jueves, 28 de abril de 2016

MEMORIA FLAMENCA. Enrique Morente (II)

“Marchena ha sido uno de los tres o cuatro artistas más grandes”.

Encabezaba la primera parte de la Memoria Flamenca dedicada a Enrique Morente con la frase: “el genio más grande del flamenco”, la cual el artista granaíno se la dedicó a don Antonio Chacón. Y aclarado lo anterior, considero que es preciso continuar en esta segunda con mi defensa de la ortodoxia flamenca y los criterios que Enrique vertía sobre la heterodoxia a cada una de mis observaciones y preguntas. No hemos de olvidar que corría el año 1984.

Tras lo apuntado sobre el arcaísmo de Cagancho sobre su creatividad en la siguiriya popularizada con la letra “Reniego de mi sino…” que Tomás Pavón engrandeciera y recreara con mas “aire y frescura”, según Morente, insistí en que artistas como Manuel Torre o el aludido Tomás Pavón, así como otros anteriores creativos flamencos, habían recogido los melismas añejos adaptándolos a sus personalidades para dar un nuevo empuje al flamenco de su época, estableciendo mi criterio de que eso era abrir caminos nuevos dentro de la ortodoxia:

R: “Sí que se salieron –dijo- de la ortodoxia. Y si no se hubiesen salido habría seguido el cante como antes de ellos. Si no hubieran existido guitarristas como Ramón Montoya se seguiría tocando como Miguel Borrull el viejo o como tocaría el maestro Patiño. Y si el cante de aquella época de Manuel Torre o Tomás Pavón hubiese sido tan observao como lo es ahora por la crítica y por la afición, que me parece positivo porque es como un freno que mantiene… Si esos señores hubieran sido tan observaos, no en vano Demófilo ya criticaba aquella situación, también habrían sido criticados si existieran en este momento.”

En aquellos tiempos los aficionados aún manteníamos esencial la enjundia cantaora de figuras como Juan Talega, Mairena, Aurelio Sellé, Rafael Romero “El Gallina”, Tío Manuel Agujetas el Viejo, etc., y considerábamos con matices de atenorados, musicales y acupletados a los principales protagonistas del segundo tercio del siglo XX como Angelillo o Marchena. Por estar mi predilección sobre los primeros, mi pregunta entonces no podía ser otra ¿Crees que la Opera Flamenca benefició al flamenco?

R: “¡Mucho! La Opera Flamenca benefició muchísimo al flamenco. Yo estoy en total desacuerdo con esta leyenda que hay sobre la citada Opera. Lo único de feo que tiene es el título, que me imagino sería un invento de algún empresario, de algún productor de los que había en aquella época, que eran grandes hombres seguramente.

(Cierto, fue un ardid de empresarios como el murciano Alberto Monserrat y su cuñado Carlos Hernández “Vedrines” para acogerse a las subvenciones que por entonces tenía la Opera Clásica, aunque el calificativo existía desde mucho antes.)

En la Ópera Flamenca iban Ramón Montoya tocando, la Niña de los Peines cantando, iba Pepe Marchena, Manuel Vallejo, Cepero… para que te voy a contar ¡maravillas! ¿Qué defecto le vamos a buscar a la Opera Flamenca? No tuvo ninguno, nada más que el titulo que es horrible. Benefició muchísimo en contra de todas las teorías que hay. Al contrario, muy buena, muy positiva esa iniciativa que tuvieron los magníficos artistas de aquella época empezando por Pepe Marchena que fue el primero que llevó el flamenco al teatro.”

P: ¿Fue un genio Marchena?

R: “Creo que ha sido uno de los tres o cuatro artistas más grandes que ha tenío el arte flamenco. Me chiflan sus entonaciones. Siempre me he preguntao como era posible que en aquella época hubiera un artista tan grande y tan avanzao.”

P: Mas, yo seguí sin querer doblegarme en mi criterio ¿No crees que ese periodo del flamenco dejó en la sombra a cantaores como el propio Tomás Pavón, Juan Talega o Tía Anica La Piriñaca? ¿Por qué a partir de mediados de los cincuenta con la antología de Hispavox y el Concurso de Córdoba se rompe con ese movimiento y se vuelve la cara hacia atrás?

R:“No sé por qué la gente que viene tiene que romper con lo que haya habido anteriormente para poder tirar pa`lante. Muchas veces volver la cara atrás es volver pa`lante. Pero eso no quiere decir nada ya que Tomás y Manuel Torre no eran artistas de teatro, como tampoco lo fue don Antonio Chacón, de ahí el prestigio de Los Gabrieles o el Villa Rosa. Para eso se inventaron esas casas, para escuchar cante en el cuarto, que es diferente al tablao y al escenario. Antes no había un Palacio de los Deportes donde se cantara delante de veinte mil personas como yo lo he hecho. Los tiempos cambian y no nos queremos dar cuenta los puristas… Los tiempos cambian para mal y para bien, nos dan y nos quitan cosas. La proyección que tiene el flamenco a través de los discos en la actualidad no existía antes.”

P: Pero, tú eres un intérprete que de alguna forma se te ha puesto el sello de intelectual, un buscador de nuevos caminos. Pienso que uno de tus mejores discos ha sido el que dedicaste a Miguel Hernández allá por los primeros años setenta, y creo que uno de los más interesantes porque supiste llenarte del sentimiento del poeta y expresarlo a través de nuestro arte. Opino que eso si es buscar nuevos caminos sin salirse de los cánones ¿No es mejor esa línea? Cuando te haces acompañar con otros instrumentos además de la guitarra ¿No hay algo de comercialidad en esas grabaciones?

R: “La comercialidad, siempre que sea con una intención sana de hacer arte es positiva. Hay que buscarla porque comercial es todo. Comercial es una simple reunión de señores para cantar en un cuarto, siempre que el que cante se dedique a eso y va a cobrar. Por tanto, comercial es todo y lo comercial es lícito. Desde este punto de vista hay que procurar que el disco que grabas tenga una posible venta, porque si no poco hemos hecho. Ese disco se tiene que vender en una cantidad tal que para el próximo año la casa de discos te vuelva a contratar. Es que son muchos los problemas y muchas las vicisitudes.” 
   
Rafael Valera (flamencólogo y presidente de la Peña Flamenca de Jaén)

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