lunes, 2 de abril de 2018

Por soleá. ¡QUÉ BIEN VENDE EL FLAMENCO! (II).

Relacionando esta columna con la del pasado domingo, y ratificándome en lo bien que le sientan a muchas producciones discográficas, escenográficas, o de cualquier índole, la palabra flamenco en su denominación y puesta en escena, he de seguir intentando resaltar los valores de nuestra universal cultura musical, para que no pierda su entidad, a pesar de la rentabilidad que supone sumarla a otra cultura musical o intento de ¿renovación? como por ahí se viene expandiendo: Chola Chalá es la agrupación pionera en la fusión del folklore nacional (paceño-boliviano) y el flamenco, que propone canciones de autoría propia, donde juegan de manera innovadora con escalas, armonías, ritmos, letras e historias y una fusión cultural.”

Se viene comentando en muchos medios de comunicación el gran éxito de la ¿renovadora? del arte flamenco ‘Rosalía’: Ella no quiere hacer lo correcto. “Pa’ [sic] esa mierda ya no tengo tiempo”, cantaba con la sensación del rap, trap o como queramos llamarlo C.Tangana.” Uno se pregunta ¿atenorar una siguiriya de Manuel Molina y rematarla con bajo-falsete de Marchena por la cabal de Silverio popularizada por ‘El Pena’ es renovar esta música? ¡Pues qué bien! ¿Lo es coger una canción que se aflamencó por bulerías entre otros por Manuel Vallejo y retrotraerla de nuevo a canción? ¡Pues, que vale!

Hubo un tiempo en el que flamenco también comenzó a tener determinadas acepciones para ratificar sus influencias y no tener que denominarse como tal. ¿Recuerdan la denominación de ‘flamenquito’? Considero que el vocablo diferenciaba con justa medida la adecuada separación de flamenco y arte aflamencado para turistas o similares. Sin embargo, se ha perdido porque en sí mismo se subordinaba con realidad al verdadero arte. Ahora consideran mejor hablar de renovación, vanguardismo, revolución, mestizaje, fusión, entremezcla… del flamenco. ¡Todo para vender mejor!

A veces considero que estos nuevos profetas del flamenco no tienen memoria o nosotros tenemos mucha ¿Nadie se acuerda de las grabaciones de 1932, cuando el gran Ramón Montoya (innovador de la guitarra flamenca) acompañó al saxo de Fernando Vilches que hacía la voz del cantaor? ¿O a ‘Sabicas’ con Joe Beck en 1966, uno por flamenco y otro por rock? ¿Y cómo no hablar de Smash y Manuel Molina; Triana o Tabletón; Gualberto y su sitar con Ricardo Niño a la guitarra; ‘Lebrijano’ con sus ‘galeras’ y ‘caravanas’; o Manolo Caracol con su yerno Arturo Pavón?

Y reitero, una vez más, que todo es bonito, netamente musical, divertido, coreográfico, muy trabajado artísticamente y adecuadamente disfrutable. Sin embargo, particularmente no me pone el vello de punta como lo hacen Tomás Pavón, su hermana ‘La de los Peines’, ‘Manuel Agujetas’, ‘Terremoto de Jerez’, ‘Antonio Mairena’, ‘Fosforito’, ‘Lebrijano’, ‘Camarón’ y Morente en sus inicios, o Miguel Poveda. Aún creo que los argentinos no han terminado de considerar que las composiciones del gran Astor Piazzola sean auténticos tangos. Incluso él tuvo que reconocer que sus composiciones eran ‘Música contemporánea de Buenos’. Cada música y arte tiene su sitio.

Rafael Valera Espinosa

No hay comentarios: