lunes, 21 de mayo de 2018

Por soleá. AÑEJO CAUDAL FLAMENCO (I).

En enero de 2005, la Juta de Andalucía editó unas grabaciones remasterizadas de cilindros de cera en las que se especificaba la antigüedad de las primeras grabaciones de nuestro arte. Para la revista Candil efectué una referencia-crítica sobre las mismas por la importancia de dichas aportaciones sonoras que –creo- datan de finales del siglo XIX. Y, aunque he escrito en determinadas ocasiones sobre las mismas, he considerado que es menester recordar a los aficionados su importancia para incidir en conocer la historia de nuestro arte. ‘Cilindros de cera. Primeras grabaciones de Flamenco’ es su título para los interesados en el tema. De su audición se pueden sacar muchas e interesantes conclusiones para un mayor disfrute y entendimiento de esta universal música.

Y así comencé la crítica discográfica de dichas remasterizaciones, la cual reitero por la importancia que supone valorar estos documentos sonoros: ‘Quiero recordar que fue el desparecido y gran aficionado Manuel Yerga Lancharro –pacense (de Tierra de Barros) amante como pocos de los viejos discos de pizarra- el que preconizaba que la historia del flamenco debía de sustentarse en su inicio al de la edición de las grabaciones sonoras, documentos que sí aportaban suficientes datos para contrastar y estudiar esta universal música, y rehuir en cierta medida de la tradición oral que tantos e interesados errores nos han creado. Creo que hay que tener muy presente su reflexión ante la publicación de trabajos como el que nos ocupa.

Y en este sentido, qué acertada es la frase del Director del Centro Andaluz de Flamenco, Segundo Falcón, en la que expone que: “Estamos poniendo en manos de los investigadores del flamenco nuevos elementos de juicio y nuevos instrumentos para sus estudios”, extraída de su texto contenido en el libreto, en el que echo de menos la fecha de cada una de las grabaciones de estos cilindros de cera, aunque intuyo que, por lo rudimentario de su etiqueta, no figure en la misma. Y es que esos datos aportarían una más amplia información para el mejor desarrollo de la investigación sobre los cantes, los cantaores y los personalismos artísticos por parte de los estudiosos.

Quizás, uno de los aspectos más importantes de esta edición es incidir aún más, y de manera netamente sonora, en como la mayoría de los estilos de nuestro arte procede del folclore. Así lo evidencia Manolo el Sevillano en los primeros tangos con ritmo de tientos gaditanos, en los que procura que quede muy claro el mensaje de la letra. En este mismo sentido, realiza los dos siguientes, reposando más el ritmo, apuntando el enlace final con los tangos, y ofreciendo ciertas vocalizaciones atenoradas propias de la época en los cafés-cantantes, corrales de comedias y pequeños teatros locales, para finalizar su participación en este estilo con una interpretación más folklórica que flamenca, cierto desenfado en el ritmo y muy cercano éste al de los tanguillos, primando la importancia de la letra más que otro aspecto.

Continuará.
Rafael Valera Espinosa
(crítico flamenco)

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