miércoles, 20 de marzo de 2019

Crónica flamenca. Jaén, tierra de villancicos (27 diciembre 2018).

Actuación el día del pregón flamenco a la Navidad de la Peña Flamenca de Jaén. /IDEAL




Actuación el día del pregón flamenco a la Navidad de la Peña Flamenca de Jaén. / IDEAL

Gran culpa de la difusión de estos cantes en la provincia la tuvo Canalejas de Puerto Real, el cantaor que llevó los cantes de Cádiz a Jaén. En el siglo XVII adquirieron carácter religioso, y en el XIX Andalucía los acogió con su sello personal.


Navidad es sinónimo de tradición. La tradición de los regalos, las luces, las cenas o el Belén. Esta última tiene su origen en una inspiración que se atribuye a San Francisco de Asís, en el año de 1223. Y se dice que en el valle de Riat prepararía un pequeño escenario con terracotas agrupadas, reproduciendo el nacimiento de Jesús y dando lugar a lo que hoy se denomina pesebre. Y justamente ante estos nacimientos empezaron a entonarse unos sencillos cantos que a día de hoy son una de las grandes tradiciones de la Navidad: los villancicos.
Tal y como explican desde la Peña Flamenca de Jaén, los primeros documentos que aluden a los villancicos datan de los siglos XV y XVI, pero no será hasta el siglo XVII cuando adquieren el típico carácter religioso con el que hoy se relaciona. Habría que esperar hasta el siglo XIX para que Andalucía lo dote con su sello personal. «Es decir, el flamenco se adueña de su espíritu religioso, lo adorna con sus melismas, los llena de embrujo y el duende aparece por doquier, para dejar constancia de unas músicas difícil de explicar, pero amorosamente perfectas», en palabras de Juan Antonio Ibáñez, periodista, escritor y autor del pregón flamenco a la Navidad de la Peña Flamenca jienense, llevado a cabo el pasado sábado.
Significado literario
«El duende aparece por doquier, para dejar constancia de unas músicas difícil de explicar»
Y es que los villancicos tienen también un importante significado literario, y han sido base popular para algunas de las obras de los cancioneros de los poetas, denominados o llamados cultos. En este sentido, la generación del 27 fue ejemplo a seguir.
Son muchos los nombres de los «patriarcas jondos» que llevaron por su tierra y otras provincias los villancicos. Algunos procedían de Jaén o de Cádiz, y los jienenses hicieron suyos tanto los primeros como los segundos. En parte, gracias al trabajo de Canalejas de Puerto Real, el cantaor que llevó los cantes de Cádiz a Jaén, donde permaneció hasta su fallecimiento.
Por ejemplo, Rafael Ramos Antúnez 'El niño Gloria' tuvo tal importancia que incluso popularizó una forma de abordar este cante navideño a través de las bulerías, uniéndole un estribillo muy pegadizo en el que se repite con insistencia la palabra gloria: 'Gloria al recién nacío, gloria. Y a su bendita Madre Victoria. Gloria al recién nacío, Gloria'. «Este hecho acabaría dándole su apelativo artístico, El Niño Gloria», explica Juan Antonio Ibáñez.
En la Peña Flamenca de Jaén también recuerdan a otro inigualable genio del arte gitano andaluz, Manuel Soto Loreto, conocido artísticamente como Manuel Torre, que desarrolló «una creatividad sin par al aflamencar los campanilleros; los que siempre se han cantado para despertar a los devotos del Rosario de la Aurora». Entre otros cantaores que le siguieron está la Niña de la Puebla, quien más los popularizó, imprimiéndole a su interpretación una entonación muy dulce: 'A la puerta de un rico avariento llegó Jesucristo y limosna pidió, y en lugar de darle limosna los perros que había se los azuzó. Y Dios permitió que al momento los perros murieran y el rico avariento pobre se quedó'.
«En definitiva, digamos pues que el villancico desgrana un río de sentimientos envueltos, a veces, no solo en la dulzura de una voz o guitarra, sino en la sonrisa de una zambomba o botella bien templadas, con las manos de la alegría, mientras en ocasiones, una lagrima o dos, recorren un trayecto que va desde la altiplanicie del recuerdo para terminar en el mar profundo de lo que no pudo ser. Pero ahí está el villancico que todo lo puede; hasta clavar una flecha o dardo de amor, siempre y para siempre, en la esperanza», relató Juan Antonio Ibáñez.
En Andalucía, el villancico se puede cantar por alegrías, tientos, soleares, verdiales, bulerías, peteneras y martinetes, con referentes como Pastora Pavón, Niña de los Peines, su hermano Tomás, Manuel Vallejo, Antonio Mairena, Rafael Romero, El Gallina o Canalejas de Puerto Real. También cantaores como Manolo Vargas, Pepe el Culata, Paco Toronjo, Bernardo el de los lobitos o Pericón de Cádiz, interpretaron, a través de distintos estilos, diversos pasajes que conforman importantes episodios de nuestra Navidad.
En este punto, es necesario recordar a los cantaores de la tierra. Dice el andujareño Rafael Romero, 'El Gallina', en un villancico: 'Están haciendo un convento detrás de Sierra Morena. Todo de piedra labrada para el santo Sacramento. Esta noche le ponen al niño mantilla y pañales, faja y faldellín, porque vienen los fríos de Enero y el rey de los cielos se queda sin vestir. Tendiendo en el romero, la Virgen está lavando. Oh madre María, oh madre de Dios. Noche de Maitines, pariste a Dios'.
Y, como no, es inevitable recordar otra voz de Jaén, Rosario López: 'Vámonos a Belén. Que yo no puedo ir. Se ha puesto la borrica mala. Vámonos andando que Dios nos verá. Los pastores están esperando. Zambomba y pandero para festejar'.
Y es que como recalcó Juan Antonio Ibáñez en su pregón, «esta tierra de olivos se hace cuna del bien nacido». Jaén, tierra de villancicos.

Más información: https://www.ideal.es/culturas/jaen/jaen-tierra-villancicos-20181227002404-ntvo.html

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