lunes, 11 de diciembre de 2017

Por soleá. CARMEN LINARES. CANTAORA.

Carmen Linares (cianotipia de Alfonso Ibáñez)
Escuchando a ratos -entre momentos libres y obligaciones- el último trabajo de Carmen Pacheco Rodríguez ‘Carmen Linares’, titulado “Verso a Verso. Carmen Linares canta a Miguel Hernández” me asombro cada día más de la calidad que atesora el flamenco de nuestra comprovinciana. Alguien puede pensar que la denominación de esta breve columna sobre “Carmen Linares” está copiada de su disco con el mismo título, el de “Carmen Linares. Cantaora”, editado en 1988. Nada más lejos de lo verdadero. El titular me ha venido a la mente porque es lo que personalmente considero a Carmen, cantaora ante todo.

La verdadera obra flamenca –particularmente para mí- de Carmen es su antología “La mujer en el cante”. Dos CD’s en los que reivindica la categoría que las féminas han tenido en la creatividad del flamenco a lo largo de su historia. Y voy a tener el atrevimiento de citarlas, entre otras cosas, para que se pueda considerar el exhaustivo estudio que realizó nuestra comprovinciana.

Por siguiriyas, evoca a La Niña de los Peines y María Borrico; por soleares, a La Serneta, La Jilica de Marchena y la Roesna de Alcalá de Guadaira; por bulerías, a La Perla de Cádiz, Antonia Pozo, La Moreno –ésta en bulerías por soleá-, La Repompa, Juana Cruz –la madre de Camarón- y Pastora Pavón; por cantiñas-alegrías, a La Mejorana, Rosa La Papera, Rosario la del Colorao, La Niña de los Peines y La Juanaca; por granainas, a Tía Marina “Habichuela” y a ella misma, porque aquí Carmen quiere dejar su impronta matizando el estilo con aportaciones personales; por tangos, a Pastora, La Repompa, Tía Marina “Habichuela”, Tere Maya y Carmelilla del Monte; en cuanto a los fandangos, reivindica a La Conejilla, María Limón, Juana María y Dolores la de la Huerta; por tarantas, a La Niña de Linares y La Antequerana; por malagueñas, a La Trini, La Peñaranda y La Jabera; en la peteneras y bamberas, a la siempre creativa Niña de los Peines; en la milonga, a Pepa de Oro; y por saetas a La Niña de la Alfalfa.

¡Vaya tela! Podemos expresar todos. Sin embargo, no creamos que estos personalismos están obsoletos, que son arcaicos o bastante desconocidos ¡No! A todas ellas nos las recuerdan habitualmente figuras como Chano Lobato, Rocío Segura, Marina Heredia, Diego Clavel, Calixto Sánchez, María José Pérez, etc. Mas, lo singular, lo acertado y lo atrevido fue lo efectuado por Carmen al incluirlas en una antología. Y con un resaltable mérito, tuvo la valentía de especificar cada uno de los personalismos recogidos, hecho este que la valora como investigadora de nuestro arte, estableciendo a la vez una rotunda lección flamenca en la que puedan aprender generaciones actuales y venideras. Y estos aspectos pedagógicos ya no la van abandonar desde 1996, año de publicación de la referida antología.

Junto con Vicente Soto ‘Sordera’, Carmen ha sido la cantaora que más adaptado la poesía culta a los estilos de nuestro universal arte, como ahora con Miguel Hernández.


Rafael Valera Espinosa 

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