lunes, 25 de junio de 2018

Por soleá. AÑEJO CAUDAL FLAMENCO (y III).

Finalizo la referencia sobre la crítica ‘Cilindros de Cera’ de la Junta de Andalucía de 2005 con lo que sigue: Vuelve Rafael Moreno el de Jerez a constatar su arte con una malagueña que desarrolla con claras resonancias de ‘El Mellizo’. En las cartageneras de la grabación 20, ‘El Sevillano’ demuestra la musicalidad que el estilo mantiene hoy, mas con determinado reposamiento que nos suena algo primigenio. En cuanto a la murciana de El Mochuelo nos sorprende que no guarde mucha relación con la que conocemos de El Cojo de Málaga y nos remita hacia los aires por malagueñas, aunque la segunda letra se asemeja más a la cartagenera clásica.

En el capítulo de las soleares y las siguiriyas, ya en el segundo volumen, continúan con su protagonismo ‘Manuel el Sevillano’ y ‘El Mochuelo’. El primero desarrolla unos tercios que tienen ecos de las apolás de Triana, con ciertas reminiscencias de ‘La Andonda’. Por su parte, el segundo, con tres cortes por el estilo, principalmente se basa en los personalismos de la citada cantaora de Jerez y de su paisana Mercedes ‘La Serneta’. En cuanto al cante por serranas, Antonio Pozo realiza el cante de una forma simple en la primera versión, elaborando más el estilo en la segunda grabación. En la siguiriyas, El Mochuelo siente especial predilección por evocar a dos añejos por el estilo, como son ‘El Viejo de la Isla’ y ‘Manuel Molina’.

Mas diversidad personal se aprecia en las siguientes guajiras, donde ‘Rafael Moreno el de Jerez’ plantea un cante con los clásicos sones caribeños, circunstancia que reitera ‘Paca Aguilera’ pero con más ritmo y fiesta. ‘El Mochuelo’ con su habitual profesionalidad y por el estilo va marcando una línea clásica primeramente, para en la segunda estructurar una interpretación más moderna. Poco comentario suscita la del Sr. Reina, pero demuestra que algunos intérpretes de música clásica también se sentían atraídos por algunos sones del flamenco.

El Niño de Medina
(blog de Manuel Campos)
Las peteneras acrecientan su grado folclórico en la voz de ‘El Mochuelo’ con un acompañamiento que nos recuerda a los desaparecidos “Coros y danzas”, evidenciando así otra muestra más de cuál es el origen de nuestro arte flamenco. Imaginamos que, a partir de esta estructura, partirían ‘El Viejo Medina’, ‘El Niño Medina’ y ‘Pastora Pavón’. En las saetas encontramos, en la primera, como la clásica letra de Antonio Machado ya era utilizada con el matiz flamenco propio del estilo. En la segunda -con aire arcaico- nos puede remitir a la que en su día grabara para la antología de Vergara, Manuel Zapata como saeta vieja de Arcos. Similares tesituras tonales a esta segunda saeta tienen los denominados “Cantes de Pasión” que se conservan y cantan en la localidad jiennense de Villacarrillo

En el resto de estilos, como son farruca, sevillanas, asturianada y jota aragonesa, solo tienen el interés de poder comprobar cómo un cantaor flamenco, Antonio Pozo ‘El Mochuelo’ consigue aportar matices flamencos a unas piezas netamente folclóricas. 

Rafael Valera Espinosa
(crítico flamenco y vicepresidente
de la Peña Flamenca de Jaén)

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