“CONVIVI CON
PASTORA PAVON CASI CUATRO AÑOS.”
De todos es sabido que Juan Peña Fernández “El Lebrijano” ha sido unos de los artistas más inquietos y vanguardistas de la historia del flamenco, hasta su muerte. Una vez matizadas (en la primera entrega) con sus declaraciones las ocasiones que se presentó a concursos flamencos –de los cuales generalmente renegaba-, esta parte de la entrevista, especie de segundo capítulo, lo enfoqué a que nos hablara de sus influencias artísticas, así como de las figuras que él admiraba y de su entorno familiar.
Comencé preguntándole
por una grabación que me había llamado la atención, porque se hizo apoyar por
unos coros. No era muy extraño este aspecto en otros cantaores como, por
ejemplo, Juan Pérez Sánchez “Canalejas
de Puerto Real”, el cual se solía acompañar así en algunos villancicos
flamencos. Cierto que hubo otros que también practicaron y grabaron con estos
acompañamientos corales, como los que se encuadraron en la bien conocida “Ópera Flamenca”. Más, que lo hiciera un
gitano de escuela rancia y pura como “El Lebrijano” en aquellos tiempos, hijo
de María La Perrata y sobrino de José Fernández Granados “El Perrate”, y
además por el cante por alboreás, resultaba un poco extraño. Sí que lo hizo,
igualmente, Rafael Farina, pero en
los tiempos de la citada Opera Flamenca.
La pregunta fue de
atraco. Hace aproximadamente veinticinco años (sobre finales de los sesenta) se
publica un disco tuyo en el que se incluye una alboreá en la que estás arropado
por un coro ¿Eres, por tanto, uno de los primeros innovadores del flamenco?
- “No sé hasta qué punto soy innovador; creo
que es la historia quien tiene que decirlo. El artista debe de hacer lo que en
ese momento cree que ha de hacer, y la afición lo entiende a veces y otras no.
Recuerdo que este trabajo que me comentas, en su tiempo de publicación no le
cayó bien a la gente, y sin embargo ahora le gusta. Por esto te digo que es la
historia quien, al final, valora con justicia sí el trabajo es acertado o no.
Siempre he hecho lo que creía que tenía que hacer, en algunas ocasiones habré
acertado y en otras puede que no.”
- “Yo tuve en mis comienzos influencias de
Mairena. Esto está claro. Pero quien verdaderamente ha influido en mi arte han
sido los Pavones. Hay que tener en cuenta que yo conviví con Pastora casi cuatros años de mi vida, y
ella era la fuente en la que entonces se bebía, no yo solo, sino Antonio también.
Tampoco hay que olvidar el arte de Juan
Talega, y pienso que de los Pavones y Talega hemos bebío todos. ¿Qué es lo
que pasa…? Pues que Antonio cuando llega arriba, como todo el que alcanza la
cima, impone su criterio, su forma… ¿Qué soy alumno de Antonio Mairena? No cabe
ninguna duda, pero antes soy acérrimo a los Pavones ¡Eso también es verdad! Y
es en los Pavones donde yo me recreo.”
Como otras figuras
del flamenco, tú también fuiste un cantaor para el baile. ¿En qué medida esta
faceta perfecciona a un artista?
- “Lo que produce esa faceta es la
profesionalidad. Para hacerte profesional tienes que cantar para bailar y todos
los días. Escuchas, ves… Así estuve casi catorce años, siete en “El Duende”, y
más de seis con Antonio Gades. Esto
es muy importante porque te da confianza y conocimiento, pues sabes en cada
momento lo que va a pasar y vas asimilando las reacciones del público. Esto
sucede igualmente con la guitarra. Todos los concertistas flamencos de calidad
como Paco de Lucía, Enrique de Melchor,
Manolo Sanlúcar… todos han tocado antes para el baile y para el cante, esto
es una escuela importantísima en el artista.”
Quise que me
contara interioridades y fiestas flamencas de su amplia familia y le interpelé
con ¿Hasta qué punto mediatiza el entorno familiar y comarcal?
-
“El profesional puede coger matices de los aficionados del entorno familiar y
comarcal, pero el profesional tiene que beber del profesional, porque el
aficionado no te enseña la parte fundamental. Es muy importante conocer a esta
gente y… recuerdo con mucho cariño –como buena cantaora sin ser profesional- a Fernanda la Pinini, y también al Borrico, al cual he escuchao como creo
que no había escuchao antes a nadie. Y puedo seguir enumerando así a muchos
artistas como a Tía Anica la Piriñaca,
a Tío Bacán, a mi padre, a mi tío
Bastián, a mi tío Perrate, a Juaniquí, al Chozas… Han sido y son profesionales, pero no lo son. Esto te da
una riqueza muy grande, pero te la da cuando después conoces a los maestros
como los Pavones, como Juan Talega o
como Antonio Mairena. Entonces, con
lo que has escuchao y con lo que te han enseñao los profesionales, sacas tus
propias conclusiones.”
En su carrera
profesional hubo una circunstancia muy específica y digna de resaltar. Quise
que me la contara y se supiera parte del colectivo flamenco por su
particularidad: En los años setenta a ti te dan en Jerez el Premio de la
Bulería, y todos sabemos que los jerezano son muy suyos como para dar un premio
de esta índole a un cantaor foráneo ¿Cómo se produce este otorgamiento?
- “Es cierto que Jerez es Jerez, y en Jerez se
canta muy bien, y más por bulerías. Yo tengo la gran suerte de que la gente de
allí me quiera y le guste mi cante por bulerías. Creo que por esta
circunstancia la gente de Jerez no tuvo ningún reparo en darme el premio del
“Gloria”, y pienso que volverían a dármelo si se repitiera la situación. Hay un
aspecto muy importante… ¿Si tu cantas en Jerez por bulerías y ellos te
entienden…? ¡No tienen ningún problema! Lo malo es que no te entiendan y, si
esto es así, ya puede entrar el que entre que no le dan mérito. Hay dos casos
que ilustran perfectamente la situación: Antonio Mairena no entró nunca en
Jerez, y sin embargo, Manolo Caracol
entró siempre. No es que seas ni mejor ni peor, te entienden o no te
entienden.”
Más adelante,
dialogamos sobre una de las obras que considero esenciales en la historia de
nuestra música por lo que cuenta, como se cuenta y su repercusión musical como
es “Persecución”, la cual contó con
la letra de Félix Grande. Pero esto
será para la siguiente semana.
Rafael
Valera Espinosa
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