soleá. MARI CRUZ Y VERONICA “CANALEJAS”.

Hace semanas que escribía sobre lo acertada que había sido la unión de varios pueblos flamencos de nuestra comunidad como Jerez –de donde partió la idea-, Lebrija, Utrera, Morón de la Frontera y Mairena del Alcor, a los cuales se podrían haber sumado Alcalá de Guadaira, San Fernando, Algeciras y no sé cuantos más, con la intención de velar por las castas flamencas que en los mismos se han conformado, para incrementar así un mayor conocimiento de los clanes más añejos y artísticos de nuestro arte.

Villancicos 2016
Y en cuestiones de sagas cantaoras de reconocida trayectoria… ¿Qué pasa con Jaén? Desde mi consideración particular, la esperanza estaba -aparte de alguna más, pero sin un establecido liderazgo- en la raíz flamenca de Juan Pérez Sánchez “Canalejas de Puerto Real”. Una esencia artística oriunda y trasvasada a nuestra tierra del pueblo gaditano donde viera la luz artistas de la talla de Francisco Ortega Vargas “El Fillo”, alumno del legendario Antonio Monge Rivero “El Planeta”, y maestro de dos grandes figuras como Tomás de Vargas Suarez “Tomás El Nitri”, y Silverio Franconetti Aguilar “Silverio Franconetti”, si me apuran, los artífices de la historia del flamenco desde finales del siglo XVIII y comienzos del XIX.  

Hermanos Canalejas, junto a Paco Cañada

En un comienzo –finales de los cincuenta e inicio de los sesenta-, los heredados acordes cantaores no estaban donde debieran. Tras el fallecimiento de Juan (diciembre de 1966), patriarca y figura visible, nadie se atrevía a manifestar su arte como no fuera en reuniones o festejos familiares muy particulares e íntimos. Ciertos sentimientos de orfandad cantaora, sobrecogimiento de no poder alcanzar el suficiente empaque artístico, y otras muchas por desidia, el tiempo se fue alargando sin percibir ninguna señal del linaje flamenco. Cierto es que Manolo, una vez perdidas las inhibiciones en las reuniones con amigos, comenzó a desentrañar todo el arte que atesoraba. A través de sus profesionales intervenciones en los Pregones Flamencos de la Navidad, algunos que otros festivales, y recitales en Peñas, convenció a los aficionados jiennenses de que la saga flamenca tenía cierta continuación.


Hoy en día, y en similar tesitura con su padre, los villancicos flamencos han canalizado la orientación profesional de Mari Cruz y su incentivación artística hacia otros estilos. La inicial valentía de ésta, ha propiciado que su hermana Verónica también se sume a corresponsabilizarse en la perpetuación de la saga “Canalejas”.

Demostradas sus determinadas solvencias en los cantes de Navidad, menester y recomendable es que sigan trabajando en el estudio –voces me han llegado que así es-  de estilos como las soleares, siguiriyas, malagueñas, tarantas, fandangos de Lucena, cantiñas-alegrías, serranas, bulerías –en especial de Cádiz-, guajiras por bulerías, saetas, etc., estilos en los que su abuelo patentizó una personalidad inigualable.

Cuentan con la base más primordial: la casta cantaora. Por su formación académica y conocimientos culturales, la tarea está determinada por incrementar su amor y afición por una cultura musical que supo enaltecer su abuelo, hasta lograr ser figura inolvidable del flamenco.

Rafael Valera Espinosa          

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