lunes, 8 de agosto de 2016

Memoria flamenca. GREGORIO MANUEL FERNANDEZ VARGAS “TIO BORRICO” (I).

EN LA CALLE “LA SANGRE” ESCUCHÉ A  FRIJONES Y  A  LA COLORÁ. 

Corría el mes de febrero de 1981 cuando la Peña Flamenca de Jaén, por comentarios -“Son la esencia viva del cante flamenco de Jerez y del Puerto de Santa María”- de dos jiennenses en Jerez, Manolo Cano y Eduardo Vergara, se apresuró a contratarlos antes de que sus facultades y lo avanzado de su edad propiciaran lo contrario. Gregorio Manuel Fernández Vargas “Tío Borrico”, contaba con setenta y un año. Y José de los Reyes Santos “El Negro del Puerto”, había cumplido los sesenta y ocho. La noche flamenca fue pletórica en arte y anécdotas. Un jovencísimo jerezano, Antonio Jero, desarrolló un toque preciso, comedido, sin atosigamientos estilísticos para que ambos añejos artistas dieran lo máximo, como así sucedió. Tío Borrico cantó por soleá por bulería, soleares, tangos de Cádiz y Jerez, bulerías de su tierra, fandangos de Antonio de la Calzá, siguiriyas de Tío José de Paula, Juanichi "El Manijero", nuevamente de Tío José, y final por Curro Dulce. El Negro del Puerto dejó sus excelencias por los romances de Gerineldo, El de las Monjas, por siguiriyas de Joaquín La Cherna y Manuel Torre, por martinetes… Y ambos por fandangos, soleares, bulerías, tangos… Sumándose después Rosario López, Pepe Polluelas y Rafael Villanueva con cantes por soleares, fandangos, bulerías… Para envidia de los aficionados, fiesta flamenca hasta las cinco de la mañana.

Pero antes, la acostumbrada entrevista para la revista Candil. Respeto y cierta aprehensión motivaban mis preguntas. La trayectoria de ambos era histórica y con mis treinta años, las vivencias no me daban para estar lo suficientemente seguro de representar adecuadamente mi papel de entrevistador. Mas, con el clásico cuestionario de preguntas ya aprendido gracias a Ramón Porras y Manuel Urbano Pérez Ortega, comencé el interrogatorio. José Reyes “El Negro” no se prestó a contestas mis preguntas, solo fue Tío Gregorio Manuel Fernandez “El Borrico de Jerez”.

Tío Gregorio ¿de dónde le viene el cante y que es para usted?

El cante es nació del vientre de las mares. Si nace pa eso, pa eso sirves. Como el que nace pa director de algo. Tú no naces pa eso y ya puedes tener toos los días un maestro a tu vera, que no aprendes en la vía. Del vientre de las mares. ¡Que te paran pa eso… Y nada más! Sentencia de antiguo. 

¿Desde cuándo canta usted. Como fueron sus inicios profesionales? 

“¡Bueno! Yo he cantao siempre, desde mu chiquillo. Yo trabajaba en el campo con mi padre, y mientras trabajaba, pues yo cantaba. Yo tenía entonces diecinueve años y vino una feria… Nosotros siempre íbamos a la feria, y un compare mío que se llamaba Luis me dijo “Compare, usté tiene una vo que quita er sentío. Está usté trabajando por catorce reales de sol a sol… Dile a tu mare que esta noche te vienes conmigo”. Le dije a mi mare “Mamá, que voy con Luis esta noche a un bautizo”. Me fui con él a “La Espiga de Oro”, que era un cabaret. Al entrar le dije a Luis:“Compare… yo no he visto esto nunca… ¡Ozú!... ¡Qué cosas!” Y me dice: “¡Compare, pareces tonto, vamos ya, hombre!” De buenas a primeras las señoritas en el escenario… En fin, al lio”. Entonces llaman al dueño,“Manuel aquí hay un cantaor, vamos a escucharle”. La guitarra –y viene Paco Espinosa, uno que está ahora en Barcelona-, hago voz… esas cosas. Saca vino, una copita… “¡Mira Manuel, este te va a gustar a ti. Canta por to…! Va a por la guitarra Espinosa, da el tono por bulerías… ¡¡Aaayyyy…!!  Ya está. Y empezamos.  Toca por soleá, luego toca por siguiriyas, por malagueñas, por tientos… Se quedó don Manuel Garcés espantao y me dice… Oye ¿con tú diecinueve años sabes to eso? ¿Y por martinetes, sabes cantar? Y le digo a Espinosa ¡Suelta la guitara…! ¡¡Aaayyyy!! Y no veas. Esto paso en el año veintinueve, y don Manuel me dijo toma, y me dio un regalo… Cuatro mil reales, que no los ganaba yo en too el año en el campo. ¡Ojú… Me quede encogio!

Por la mañana, cuando me salió el sol, veo a mi padre en la calle con las manos atrás y con una cara… Y le pregunta el portero ¿Qué busca usté? ¡A mi niño! ¡Ahí le tiene usté, hombre! Se me acerca –figúrate el susto que yo tenía- y me dice que donde he estao. Yo entonces le di los cuatro mil reales y le dije “Pues no lo ves, en un bautizo” Y me miraba como si yo, vamos… como si yo los hubiera cogió a alguien. Y no me dijo na más que ¡vámonos! A partir de entonces yo le dije a mi mare que no trabajaba más en el campo, que me iba de bautizos.

A la otra noche no fueron cuatro mil reales, pero si cien duros. Así me hice cantaor. Yo le daba los dineros a mi mare y ella me daba cinco duros, que con cinco duros tenía yo para una copita y tabaco ¡Vamos, que me sobraban!

¿De dónde le llegaron a usted esos cantes que hacía y de que cuna son?

“Mi padre, que le llamaban “El Tati”, cantaba, y un tío que yo tenía, “Juanichi El Manijero”, que era el padre de “Parrilla el bailaor”, cantaban por siguiriyas y soleá que no veas. Entonces solamente se hacía compás con los nudillos, o con un vaso, o con un jarrillo… con lo que se tuviera a mano. Ellos se juntaban por la noche y cantaban; yo estaba acostao pero no me dormía pa escucharlos. Otras veces me alevantaba y me sentaba al lao de mi tío en una sillita y así aprendí. Después en la calle La Sangre escuché a Antonio Frijones el Viejo, a Antonia La Colorá en un tabanco que tenía. Yo me metía allí y se juntaban toos los gitanos viejos, mi padre y Frijones; yo me colaba pa sentirlos y me sentaba en el suelo con las piernas cruzáspa escucharlos a toos. A Frijones también le escuchaba en la calle que va pal cuartel de caballería, que le dicen la calle La Cuadra.

El legendario Antonio Frijones nos interesaba conocerlo por boca de un cantaor que había aprendido de él, sobre todo por estar considerado como uno de los máximos soleareros creativos de la tierra. En la próxima entrega, Tío Borrico nos hablará de él, de Manuel Torre, El Gloria, su hermana La Pompi y más artistas jerezanos.

Rafael Valera Espinosa


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