El 22 de octubre de 2006, hace
casi doce años, eché las campanas al vuelo. La noticia merecía la
pena y así lo indiqué. Publicaba El País-Andalucía en su página
40:
“El flamenco está de
enhorabuena. El cante, la disciplina más esquiva al aprendizaje
institucionalizado, entrará a formar parte del programa de estudios
de los conservatorios profesionales de danza y música de toda
España, a partir del próximo curso. El cante flamenco, que llegará
a la enseñanza reglada gracias a la propuesta de la Consejería de
Educación de la Junta de Andalucía, podrá impartirse en cualquier
conservatorio español.”
El tema parece que está
bien elaborado, porque según la norma o directiva por la que se va a
regir, el cante flamenco, al igual que el baile y el toque –que ya
se estudian a nivel de licenciaturas superiores- tendrá reconocida
la misma categoría académica de seis años, en los que se
impartirán asignaturas como el Lenguaje Musical (solfeo) o Conjunto
e Historia de la Música.”
Después,
cuatro años más tarde, pudimos leer, escuchar y ver la noticia:
“El
flamenco es desde el 16 de noviembre de 2010, oficialmente, un arte
universal. La UNESCO declaró ese día esta manifestación cultural
española en la lista representativa de Patrimonio Inmaterial de la
Humanidad. La Organización de las Naciones Unidas para la Educación,
la Ciencia y la Cultura reconocía así los valores culturales de
este género originario del Sur de España y lo puso, según la
entonces ministra de Cultura Ángeles González-Sinde, “en el
punto de mira internacional”
Ante
esto ¿podrán seguir las campanas al vuelo? He intentado a través
de Internet encontrar un centro o conservatorio en el cual poder
aprender a cantar flamenco. Solo he hallado el ‘Rafael Orozco’,
de Córdoba, y el ‘Cristóbal de Morales’, de Sevilla. Después
de tanta normativa y brillante nombramiento ¿el cante flamenco está
reconocido como enseñanza reglada? ¡Sí! En los centros citados.
Mas, es curioso que hasta la fecha, después de lo ¿trabajado?
institucional e internacionalmente 12 años, aún no haya salido la
primera promoción de licenciados en ninguno de los centros
oficiales. Los nuevos artistas flamencos están aflorando por su vida
en las Peñas
flamencas, la participación en los concursos, golpes de suerte en
certámenes televisivos, y sobre todo por la herencia en la sangre de
los legendarios clanes flamencos.
Insisto
humildemente, y por enésima vez, que se ha de comenzar desde la base
(es mi criterio acertado o no), estableciendo una línea de
aprendizaje desde los cursos iniciales en las escuelas.
¿Por
qué se aprende música clásica desde primaria? ¿Tan difícil sería
instituir una hora o dos al mes de flamenco desde el mismo nivel en
Andalucía? Más adelante, cuando se considere la afición o el
interés bien arraigado en el alumno, introducirla en los cursos como
optativa hasta encaminar al dotado hacia los conservatorios
profesionales. Para algo debiera servir el nombramiento de la UNESCO,
el cual parece más reconocido fuera que en nuestra región y nación.
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