José Gersol Villatoro, más conocido como “Niño de Cabra” -sin ningún emparentamiento con Cayetano Muriel- a comienzos de los sesenta del siglo pasado hizo de Jaén su segunda patria chica. Aquí se crió, formó, trabajo y casó con la jiennense Puri Ayllón Díaz, con la que ha tenido seis vástagos, los cuales especifican su transmitida afición flamenca a través del cante, el baile y la guitarra. Por todas estas circunstancias Pepe Gersol fue elegido para abrir la XXVIII Semana de Estudios Flamencos de Jaén, la cual está dedicada a homenajear a “Los Flamencos de (o en) Jaén”, por su amplia labor desarrollada en los quehaceres de la revista Candil, principalmente.
Tras la presentación de los acontecimientos literarios y artísticos que se enmarcan en la citada Semana, el egabrense comenzó su recital con el acompañamiento de la guitarra de su amigo Antonio Rueda, recurriendo a los considerados cantes gañanes, o tonadas campesinas, o también temporeras. Así, los primeros tonos con fuerza y conocimiento los estructuró por los considerados de ara, para enlazarlos con los de siembra (aunque aquí resaltó los versos y tareas de la recogida de la aceituna) y rematar con los comúnmente denominados de siega. Seguidamente evocó sus influencias de “el de los Lobitos” por las formas de Menese a través de las marianas, estructurando así sus facultades para acometer el polo con recuerdos de Curro de Utrera, habiendo establecido primeramente su tono cantaor por soleá apolá –considerada de preparación- , y tras dos letras por el estilo, rematar con otra apolá de Triana.
Cambió el tercio y reivindicó su esencia cordobesa con fandangos de Lucena, en un primer acercamiento a Cabra, también al considerado verdial de la zona, así como a la creatividad de Rafael Romero por rondeña, igualmente a la su paisano Cayetano Muriel, para rematar por el zángano de Puente Genil. Abundó seguidamente en el compás del dos por ocho con tientos y matices heredados de El Gallina y El Matrona por Menese, para derivar al localismo gaditano del estilo con entremezcla de Pastora Pavón en los tangos, significando en su continuación su conocimiento de la recreación del Titi de Triana, el recuerdo de Antonio El Chaqueta, y los matices ancestrales de los gitanos del Monte de Granada.
En la soleares se centró en un camino tonal que fue de Enrique el Mellizo a Frijones de Jerez, aquí con sonoridades de “El Borrico”, para proseguir por Joaquín el de la Paula, Juaniquín y La Roesna. En la farruca estableció reposamiento y facultades, y en las cantiñas-alegrías volvió a evocar en el comienzo a Curro de Utrera, para incidir seguidamente en los ecos gaditanos, y retomar el localismo cordobés. Sus siguiriyas establecieron su amplio del conocimiento del estilo con una inicial por Juan Junquera a través de Manuel Torre, para incidir después en la creatividad de Tío José de Paula, volver a Juan Junquera y rematar por la cabal se Silverio con entremezcla de tonos de El Loco Mateo. Finalizó con fandangos de El Pichichi, El Carbonerillo y Manuel Vallejo.
Rafael Valera Espinosa (presidente de la Peña Flamenca de Jaén y flamencólogo).
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