martes, 26 de abril de 2016

MEMORIA FLAMENCA. Enrique Morente (I).

Era la primavera del año 1984 (concretamente el 28 de abril) y aún la Peña Flamenca de Jaén tenía su sede en los bajos del Casino Primitivo, actual Salón Mudéjar del Palacio de Cultura del Excmo. Ayuntamiento de Jaén. Enrique Morente Cotelo ya había triunfado en su tierra, en el tablao Zambra madrileño y en numerosos festivales flamencos, habiendo conseguido prestigiosos premios de aquél tiempo como el Nacional de Cante (Flamenco Premio Nacional de Cante) otorgado por la Cátedra de Flamencología y Estudios Folklóricos Andaluces de Jerez (1972), y el Premio Nacional a la mejor grabación popular, otorgado por el Ministerio de Cultura (1978).

También en nuestra Peña, con varias actuaciones en la misma gracias a las influencias sobre la entidad de su paisano Juan Antonio Ibáñez –entonces locutor/presentador en Radio Popular de un programa flamenco- y a las recomendaciones de Rafael Romero “El Gallina”, maestro suyo en el citado tablao madrileño, junto a sus compañeros Pepe el de la Matrona, Bernardo el de los Lobitos o Juan Varea. Por entonces Candil tenía cinco años y bastante prestigio ganado. Ser entrevistado por la revista era un triunfo: Darse a conocer entre los estudiosos de la época y de los aficionados. Nuestro encuentro tuvo lugar en casa de Luis de la Rosa Galán, magnifico anfitrión y amigo del cantaor en la sobremesa anterior a su recital. 

Por aquél tiempo Enrique tenía varios discos publicados de éxito (Cante flamenco, 1967. Cantes antiguos del flamenco, 1969. Homenaje flamenco a Miguel Hernández, 1971. Se Hace camino al andar, 1975. Homenaje a Don Antonio Chacón, 1977. Despegando, 1977. Sacromonte, 1982. Y, Cruz y Luna, 1983)  y la ortodoxia flamenca con los tres últimos se iba solapando con la serie de recreaciones y nuevos tratamientos que el artista granaíno venia experimentando con aceptación de parte de la intelectualidad literaria –que no la musical y artística-, y los neófitos modernistas universitarios, así como con los recelos de los sabios aficionados. Y por ahí se entabló el diálogo.


Ejerciendo de convencido defensor del diablo –digo de la ortodoxia- me arropé con preguntas sobre sus inicios flamencos. Don Antonio Chacón fue zapatero remendón antes que cantaor, y Enrique también:

- "Bueno, ese ha sido uno de los muchos oficios que he tenido mientras me dedicaba a cantar. Empecé a meterme con los profesionales, a escucharles como aficionao y donde yo también hacia algo. Me di cuenta que algunos equivocaos querían escucharme cantar, y creo que han metío la pata porque podrían haber elegío a otro que no fuera Enrique  Morente. Pero esto ha pasao así y aquí estoy cantando."

¿Cómo se te despertó la afición flamenca?

- "Al principio no tenía conciencia de que eso era afición. Me gustaba cantar y cantaba. Tuve conciencia de lo que es ser aficionado muy posterior. Porque ser aficionado no va siempre junto con ser cantaor. Creo que hay artistas buenos que no son aficionaos. Muchas veces no van juntos. Yo me considero, aparte de ser cantaor, aficionao."

Por la curiosidad y las reglas lógicas de la entrevista indagué en si pertenecía a cierta saga cantaora: 

- "¡No! En mi familia no ha habido ningún cantaor. Por supuesto que si ha habido aficionaos."

Y a partir de ahí se estableció mi defensa y la suya cuando le argumenté que si no le gustaba más la ortodoxia que los caminos nuevos que estaba buscando: 

- "Son cosas diferentes, etapas diferentes, situaciones diferentes… Un cantaor profesional se debe a muchas cosas y situaciones. Casi nunca se hace lo que se quiere, como se quiere y cuando se quiere."

Incidí sobre la ortodoxia y sus maestros, principalmente con Pepe el de la Matrona

- "Pepe fue un gran maestro, fue un gran amigo y fue un hombre del que aprendí muchísimas cosas de la vida y del cante. Coincidió mi pasión por el flamenco con la entrega que él tenía por el cante, que a pesar de ser un hombre de tantísimos años –había fallecido en Madrid cuatro años antes con 93 cumplidos- todavía vivía y soñaba para el cante. Estaba siempre haciendo proyectos para el futuro hasta el último momento."

Yo quería resaltar la ortodoxia y machaqué sobre la figura de don Antonio Chacón por el éxito que entre los aficionados en general había tenido su doble LP  dedicado al jerezano con la guitarra de Pepe Carmona “Habichuela”:

- "El primero que me lo destacó fue Pepe el de la Matrona. Fue una de las muchísimas cosas que le escuché hablar, aprendí y me di cuenta después escuchando las grabaciones de este hombre que fue uno de los genios, tal vez el genio más grande que ha tenío el cante flamenco."

Y con tan pocas grabaciones como hizo el jerezano ¿Cómo has llegado a tener tan exacto conocimiento de su personalidad?

- "Se lo debo en gran parte a Pepe el de la Matrona y Bernardo el de los Lobitos. Aurelio Sellé también me habló de él y el guitarrista Manolo el de Huelva. Pero básicamente a Pepe. "

Consideré pertinente preguntarle por Perico el del Lunar, tocaor que fue de Chacón y precursor de la primera antología de flamenco, la de Hispavox de 1954, en la que participaron entre otros los referidos Rafael Romero, el Matrona, el de los Lobitos o Juan Varea, por si había influido sobre su enamoramiento de los ecos de don Antonio y… 

- "¡No! Una vez llegado a Madrid le conocí porque me lo presentó Pepe en el rastro madrileño y ya no volví a tratarlo más."

En aquellas fechas, y por lo sabido y comprobado de que el flamenco no vendía muchos discos, conociendo además que en bastantes ocasiones las casas discográficas incidían sobre los artistas para que plasmaran matices más asequibles, le solté si había tenido algún condicionante:

- "Creo que todo el mundo está condicionado de alguna forma por su situación. No quiero decir con esto que lo que estoy haciendo sea por alguna presión. El hombre es él y sus circunstancias. Dentro de eso lo que hay que hacer es arte y eso es lo que importa. La ortodoxia, y estoy plenamente seguro, a uno de los que más le gusta es a mí, pero creo que la ortodoxia debe de servir, repito, para hacer arte, para invitar a ver nuevas vereas, nuevos caminos y, si esto está hecho sinceridad y honestidad, siempre sirve para ver nuevas experiencias y los errores sirven para abrir nuevas ventanas."

- "Cuando se intenta nuevas cosas, todo no va a salir perfecto, todo no va a salir bien; eso siempre es un riesgo. Para mí sería mucho más cómodo estar cantando siempre la malagueña de El Canario, etc. Yo soy una persona que me aburre cantar siempre igual, y pienso que la ortodoxia e inspirarse y poder hacer cosas que invite a crear algo nuevo. Porque esto es una música viva; esto no es una música de museo, si no estaríamos paraos, estaríamos todavía en la caverna, estaríamos todavía en la fragua, estaríamos todavía en el campo, y esto es un arte de profesionales que procede de ahí, de todos esos sitios que acabo de mencionar."

- "Por eso tiene esa fuerza el flamenco. Somos los profesionales los que llevamos el arte por el mundo entero, los que hacen que el “Reniego…” por ejemplo, en una etapa lo hiciera Cagancho con unos quejios, melismas y cadencias arcaicas, y luego llegue Tomás Pavón y entonces lo canta más airoso, más fresco."

Rafael Valera (flamencólogo).


El blog de la revista "Candil": http://revistacandil.blogspot.com.es/2016/04/memoria-flamenca-enrique-morente-i.html

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