En enero de 2005, la Juta de Andalucía
editó unas grabaciones remasterizadas de cilindros de cera en las
que se especificaba la antigüedad de las primeras grabaciones de
nuestro arte. Para la revista Candil efectué una
referencia-crítica sobre las mismas por la importancia de dichas
aportaciones sonoras que –creo- datan de finales del siglo XIX. Y,
aunque he escrito en determinadas ocasiones sobre las mismas, he
considerado que es menester recordar a los aficionados su importancia
para incidir en conocer la historia de nuestro arte. ‘Cilindros
de cera. Primeras grabaciones de Flamenco’ es su título para
los interesados en el tema. De su audición se pueden sacar muchas e
interesantes conclusiones para un mayor disfrute y entendimiento de
esta universal música.
Y así comencé la crítica discográfica
de dichas remasterizaciones, la cual reitero por la importancia que
supone valorar estos documentos sonoros: ‘Quiero recordar que fue
el desparecido y gran aficionado Manuel Yerga Lancharro –pacense
(de Tierra de Barros) amante como pocos de los viejos discos de
pizarra- el que preconizaba que la historia del flamenco debía de
sustentarse en su inicio al de la edición de las grabaciones
sonoras, documentos que sí aportaban suficientes datos para
contrastar y estudiar esta universal música, y rehuir en cierta
medida de la tradición oral que tantos e interesados errores nos han
creado. Creo que hay que tener muy presente su reflexión ante la
publicación de trabajos como el que nos ocupa.
Y en este sentido, qué acertada es la
frase del Director del Centro Andaluz de Flamenco, Segundo Falcón,
en la que expone que: “Estamos poniendo en manos de los
investigadores del flamenco nuevos elementos de juicio y nuevos
instrumentos para sus estudios”, extraída de su texto
contenido en el libreto, en el que echo de menos la fecha de cada una
de las grabaciones de estos cilindros de cera, aunque intuyo que, por
lo rudimentario de su etiqueta, no figure en la misma. Y es que esos
datos aportarían una más amplia información para el mejor
desarrollo de la investigación sobre los cantes, los cantaores y los
personalismos artísticos por parte de los estudiosos.
Quizás, uno de los aspectos más
importantes de esta edición es incidir aún más, y de manera
netamente sonora, en como la mayoría de los estilos de nuestro arte
procede del folclore. Así lo evidencia Manolo el Sevillano en los
primeros tangos con ritmo de tientos gaditanos, en los que procura
que quede muy claro el mensaje de la letra. En este mismo sentido, realiza los dos siguientes, reposando más el ritmo, apuntando el
enlace final con los tangos, y ofreciendo ciertas vocalizaciones
atenoradas propias de la época en los cafés-cantantes, corrales de
comedias y pequeños teatros locales, para finalizar su participación
en este estilo con una interpretación más folklórica que flamenca,
cierto desenfado en el ritmo y muy cercano éste al de los
tanguillos, primando la importancia de la letra más que otro
aspecto.
Continuará.
Rafael Valera Espinosa
(crítico flamenco)
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