En
bastantes ocasiones hemos comprobado que reconocidos artistas no han
brillado en su línea habitual ¿Cómo es esto posible estando en
condiciones para estructurar su magnífico repertorio cantaor?
Simplemente porque se salen del mismo, a pesar de su conocimiento de
otros estilos.
La
tonalidad de sus voces siempre ha venido marcando su éxito. Algunos
podrán preguntarse por qué Antonio Núñez ‘Chocolate’
casi nunca ha cantado por granaínas, milongas, o colombianas. Pues,
generalmente, por sus condiciones de voz. Y es menester resaltar que
el jerezano dominaba la mayoría de los estilos. Aún recuerdo la
anécdota de cuando Manuel Pérez Mesa ‘Canalejas hijo’ le
preguntó de dónde había bebido para cantar por bulerías la jota
‘Quisiera, quisiera volverme yedra. / Y subir, y subir por las
paredes…’ Algo insólito en el repertorio de un añejo y
ortodoxo cantaor gitano. Y Antonio le respondió: ‘De tu padre’.
Lo cual nos dejó desangelados a los dos por nuestra sorpresa. Cierto
que esa letra por bulerías y sus formas arcaicas de desarrollar el
cante resultaban extrañas, pero a la vez inusitadamente bellas por
su conocimiento del flamenco.
Abundando
en el tema, generalmente no hemos preguntado por qué el repertorio
clásico de los jerezanos siempre es por fragua, siguiriyas,
soleares, tientos-tangos, fandangos y bulerías, aunque en algunas
ocasiones se acuerden por malagueñas de ‘El Mellizo’ -y casi
nunca de sus paisanos Francisco Lema ‘Fosforito’ y don
Antonio Chacón- algún que otro cante minero como la
taranta-taranto de Manuel Torre, y muy poco por alegrías.
¡Fácil! Ellos dominan con bastante perfección los estilos antes
referidos y, en el fondo, esos son los que les demandamos los
aficionados.
Con
lo citado, estoy en la tesitura de afirmar que cualquier cantaor no
se encuentra agusto en otra serie de palos que no sean sus habituales
¿Se imaginan a Antonio Mairena cantando por colombianas?
¿Sería alguien tan atrevido a refutarme que no las conociera y las
cantara? En el flamenco, como en el cualquier otro arte, los
intérpretes tienen su especialización. Para brillar no hace falta
–si me apuran- ser enciclopédico. Lo adecuado es conocerlo todo y
elegir lo más adaptable a su personalidad y voz flamenca.
Quizás,
uno de los artistas más amplios que he conocido ha sido Rafael
Romero ‘El Gallina’. Cantaba y bien por fragua, siguiriyas,
soleares, cañas, serranas, tientos-tangos, peteneras, rondeñas –con
creatividad propia como en la caña-, cantiñas-alegrías y muy
especialmente mirabrás y romeras, cantes mineros, campanilleros,
alboreás, farrucas, garrotín, guajiras, jaleos extremeños, nanas,
polos, cantes abandolaos, caracoles, granaínas, malagueñas, saetas,
bulerías, villancicos flamencos y zambras. ¿Se puede pedir más?
Sin embargo, me emocionaba con sus siguiriyas, cañas, serranas,
rondeñas, peteneras, cantes de la madrugá (cantes mineros
primigenios), mirabrás, soleares de ‘Yllanda’ y
villancicos de Andújar. Su repertorio clásico.
Todo
lo escrito viene porque hace unas semanas (cuando celebró sus 50
años con el cante) Juan Moreno Maya ‘El Pele’ cantó por
milongas, y desde luego no lo encontré. No son de su repertorio
brillante.
Rafael
Valera Espinosa
(crítico flamenco y vicepresidente
de la Peña Flamenca de Jaén)
(crítico flamenco y vicepresidente
de la Peña Flamenca de Jaén)
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